miércoles 27, noviembre, 2024

Don Ricardo Montalbán, un actor lagunero de mucha clase humana

In memoriam por Ricardo Montalbán

(Quince años del adiós de un histrión lagunero internacional)

Raúl Adalid Sainz

Siempre deseé conocer al gran actor Ricardo Montalbán, ese sueño nunca se logró. Me admiraba saber que ese señor criado desde bebé en la Laguna había llegado a triunfar en Hollywood. Aunque mi admiración hacía él comenzó cuando vi sus películas mexicanas antes de partir a Los Ángeles. Cuando Ricardo Montalbán inició con su gran éxito de «La Isla de la Fantasía», donde interpretó al célebre Mr. Roarke, me di a la tarea de ver lo que él había dejado como actor para nuestra cinematografía nacional.

Recuerdo su gran trabajo en «Santa», bajo la dirección de Norman Foster. Ahí interpretó al torero andaluz «El Jarameño», extraordinario. Trabajando sutilmente el acento sevillano. Lo veo magistral a caballo en «Pepita Jiménez», dirigido por Emilio «El Indio» Fernández. Su magnífica actuación en «Sombra Verde», de Roberto Gavaldón.

Mi preferida de sus interpretaciones, «La Hora de la Verdad», donde hace la vida de un chaval matador, una película con todo ese ambiente taurino que imperaba en ese DF de aquel entonces. Lo observo de galán romántico al lado de la güera hermosa Emilia Guiú en «Nosotros». En esas películas, Montalbán, dio muestras de que era un actor con duende con la cámara y distinto para la época.

Un histrión que se adentraba en la profundidad del alma del personaje a interpretar. Muy verosímil, con el don de la naturalidad, sobrio, contenido. De ahí vino el salto y la aventura a Hollywood. Don Ricardo hizo muchas películas musicales, una de ellas al lado de la bella nadadora y actriz Esther Williams. Los dotes de buen bailarín de Montalbán fueron aprovechados. El nunca aprendió baile, acostumbraba ir al famoso club de baile de la Ciudad de México: «El Smirna», ahí bailaba al son de las grandes orquestas.

Esto lo comentó al periodista Ricardo Rocha, en una entrevista para el programa dominical «Para Gente Grande». De 1957 a 1959, hizo el notable musical en Broadway «Jamaica», fue nominado para mejor actor en musicales. Su gran papel vino en 1969, donde interpretó muy bien el papel de «Vittorio» en la afamada y clásica «Sweet Charity» de Bob Fosse.

Sus secuencias al lado de Shirley Maclaine son entrañables. Fue el villano en la serie de películas de la saga, «Star Treck», su personaje: «Khan Noonien Singh» en el filme Star Treck II: La Ira de Khan. La fortaleza física natural de Montalbán fue un atractivo para el personaje.

Él era un gran cultivante de su cuerpo. Sus últimos trabajos fueron en «Spy Kids 2 y 3»; él en silla de ruedas, bajo la dirección de Robert Rodríguez, y al lado de Antonio Banderas. Prestó su voz (de gran tono y matiz) para la cinta «Ant Bully», en 2006, dirección de John A Davis, con Julia Roberts y Nicolas Cage, producción de Tom Hanks.

El actor siempre expresó su cariño a Torreón. Sus compañeros de la «Escuela Comercial Treviño», siempre lo recuerdan. Don Ricardo fue a Torreón a celebrar el cincuenta aniversario de la generación de estudios. No sé si la escuela permanezca, por el año 1995, fui al lugar y el señor director de la academia me enseñó las fotos de la celebración de cuando Ricardo Montalbán fue a convivir con sus ex compañeros.

Un tipazo nuestro Ricardo Montalbán. Un ser humano con identidad, siempre defendió sus raíces mexicanas y españolas en su estadía y fama en los Estados Unidos. Instauró en Los Ángeles, lugar de su residencia, una asociación de nombre, «We», que se proponía dignificar a los latinos en el vecino país del norte. Un lagunero a carta cabal. De entrega, lucha y talento.

Un cine se le dedicó con su nombre en el Boulevard Independencia de Torreón. El cine quedó en los olvidos. De hecho ya no existe. Importante el rescate de su memoria en La Laguna. Los símbolos que han dado solidez de identidad lagunera deben incendiar de vida al instante actual; y que las generaciones presentes sepan quienes son y así poder vislumbrar que pueden ser dignos seres humanos con el ejemplo de los seres grandiosos que ha dado la propia tierra.

Nota: «La Escuela Comercial Treviño», permanece para el bien del desarrollo académico de los laguneros. Este relato pertenece a mi libro «Historias de Actores» (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico.)

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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