domingo 24, noviembre, 2024

DOGMA DE FE

¿Todos los perros van al cielo? 

Marcos Durán Flores 

Hace algunos años tuvimos en casa una mascota que se había convertido parte de mi familia. Una perra que mi hijo Rodrigo adoraba y con la que se divertía mucho. Se llamaba “Chabela”, de la raza Dogo de Burdeos. 

Pero una mañana de verano “Chabela” amaneció muerta. Nunca supimos qué le ocurrió, solo que se quedó dormida. Su muerte nos causó un impacto psicológico que tardamos en superar y de cuando en cuando nos entristecemos al recordarla. Años después, leí un estudio realizado por el departamento de Psicología de la Universidad de Nuevo México, en Estados Unidos, y que fue publicado en la revista científica “Perspectives in Psychiatric Care”. El informe científico aseguraba que la muerte de un perro o una mascota podía ser a veces tan traumática y dolorosa como cuando se pierde un familiar cercano. Decía que más del 85% de los dueños admiten haber padecido dolor tras la muerte de su perro y que existen casos en que la gente cae en depresión profunda por estas causas. 

Lo cierto es que la impotencia de ver la muerte de un ser querido nos ha llevado a pensar en que debería de existir algo o alguien que un día pudiera traerlos de la muerte. De seguir disfrutando con su presencia y compañía. 

Hace poco más de 25 años del ¿nacimiento?, de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado de la historia. Ian Wilmut Keith Campbell, investigadores del Instituto Roslin de Edimburgo, Escocia, dieron a luz a Dolly por medio de la clonación. Para hacerlo, consiguieron copias genéticamente idénticas, con la misma secuencia de ADN. El embrión se introdujo dentro del óvulo de otra oveja, y después se implantó en el útero de una tercera que cedió su vientre a la gestación. Dolly nació luego de 277 intentos de clonación. 

Mucho antes, en el año de 1962, el científico inglés John B. Gurdon había clonado ranas y con su trabajo se sentaron las bases de la clonación, las cuales fueron claves para el caso de la oveja Dolly y, posteriormente, de mamíferos de otras especies. Gurdon, junto al japonés Shinya Yamanaka, obtuvo el Premio Nobel de Medicina en el año 2012 por sus investigaciones pioneras en clonación y células madre. 

Después de “Dolly”, siguió “Snuppy”, el primer perro clonado del mundo. Fue en el año 2005 en que científicos de la Universidad Nacional de Seúl, Corea del Sur, utilizando la misma técnica empleada para crear a Dolly, clonaron al perro a partir de células adultas mediante transferencia nuclear de células somáticas.  

Pero ahora, en un trabajo innovador, una empresa ha llevado la técnica de la clonación, de los laboratorios de las universidades y centros de investigación, al mercado. Se trata de una empresa de origen coreano: Sooam Biotech Research Foundation. Confieso que, al principio, pensé que se trataba de un asunto de ciencia ficción, pero no, la compañía se dedica al increíble negocio de clonar a tu mascota muerta. Hasta este año, Sooam Biotech ha clonado exitosamente más de 1,000 perros. La empresa dice que sus clientes son gente que tiene lazos muy fuertes con sus mascotas, y que clonarlas le da una alternativa psicológica al método tradicional de dejar al animal irse y guardarlo en la memoria, explica Wang Jae-Woong, investigador de Sooam. 

Jeong Yeon-Woo, jefe de los investigadores de Sooam Biotech, comentó que la clonación de mascotas es una reacción que provoca en las personas recuperar a su animal de compañía. Corea del Sur, es hasta ahora el único lugar en el mundo en donde se realizan clonaciones de mamíferos, especialmente perros, y sus costos son muy altos: cien mil dólares, un precio que estoy seguro disminuirá sensiblemente en el mediano plazo. 

La clonación es un procedimiento sorprendente. Muchos científicos nos quieren hacer verla como una etapa inevitable en nuestro desarrollo tecnológico. Sin embargo, el progreso de la humanidad no siempre se define por la innovación científica. En el caso de la clonación –tanto de humanos como de animales– hay gente que apela a que el progreso del planeta se defina por el ejercicio de la sabiduría y de la autolimitación. Hasta ahí está muy bien, pero convenza con esos argumentos a quienes pierden un ser querido –como puede llegar a ser un perro– y el sentimiento que experimentan al poder recuperarlo gracias a la ciencia.  


@marcosduranf 

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