Manolo: Entre la suerte y el destino
Marcos Durán Flores
La correlación entre suerte y destino, ha sido por siglos un tema de discusión para filósofos y científicos sociales. Hay quien cree, que la suerte, fortuna o providencia, controla nuestro destino y que mucho de lo que nos ocurre, sucede por casualidad. Que hay una fuerza o poder que determina eventos favorables o desfavorables; que uno puede estar en la parte superior de la rueda, pero el azar y las circunstancias pueden hacerla girar por un viento repentino o el empuje de una fuerza divina.
La «suerte» o «fortuna» como fenómenos, eran nociones ajenas a los pueblos antiguos. Incluso Aristóteles, que creía en la existencia de la suerte, y estaba particularmente interesado en el caso de las personas que siempre la tenían, llegó a la conclusión de que debía ser de inspiración divina y que su fuente se encuentra en el reino de lo sobrenatural.
La idea de que la “suerte” nos es otorgada por una fuerza divina, parece ser universal y sobrevive hasta el día de hoy, con la increíblemente popular fascinación moderna con la astrología. Pero hay argumentos encontrados, y entre ellas podemos referirnos a la idea de la meritocracia y la suposición de que las personas exitosas llegan a donde están, a fuerza de sus propios esfuerzos, de su talento, aunque en ocasiones el éxito y el fracaso, dependen de eventos que están completamente fuera del control de cualquier individuo.
Manolo Jiménez ha tenido una carrera política cuidada desde el principio, una que parecería tener como destino manifiesto el gobernar Coahuila. Nacido en una familia con fuertes lazos entre el sector privado y la política, su abuelo, el ingeniero Luis Horacio Salinas, fue un notable político de los años setenta, hombre inteligente y meticuloso que hizo de su nieto su alter ego y lo preparó con cuidado para llegar. Por su parte, su padre, el ingeniero Manuel Jiménez Flores, es un “rara avis” en el espectro empresarial, un hombre que, por décadas, sembró amistades por todo el estado.
Por su parte y en la construcción de su propio destino, Manolo ha sido regidor, diputado y alcalde de Saltillo, donde tuvo resultados notables en seguridad que, sumado a un buen manejo de su imagen, lo colocó como la mejor opción de Miguel Riquelme para sucederlo.
Pero es imposible negar que Manolo ha corrido con mucha suerte o fortuna y si no me cree, juzgue usted: En 2017 levantó la mano para ser alcalde por solo un año -opción que desdeñaron otros políticos de su partido- y luego se reeligió por otros tres años. Tomo el riesgo y acertó. Al interior de su partido, otros precandidatos no crecieron y se hicieron a un lado.
Luego, en una arriesgada maniobra que buscaba allanarle el camino a la candidatura, el año pasado se echó a andar una reforma electoral para asegurar, disfrazada de equidad, elegir a un hombre como gobernador, hecho que llamó la atención de la Suprema Corte de Justicia que llegó a proponer que fuera al contrario y que hubiera solo candidatas a gobernador. La propuesta fue desechada por magistrados locales, lo que dejó sin materia a la SCJN; la bala había pasado muy cerca.
Después, la suerte volvió al sonreírle cuando la alianza PRI-PAN-PRD eligió en el Estado de México a una mujer como candidata, un hecho que permitió que en Coahuila esa alianza compitiera con un hombre. El resultado más probable de esa decisión, es que, en Edomex, Alejandra del Moral, pierda sin remedio y Manolo Jiménez está en posición de ganar.
A eso agreguemos que el PAN, la oposición histórica en Coahuila, se redujo al grado que Memo Anaya, que hace seis años acaricio la gubernatura, es hoy uno de sus coordinadores de campaña. Luego y como regalo navideño, Morena, el partido del presidente López Obrador, que en cuatro años ganó 21 gobiernos estatales, se desangró en su elección interna, dividiéndose entre Guadiana y Mejía; los dioses volvieron a sonreírle dejándolo sin una oposición real.
Pero se acerca un reto mayor para Manolo Jiménez, uno que requerirá de mucho más que solo buena suerte: Convencer a los electores de que el PRI, merece una nueva oportunidad y alcanzar la increíble cifra de 100 años gobernando Coahuila. Lograrlo requerirá que el complejo mundo del azar y de los planes conspiren a su favor. Y es que el destino puede dictar lo que será, pero cómo se produce ese destino es una cuestión de azar.
@marcosduranf