lunes 20, mayo, 2024

DOGMA DE FE

La ballena 

Marcos Durán Flores 

A pesar de que se han flexibilizado un poco (solo un poco), los estándares de salud y belleza, ha tenido, durante generaciones, un hilo común, presente en casi todas las principales tendencias: la gordofobia.  

La ciencia ha dicho que la obesidad es la mayor amenaza para la salud pública y quizás tengan razón, pero la obesidad daña tanto a quienes la padecen como lo hacen los estigmas existentes sobre sus cuerpos. Pero quiero ser claro, sé que la obesidad aumenta el riesgo de padecer diabetes, enfermedades del corazón, muerte temprana, pero también de discriminación y bullying. 

Las personas gordas hemos experimentado esa discriminación en muchas formas más allá de los que su imaginación pueda asumir. Le cito un ejemplo: No existen protecciones legales contra la discriminación por obesidad y la vida diaria está hecha para gente con cuerpos delgados y espacios públicos que dificultan que las personas gordas realicen tareas tan simples como ir al cine o tomar un vuelo. La ropa de talla grande es mucho más difícil de encontrar: cuanto más grande es la talla, menos opciones tienes y más cara también. Estos ejemplos son solo una muestra, cuando se trata de las muchas formas en que la gordofobia crea injusticia en la vida diaria. 

Además, las campañas contra la obesidad en la forma en cómo se aplican, estigmatizan e imponer vergüenza sobre los cuerpos. Y a quienes no son personas gordas, les enseña el prejuicio a los gordos. Cuando la cultura y el mundo médico están constantemente impulsando la idea de que la «obesidad» debe eliminarse, las que sienten ese estigma, son… Las personas gordas.  

Ha llegado tan lejos la “gordofobia”, que existe una nueva clase de racismo que clasifica los cuerpos. Los gordos están en buena medida socialmente excluidos y acosados para que sean personas “más saludables”. Estas son las consecuencias directas de vivir en una cultura que vilipendia y teme a los cuerpos gordos y que trata a las personas que viven en ellos como seres moralmente inferiores. 

Como una persona gorda, encontré a la película “La Ballena” devastadora, dos horas dolorosas de confirmar cómo la sociedad odia los cuerpos gordos, dos horas de estereotipos y como le ruegan al protagonista que cambie y deje de ser gordo, ya no por salud sino por prejuicios. Se trata de una obra de arte que duele, porque perpetúa argumentos severamente dañinos para quienes padecen obesidad, un daño aún más que el de la relacionada con la salud. Pero el argumento es dolorosamente real y Brendan Fraser ganará sin duda el Oscar al mejor actor. 

Y el argumento es real porque el abuso y la intolerancia de la sociedad hacia las personas gordas los llega a creerse de que se trata de salud, no de prejuicios de esta guerra contra la obesidad, enfermedad que daña la salud de las personas, pero también a quienes hemos vivido por décadas en un cuerpo «obeso», estigmatizados y patologizados por el tamaño de un cuerpo. 

Hoy, la categoría basada en el índice de masa corporal (IMC), es una ecuación matemática basada en la altura y el peso. Mide la apariencia física, no la salud. Nunca tuvo la intención de usarse para problemas de salud individuales, sino para el análisis estadístico de un grupo. Cuando la ciencia médica declaró que la obesidad era una enfermedad, olvido que con ello estigmatizaba y daba un trato indigno a esas personas. 

Nada ha funcionado hasta el momento, ninguna política pública, pues los mexicanos seguimos engordando como también lo hacen los bolsillos de los dueños de compañías de alimentos “bajos en calorías” y los de las empresas farmacéuticas que ofrecen medicamentos para bajar de peso, claro que sin éxito para quienes los utilizan. 

Estamos ante un ejemplo de que los dogmas, los mitos y los prejuicios han superado la evidencia real en nuestra visión del peso y la salud. Decirle a la gente que necesita perder peso es muy parecido a decirle a alguien que tiene una gripa que deje de estornudar tanto; pues eso no hará que el resfriado desaparezca: mientras tanto, la gordofobia, la exclusión y los prejuicios, aumenta tanto como el peso de las personas. 


@marcosduranf

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