domingo 24, noviembre, 2024

DOGMA DE FE

Facebook y su mayoría de edad 

Marcos Durán Flores 

La noche del cuatro de febrero del año 2004, Internet experimentó un cambio fundamental, cuando Mark Zuckerberg y algunos amigos de la Universidad de Harvard, decidieron lanzar Facebook y ponerlo en línea. Inicialmente llamada TheFacebook, y dirigido entonces a ser una red de carácter universitaria, hoy casi dos décadas después, la red social ahora cuenta con más de 2.960 millones de usuarios, lo que significa que más de una tercera parte del planeta, use Facebook para recibir noticias, compartir fotos y chatear en línea.  

Sin embargo, hay quienes hoy creen que Facebook ha perdido de vista la razón por la que la gente usa su sitio, “dando demasiado peso a los anuncios”. En su algoritmo y dejando un tanto de lado la libertad de expresión versus la censura. Y es que luego de Facebook y otras redes sociales, tuvimos por primera vez en la historia humana una herramienta para expresarnos masivamente sin necesidad intermediarios. Hoy, gente como usted y como yo, no necesitamos más de los medios tradicionales para comunicarnos, buscar reconocimiento social, difundir la ciencia, cualquier expresión artística o denunciar el abuso de los poderosos. Esto se ha logrado solo gracias a las redes sociales, el instrumento que acabó con la censura y que ha obligado, a quienes deben rendir cuentas, a establecer un diálogo y no un monólogo, a no abusar del poder. 

Gracias a las redes han trascendido escándalos de empresas y políticos corruptos, cuyo poder o posición económica los hacía creerse inmunes, pero que al final han sido denunciados, exhibidos y a veces hasta encarcelados. Algunos medios de comunicación tradicionales lo han entendido y hoy utilizan las redes, no solo como un complemento, sino como su principal forma de llegar a sus lectores. 

El poder de las redes es real e innegable, así como su impacto en nuestra vida, y con ello incluyo el fortalecimiento de nuestra democracia. Las redes sirven para causas que antes tenían un alcance limitado, para que los que no tenían voz hoy la tengan. Los casos son muchos: la ayuda a niños enfermos, la denuncia en contra del abuso animal, encontrar personas desaparecidas, etcétera. En las redes se expresa nuestra capacidad de amar y de ser solidarios. Pero también, como siempre hemos hecho en la historia, los humanos lo han echado todo a perder. La gran oportunidad para ayudar con las redes sociales a construir un mundo más igualitario, incluyente y tolerante, la hemos botado a la basura. Y es que a las redes hemos traído nuestras virtudes, pero también todos nuestros defectos. Tenemos la libertad para decir lo que sea y, a veces, a costa de lo que sea. 

Y ahí están la difamación, las mentiras y las fake news, cosa de todos los días. Tampoco las redes sociales y el Internet han cambiado nuestra pobre capacidad de interacción y aceptación social de quienes piensan distinto a nosotros; o a repetir, aceptar y dar como válida información falsa; o respetar otras religiones y, mucho menos, han servido para disminuir nuestra tendencia a la violencia, pues esas son como tal, atributos humanos fundamentales. 

Lamentablemente, las redes se volvieron altamente peligrosas, y ahí está el ejemplo de las audiencias del fundador de Facebook en el Congreso de los Estados Unidos, aceptando su influencia en las elecciones estadounidenses, durante la primera campaña presidencial de Donald Trump. Un ejemplo de su influencia abrumadora, los riesgos obvios de utilizar indebidamente la información privada y la inutilidad de esas compañías, invita a que los gobiernos piensen en su regulación. 

Las redes tienen que cambiar, es cierto. Lo que no está claro es cómo. Las empresas de redes deben garantizar que su información esté asegurada. Por mi parte, creo que el gobierno debe mantener sus manos fuera, siempre y cuando las empresas demuestren que se puede confiar en ellas. El contenido es un tema distinto, salvo algo ilegal, la regulación debe permanecer fuera, pero es necesario desarrollar una forma de identificar, desenmascarar y evitar las fake news. 

Lo que me queda claro es que debe hacerse, porque Facebook y otras redes han demostrado una y otra vez que no han podido con esa tarea, y nosotros tampoco, en esta, la única oportunidad en la historia en que todos tuvimos voz. 

@marcosduranf 

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