La teoría del todo
Marcos Durán Flores
Trescientos años después del día que murió Galileo Galilei, el 8 de enero, nació otro genio: Stephen Hawking. El profesor Hawking inició su carrera trabajando en el Instituto de Astronomía y después en el Departamento de Matemáticas Aplicadas y Física Teórica, ambas en Cambridge, pero a partir de 1980 y hasta el 2009 impartió la “Cátedra Lucasiana”, la misma que hace casi 350 años estuvo cargo de Isacc Newton.
Durante su prolífica carrera como científico y divulgador de la ciencia, Hawking ha sido nombrado como miembro honorario de la Royal Society en Inglaterra y de la Academia Nacional de Ciencias en los Estados Unidos. España le otorgó el Premio Príncipe de Asturias. Hawking público diversos libros entre los que destacan “Breve Historia del Tiempo”, que vendió 25 millones de copias; “Agujeros Negros y Pequeños Universos”, “Brevísima Historia del Tiempo” (versión revisada y ampliada de su primer best seller), “La Teoría del Todo”, que dio pie a una película ganadora del Oscar, y “El Universo en una Cáscara de Nuez”.
Pero la gran pasión de su vida fue desentrañar el universo y las leyes que le gobiernan. Hawking también mostró que la teoría de la relatividad implica que el espacio y el tiempo han de tener un principio, que los agujeros negros emiten radiación térmica y que existirían millones de mini agujeros negros formados por la fuerza de esta misma explosión origen del todo.
Enormes fueron sus aportaciones del científico más famoso de nuestros tiempos a la cosmología y la física teórica, así como también sus esfuerzos por divulgar la ciencia que lo han llevado a emprender numerosos viajes (incluyendo uno de gravedad cero).
Pero como todos sabemos, no hay felicidad completa, pues la esclerosis lateral amiotrófica mantuvo por décadas al cuerpo del Stephen Hawking atrapado en una silla de ruedas, aunque su mente consiguió viajar hasta los confines del Universo, ese mismo que de acuerdo a sus teorías no tiene bordes o límites en el tiempo imaginario.
Y en esos viajes intento dar con la esquiva teoría del todo, esa que con toda seguridad se encuentra en el corazón mismo del Cosmos. Un viaje que ha emprendido llevándonos a las fronteras salvajes de la ciencia, donde la teoría de las supercuerdas puede contener la última pista del rompecabezas, una aventura intelectual emocionante en donde procura combinar la teoría general de la relatividad de Albert Einstein y la idea de Richard Feynman para diseñar una teoría unificada completa que describa “todo lo que sucede y sucedió en el universo”.
Se trata de un viaje surrealista a través del espacio-tiempo que ni siquiera Dalí hubiera imaginado. Uno más allá de las tres dimensiones espaciales que percibimos: ancho, largo y profundo; uno donde por fin podemos descubrir los secretos de la semilla cósmica de la cual surgió nuestro propio universo.
Esas preguntas se hace el científico inglés en su libro “El Universo en una Cáscara de Nuez”, en el que Hawking parafrasea a Shakespeare en “Hamlet”, cuando el Príncipe de Dinamarca dice: “¡Dios! Sería yo el rey del espacio infinito incluso encerrado en una nuez”. Describía así su vida, atrapado físicamente en un cuerpo atrofiado, pero con una mente que la enfermedad no pudo detener hasta su muerte. Así, los humanos somos como reyes de un espacio infinito, pues no existen límites para el conocimiento y en unos pocos miles de años pasamos de vivir en tribus dedicados a la caza y con absurdas supersticiones, a trabajar en el descubrimiento del Bosón de Higgs y enviar el vehículo Curiosity a Marte. Nuestros únicos límites siguen siendo los dogmas que nos separan y los daños que hacemos a la naturaleza, a la que asegura terminaremos por destruir.
Hawking intentó responder las preguntas que han originado la búsqueda del Santo Grial de los científicos y de todos nosotros: ¿cuándo, cómo y qué creó el todo? ¿Por qué estamos aquí y de dónde venimos? Una obra que nos lleva al límite de la física teórica, un terreno en donde la verdad es más extraña que la ficción y que siempre se torna delirante. El científico inglés, sepultado junto a Newton, Darwin y Faraday en la Abadía de Westminster en Londres, aseguraba que en el futuro mediano, la ciencia estaría por develar una sola ecuación unificadora que explique todo el Universo, algo que nos llevaría a una pregunta igual: y si lo hicieran, ¿cómo lo sabríamos?
@marcosduranf