Marcos Durán Flores
366 días después
Contar los días y las horas, para fijarnos una idea del tiempo y darle así un sentido a nuestras vidas, ha sido siempre una obsesión de la raza humana. Desde siempre, el fin y el comienzo de los años se organizaban y se siguen organizando en torno a eventos agrícolas, astronómicos y religiosos. Han sido alrededor de 4 mil 570 millones de ocasiones en que la Tierra ha completado el movimiento de traslación, ese que nos hace orbitar alrededor del sol impulsados por la gravitación. Este año, este proceso ha tomado 366 días, 5 horas y 57 minutos, y a este tiempo nuestros antepasados lo llamaron año. En el caso de estas horas adicionales, han sido la razón por la que cada cuatro años añadimos a febrero un día, nombrándolo año bisiesto como fue el 2024.
Desde hace mucho tiempo los humanos han celebrado el final y el comienzo de una nueva era, de un nuevo año. En Babilonia, hace cuatro milenios, celebraban el inicio del año coincidiendo con la primera luna nueva después del solsticio de invierno, y con ello una gran fiesta religiosa a la que llamaban “Akitu”. En el antiguo Egipto, el año iniciaba con la inundación anual del Nilo, coincidente con la aparición de la estrella Sirio o Alfa Canis Maioris.
En la Roma antes del Imperio, Rómulo, fundador de la ciudad eterna, impuso un calendario solar que constaba de 10 meses: 6 meses de 30 días y 4 más de 31, celebrando el año nuevo el día 304; después el rey Numa Pompilio agregó los meses de enero y febrero. Pero al pasar de los siglos, ese calendario cayó fuera de sincronía con el Sol, siendo hasta el año 46 a.C. cuando el gran Julio César resolvió el problema consultando a astrónomos y matemáticos. Se introducía así el calendario Juliano, que funcionó por más de un milenio. Era el tiempo en que el 1 de enero se honraba a Jano, dios romano de todos los comienzos y finales, cuyas dos caras le permitían mirar hacia el pasado y el futuro.
Pero tras el triunfo del cristianismo, el inicio de año se movió a fechas de alto significado religioso como el 25 de diciembre. Fue entonces que, a iniciativa del papa Gregorio XIII, se restableció el primer día del año al 1 de enero, instituyéndose así el calendario gregoriano, por el cual se rigen hoy día la mayor parte de los países. Mañana inicia el año 2025 de la actual era y, al igual que Jano, podremos mirar al pasado imaginando el futuro; pensar lo que hicimos bien y mal.
Dispondremos de la gran oportunidad de cambiar, de vivir y de disfrutar con intensidad de nuestras cortas vidas. Pero no espere milagros, porque el nuevo calendario no disolverá los espectros de nuestros males, seremos los mismos, quizás solo más viejos. El sol saldrá como siempre por el oriente y tendremos los mismos vicios y defectos y, con algo de suerte, las mismas virtudes. Y nada me agradaría más que decirle que con este nuevo año, todos sus anhelos y propósitos se cumplirán y que todo saldrá a la perfección, pero lamentablemente no será así.
El próximo año será, como todos los anteriores, mezcla de buenos y malos momentos, de alegrías y tristezas, de risas y de llantos, de amor y desamor. Y aunque agotados por la rutina y los aspectos negativos, de una cosa tiene que estar seguro: el siguiente año pasará más rápido que cualquier otro, pues al tiempo no se le puede retener o detener. Y es que a partir de cierta edad los días parecen eternos, pero años se pasan volando, así que disfrútelo al máximo, pero sin perder de vista las pequeñas y grandes maravillas de la vida como son el amor en cualquiera de sus expresiones, el beso de un hijo, la plática con los amigos, disfrutar los regalos diarios que nos dan el universo y la naturaleza, y de la evolución de cientos de millones de años: nuestro cuerpo.
Aprovechemos el nuevo año y hagamos la ocasión perfecta para perdonar y ser perdonados, el año de las segundas oportunidades, de los nuevos comienzos, de los finales, dejando de lado aquello que nos lastima, de cumplir pequeñas metas, de ser un poco más compasivos… A pesar de que, cuando termine el nuevo año, nos demos cuenta de que no lo logramos.
Termina un año más e inicia un nuevo año calendario y 366 días después, no me queda más que intentar celebrar la vida, porque estar aquí bien ha valido la pena; y quién sabe, quizás con algo de suerte y mucha preparación pueda ser un gran 2025. ¡Feliz año nuevo!
@marcosduranfl