Sabia virtud
Marcos Durán Flores
Muchos creemos saber qué es el tiempo, ese misterio al que le hemos dado un nombre, que sabemos que debe existir y, sin embargo, nunca hemos sido capaces de definirlo de manera adecuada y completa. Hemos sido lo suficientemente inteligentes como para darle un nombre, y lo suficientemente inteligentes como para saber que hay más de lo que realmente podemos explicar, pero ahí es donde terminan nuestro entendimiento.
Y es que la naturaleza última del tiempo sigue siendo un misterio; acaso una ilusión que está ahí, pero que no podemos ver, sentir, saborear, tocar ni oler; a pesar de que experimentamos su paso y vivimos constantemente empujados y tirados por él. Entonces, ¿cómo es que ejerce tal poder sobre nuestras vidas? Pero, ¿es quizá algo que sólo se mide en nuestra mente?
No lo se, pero desde siempre hemos estado obsesionados con medirlo. Hasta hace 500 años, los lo identificábamos observando la salida y puesta del sol y por medio de calendarios. Hoy, el tiempo es solo el tic-tac de un reloj, el sonido de una alarma, la hora en el teléfono. Medimos el tiempo con el concepto en que una hora se compone de minutos, un día de horas y un año de días. Estos elementos del espacio-tiempo, nos dan acaso un poco de conciencia acerca del propósito que tenemos en este planeta; un esfuerzo por entender esta aparente eternidad, aunque nada es para siempre, ni siquiera el tiempo.
Pero rara vez pensamos en su naturaleza fundamental y pocas veces nos hacemos la pregunta de ¿Qué miden los relojes? Miden algo invisible y que va siempre hacia adelante con una fuerza constante que jamás se detiene, una especie de río en donde no se puede tocar la misma agua dos veces, porque el flujo que ha pasado nunca pasará de nuevo. Nos movemos a través del tiempo como trenes en una vía, sin forma de revertir nuestro curso o ir en otra dirección que no sea la que el tiempo nos ha trazado.
¿Y es que cómo pueden ser el pasado y el futuro, cuando el pasado ya no es, y el futuro aún no es? Así que cuando usted lea esto, probablemente piense que este momento exacto -el ahora- es lo que está sucediendo, pero lo que leyó hace unos momentos, ya es el pasado.
Sin embargo, obsesionados con medir el tiempo, pero no en aprovecharlo, sentimos que la vida se nos va en un suspiro, y los años y las épocas las vemos pasar en un instante. Esta percepción aumenta con los años, cuando la vida nos da menos nuevas experiencias y más rutina y como los humanos sentimos que vivimos construyendo futuros recuerdos como modo para medir el tiempo, tenemos la sensación de que el tiempo vuela.
Por eso es que tarde, muy tarde nos damos cuenta que el tiempo avanza y que en su marcha inexorable no hay vuelta atrás. Imposible volver sobre nuestros pasos para enmendar errores y excesos, tampoco para disfrutar de triunfos y alegrías del pasado, quizás solo para añorarlos. Hoy, el futuro devora al pasado y se nos hace tarde, y en este complicado entramado, resta disfrutarlo al máximo ya que cada día que vivimos, es también uno menos de vida. Así que lo razonable sería aprovechar nuestro corto paso por esta Tierra y vivirla con intensidad, pues le aseguro que de esta no saldremos vivos.
En mi caso, me ha tomado más de 50 viajes alrededor del sol para darme cuenta de que hoy, soy tan joven como nunca seré, y tan viejo como nunca he sido, aquí en este maravilloso lugar ubicado entre el ya y el todavía no. Que no dispongo de más tiempo para nada ni para nadie que no suponga nuevas emociones, amor, lealtad e interés mutuo y que este sea honesto, libre y sincero. No puedo perder más mi tiempo con nada ni con nadie que signifique frialdad, indiferencia o mentiras, tampoco para frivolidades ni nada que comprometa mi ser.
Celebremos pues que la vida nos ha concedido la oportunidad de atestiguar que un año acaba y otro inicia. 2022 ha sido uno de grandes aprendizajes; risas, lagrimas, enfermedades, alegrías, tristezas, ver partir a la última de nuestras hijas de casa, en búsqueda de cumplir sus sueños, y la satisfacción de verlos crecer a todos.
El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, largo para los que se preocupan, demasiado corto para los que se alegran, pero para los que aman, el tiempo es la eternidad. Así que este nuevo año, tratemos de amar más y mejor. Que el 2023 sea un buen año.
@marcosduranf