Marcos Durán Flores
Octubre y el color rosa
Octubre llegó y el mundo se volvió mucho más rosa. Es la temporada para poner un lazo rosa en todo, de vestir camisas rosas, de que edificios públicos se iluminen de rosa y de que los portales de internet se vistan de rosa, todo en nombre del Mes de Concientización sobre el Cáncer de Mama. Y así es como se echan a andar campañas promoviendo el autocuidado y la prevención y logró convencerme de que el color rosa es sinónimo de cáncer de mama, pero que, sin embargo, muchas pacientes experimentan momentos negros y oscuros, pues tienen dificultades para afrontar la cruda realidad de un diagnóstico de cáncer que no tiene nada de «color rosa».
El cáncer ha convivido con la humanidad desde sus inicios. El libro “El emperador de todos los males: una biografía del cáncer” del Siddhartha Mukherjee, médico oncólogo egresado de Harvard con especialidad en Oxford, relata que 2 mil 600 años antes de la llegada de Jesús a la tierra, Imhotep –fundador de la medicina egipcia– dio un diagnóstico sobre el cáncer: no hay tratamiento. Del mismo modo revela que Atosa –reina de Persia entre los años 550-475 A. C.– ordenó a uno de sus esclavos que le extirpara un pecho, pues sin saberlo padecía un cáncer que la consumía en vida. 4 mil 600 años después sabemos que el cáncer es la segunda causa de muerte a nivel mundial con 8.8 millones de muertos por año; que los cinco tipos de cáncer más frecuentes son de pulmón –70 por ciento de afectados fallecen–, mama, colon, próstata y estómago y que en México, según estadísticas del año 2022, hubo un total de 85 mil muertes por cáncer, siendo la tercera causa de muerte en el país. Lo sabemos, el cáncer es uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad que, empeñada en combatir los efectos y no las causas, deja como siempre al último las medidas preventivas que pueden evitar esta enfermedad.
Hace 53 años, en 1971, Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, le declaró la guerra al cáncer. Esta gesta, considerada heroica, asemejaba a grandes epopeyas de la ciencia como el viaje a la luna o la vacuna contra la polio. Nixon ofreció que en la década de los ochenta la enfermedad sería detenida, pero la ciencia no ha estado ni siquiera cerca de descifrarla.
Hay que decirlo, el cáncer llega y trastorna nuestra vida social, económica y, por supuesto, la familiar. Con frecuencia, quien lo sufre lidia con daños psicológicos, pierde el empleo, deja la escuela y algunas veces siente vergüenza por tenerlo, incluso llega a atravesar por sentimientos de inutilidad que lo hace perder la autoestima. Este proceso termina produciendo una crisis tan difícil de superar como el cáncer mismo que ya no es el mayor problema para muchos de estos supervivientes, pues luego deben enfrentar discriminación y prejuicios, a muchos se les negará seguir recibiendo sus sueldos o conservar sus empleos y otros no podrán obtener ciertos tipos de pólizas de seguros.
Y aunque a muchos avances, pues en el pasado, el cáncer se consideraba una sentencia de muerte, hoy las tasas de supervivencia han mejorado drásticamente, pero las y los supervivientes y sus familias a menudo se enfrentan a una serie de nuevos problemas, entre ellos el miedo constante a que el cáncer vuelva a aparecer, los conflictos matrimoniales entre los padres, el resentimiento de los hermanos y la pérdida. Y ahí es donde la familia se vuelve importante, pues, a pesar de todo, muchas familias han descubierto que el cáncer los ha acercado más. Los padres valoran a sus hijos como nunca y las parejas empiezan a valorarse como nunca antes.
Así ha sido que, obsesionados por encontrar la cura, nos hemos opuesto a la prevención. La comunidad científica dice que para ganar esta guerra debemos modificar factores de riesgo y hacer cambios en nuestro estilo de vida.
Todos hemos tenido experiencias cercanas y devastadoras con este implacable mal. Todos tenemos familiares o amigos que han fallecido por este motivo. No podemos excusarnos más en la falta de información, ignorar sus riesgos provoca que millones de personas mueran cada año innecesariamente.
@marcosduranfl