Marcos Durán Flores
El apocalipsis ya pasó: nosotros somos lo que quedó del fin del mundo
El largo calendario de días internacionales de la Organización de las Naciones Unidas, marca que el 22 de abril se celebre el “Día Mundial de la Tierra”. Esto, que inició en el año de 1970, tenía el propósito de crear conciencia acerca de que la sobrepoblación, contaminación, calentamiento global y la depredación de la biodiversidad se estaban convirtiendo en los cuatro jinetes del apocalipsis. Pero más de cincuenta años más tarde, estas advertencias solo sirvieron para acelerar nuestra propia destrucción.
Revise usted los datos: en 1970 éramos 3 mil 692 millones de personas, hoy somos 8 mil millones de habitantes y para el año 2045 llegaremos a los 9 mil millones. Esta población demandará alimentos, agua, medicinas, vivienda, materias primas y energía. Solo para alimentar a toda esta gente, será necesario arrasar bosques y desviar agua para producir los alimentos que necesitaremos. Esto se hará a un ritmo tan impresionante que muy pronto podríamos llegar al punto de degradación irreversible.
De acuerdo con los expertos, los tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones, sequías, heladas, deforestación y escasez de agua son la causa del calentamiento global. Se ha probado hasta el cansancio los efectos del bióxido de carbono y de otros contaminantes del aire que se acumulan en nuestra atmósfera, formando una capa gruesa que atrapa el calor del sol y causa el calentamiento del planeta.
Basados en la tendencia de los últimos 50 años, los científicos aseguran que para el año 2055 la tierra será 1.3° C más caliente. Si esto sucede, entre un 20 por ciento y un 30 por ciento de las especies desaparecerán junto a grandes extensiones de bosques. Las sequías e inundaciones afectarían diferentes regiones del planeta, se extenderían los desiertos y se agravaría el derretimiento de los polos y los glaciares.
Muchos estados insulares desaparecerían y en África se incrementaría la temperatura en más de 3° C. Hoy como hace 47 años, el calentamiento global es una grave amenaza, pero las acciones para evitarlo o son escasas, insuficientes o simplemente no nos importan y seguimos produciendo y quemando energía de la forma más arcaica posible.
El hombre, la más grave amenaza, está causando la desaparición de nuestra flora y fauna a una velocidad inusitada. La que podría considerarse como “normal” sería una tasa de extinción de cerca de un millón de especies por año. Hoy, la deforestación, la caza y la pesca causan la muerte de 100 millones de especies anualmente. Destruimos su hábitat, los mantenemos en cautiverio y los matamos para comerlos, por deporte o porque simplemente podemos. El resultado es que 700 especies de animales están al borde de la extinción y mil 600 especies más estén amenazadas.
Con los bosques el daño es igual de dramático. La deforestación, el cambio de uso del suelo y el manejo forestal son responsables de una cifra inimaginable de pérdida de árboles cada año: 15 mil millones. Esto reduce la capacidad de los pulmones del planeta, que pierde oxigenación. Respecto a esto, gracias a la ciencia, hemos podido conocer que nos bastaron poco más de 7 mil años para acabar con la mitad de los árboles de la tierra.
En resumen, podemos decir que lo hemos hecho tan mal, que parecieran ciertas todas las plagas que fueron reveladas por Juan en el Apocalipsis. Los humanos no pueden parar de destruir, y unos cuantos miles de años han sido suficientes para demostrar de lo que somos capaces. En toda esta información se han basado los científicos para afirmar que está en marcha la extinción y le han puesto nombre: periodo Holoceno.
Pero hay más, porque además de lo que hemos hecho a la tierra, sume lo que nos hacemos entre humanos: guerras, violencia, desigualdad social, conflictos étnicos, religiosos, económicos y una lista sin fin. Así que piénselo, pues en ocasión del “Día Mundial de la Tierra”, no sabemos con seguridad cuántos años más estaremos en la tierra dominando lo que quede de este planeta: ¿10 mil o 12 mil años más? Con toda seguridad, seremos la especie sobre la tierra que más rápido se extinguió.
Por esa razón, yo coincido con la conclusión del gran escritor mexicano Juan Villoro cuando dijo: “Estuve en la selva maya y me enteré de que el apocalipsis ya pasó: somos lo que queda del fin del mundo”.
@marcosduranfl