Mañaneras, pueblo y opinión pública
José Vega Bautista
La politóloga Denisse Dresser aseguró a través de un espacio radiofónico que existe una aparente polarización entre la ciudadanía, situación por la que propuso ponerle fin a la conferencia matutina que realiza el presidente, Andrés Manuel López Obrador, desde Palacio Nacional. Asimismo, sostuvo que no es nuevo que la ciudadanía tenga brechas, sin embargo, mencionó que incrementaron por los discursos que plantea el mandatario federal en “las mañaneras”.
“Creo que la solución tendría que ser el fin de ‘la mañanera’. No niego que México tenía brechas preexistentes: sociales, culturales, de raza, de clase, pero (en) ´la mañanera’ se atizan esos agravios y (se) crean enemigos a conveniencia”, opinó en el programa Aristegui Noticias (julioastillero.com).
El hecho es que en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha optado por un modelo de comunicación encabezado por él en una exposición diaria. Su conferencia mañanera determina la agenda pública, fija los temas de conversación en redes sociales y construye un relato cotidiano de la Cuarta Transformación. La comparecencia diaria del Presidente rompe la dinámica de trabajo de los medios, poniendo contra las cuerdas a reporteros, editores y jefes de redacción. AMLO provoca que los diarios matutinos parezcan viejos a las 7 de la mañana, desbarata guiones y escaletas en los noticieros radiofónicos, y vuelve irrelevantes los telediarios matutinos, salvo que éstos transmitan en vivo desde Palacio.
Más de la mitad de las notas que se leen en la sección política de la prensa diaria se derivan de la mañanera del día anterior, o tienen que ver indirectamente con ella. El problema es que cuando uno lee esos diarios, Andrés Manuel ya está hablando de otra cosa. El ritual se repite de lunes a viernes, a las 7 de la mañana: el Presidente aparece en el salón Tesorería del Palacio Nacional, normalmente relajado y sonriente, acompañado de uno o varios funcionarios de su administración (nuestrarevista.com.mx).
En palabras de Manuel Castells (“Comunicación y poder”, 2012), AMLO construye a diario un relato persuasivo para afianzar su poder y acorralar a sus contrapoderes. Por eso, en las mañaneras hay buenos y malos, aliados y opositores, neoliberales y progresistas, machuchones y gente del pueblo. Una lógica en la que los antagonistas oponen y resisten, pero también sostienen» (Aristegui Noticias).
De acuerdo con la escritora Sabina Berman, “las mañaneras son vistas por 3 millones a diario. El rating más alto de la Prensa Comercial es de 1 millón semanal” (twitter.com).
Para Dominique Walton la comunicación política “es el espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse públicamente sobre política: los políticos, los periodistas y la opinión pública a través de sondeos”. (Walton, La comunicación política: construcción de un modelo 1995). Lo que significa que todos quienes integramos el Estado gozamos del derecho a opinar y expresar sus puntos de vista y posturas ante el acontecer de la vida colectiva.
La respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador, ante quienes se han manifestado por suprimir las mañaneras, fue: “Mañana vamos a estar en la mañanera aunque quieren prohibirla, imagínense, los conservadores son intolerantes; nada más quieren hablar ellos, no quieren que hablemos todos. Pero, bueno, no van a poder. Nos vemos mañana en la mañanera”.
A mi parecer, más que prohibir o intentar coartar la libre expresión del gobernante, sus opositores deberían de imaginar y elaborar técnicas de comunicación inteligentes y modernas que les permitan contrarrestar la estrategia de comunicación del presidente y así tratar de influir en la opinión pública.
Es de mucha ingenuidad política esperar que, por que ellos lo dicen, López Obrador vaya a renunciar a uno de sus instrumentos políticos que le ha permitido gobernar con una aprobación considerable en los años que lleva de gobierno. No lo hará, que les quede claro.
Finalmente, a esos opositores, les doy un tip: La doctrina de la opinión pública como fuerza gobernante constituye una forma singular de la relativización del Estado al pueblo y de la identificación del poder del Estado con la voluntad del pueblo.
El pueblo sí existe, vale la pena leer a Heller.
@Pepevegasicilia