miércoles 21, mayo, 2025

Difícil momento de la libertad de expresión

Federico Berrueto

De siempre al poder político incomoda la libertad de expresión. La diferencia en una democracia es que a quien critica o disiente se le tolera y si hay altura, se le respeta. En los regímenes autocráticos se descalifica lo que incomoda y se insulta, disminuye o se persigue a quien disiente. La libertad de expresión no es monopolio de los periodistas, también ocurre en la calle, que ahora se amplía porque cada persona con su móvil se vuelve reportero o divulgador de lo que acontece. El presidente del Senado, quien ya debiera estar curtido del trato que recibe en lugares públicos, denuncia ante la FGR a un ciudadano que le molestó, y previa acción penal que le sirve para intimidar y someter le obliga a ofrecer pública disculpa en el Senado, espectáculo de humillación al particular a manera de establecer precedente; “conmigo nadie se mete” es el mensaje implícito del virtuoso de la patanería (Ciro Gómez Leyva dixit), mucho menos en un salón de acceso exclusivo de la línea aérea.

El problema no es el presidente del Senado, sino la postura del poder a partir del arribo de López Obrador. Al amparo del derecho de réplica, prerrogativa ciudadana no de una autoridad, el presidente insultaba y calumniaba con regularidad a los críticos de su gobierno sin la menor contención o proporción. Prácticamente no hubo un medio o periodista independiente de importancia en la formación de opinión que no recibiera agresiva e indigna metralla mañanera. Se volvió parte del paisaje, hoy práctica común de la presidenta Sheinbaum, aunque con menos majadería y sin la altanería de su antecesor.

La libertad de expresión va en franco retroceso y su defensa no estará en tribunales ni en la aplicación estricta del derecho constitucional a la libre expresión con un poder judicial sometido. El caso de Héctor de Mauleón es emblemático. Una persona con influencia judicial y política, Tania Contreras, quien aspira a ser magistrada y presidenta del tribunal de Tamaulipas y con posible apoyo político del gobernador Américo Villarreal en tal empeño (fue su consejera jurídica), emprende una acción legal para callar a un periodista que acredita hechos y verdades que ponen en entredicho la probidad del círculo cercano de la aspirante. El periodista aporta hechos y recibe insultos, descalificación y una orden judicial para obligarlo al silencio, a él y al medio. Un acto de censura con placas de acción de justicia.

Las credenciales periodísticas de Mauleón son irrefutables. Denunciarle por calumnias es infundado, como también poner en entredicho su integridad profesional; que la acusadora invoque violencia política por razón de género representa un agravio a las mujeres que efectivamente lo padecen en una sociedad donde la misoginia es moneda corriente; si hay duda allí está la protección política y blindaje al exgobernador Cuauhtémoc Blanco y al senador Salgado Macedonio.

El problema mayor no está en lo visible, sino en lo que ocurre con discreción y tiene que ver con la autocensura. Son muchas las firmas de calidad marginadas en el proceso de formación de opinión. Los medios convencionales, más que ningún otro género, son propensos a someterse a los dictados del poder. Sucede en la radio, la televisión o la prensa, especialmente en las empresas mayores. La mayor traición a la democracia y a las libertades viene de las empresas de comunicación, por ello adquiere valor que El Universal no haya cedido a la censura.

La libertad de expresión no sólo es amenazada por el régimen que busca influir o silenciar la crítica, por cierto, cada día más necesaria para el bien del país. La mayor amenaza viene del crimen tanto del vinculado al narcotráfico como al crimen político. Los atentados y asesinatos de periodistas en el ámbito local son por incordiar a narcotraficantes, pero también a autoridades o políticos que hacen causa común con los grupos criminales.

El país ha involucionado en muchos sentidos. La presidenta Sheinbaum tuvo el acierto nada menor de suspender la complacencia de su predecesor hacia el crimen organizado, además con mando civil. Se esperaba algo semejante en términos de libertades por su origen en la lucha opositora. No fue así. La mañanera es para anular al mensajero.

Es preciso señalar que México nunca ha sido modelo en el ejercicio de la libertad de expresión, salvo escasos y breves periodos. Existen razones para pensar que ahora vive sus peores momentos por la pinza de intimidación del poder político y del crimen organizado.

Compartir en: