lunes 29, abril, 2024

De poco a poco la mirada se me llena de palabras

Arturo Lazalde

Como un adagio, sortilegio o invocación cuando la mirada se llena de palabras es porque ha sido cautivada, atrapada por las mismas. Ya sea un orador, un libro; las palabras llenan no sólo los ojos sino la vida. Al momento se vuelve uno con las letras y el significado nos hace despertar a una vida muchas de las veces dormida. De poco a poco la mirada se queda vacía es el nuevo poemario de Alfredo Castro Muñoz, joven que lleva construyendo las palabras desde el periodismo y la poesía.

Para ser poeta se necesita valor. Valor para decir la verdad, que como el periodista tiene que tener la honestidad de evocar las palabras. De traerlas a la conciencia, a la vena poética y escribirlas. Creer de verdad en su fuerza. Creer en el momento poético que le da validez a la revelación.

En la poesía el camino que lleva el poeta es indispensable. La vida, la familia los acontecimientos diarios de una nación, las necesidades de un pueblo, son con lo que se enriquece. Estos elementos pueden ser el material-manantial por el cual broten sus palabras. En este caso Alfredo Castro ha tomado el camino de la sensibilización, de la empatía, la compasión. Donde el mismo se vuelve testimonio, personaje.
En su poemario hay una gran familiaridad. De poco a poco vas entrando en su mirada. Vas vistiendo su piel. Sintiendo con sus brazos. Amando con  su alma. Es encontrar el propio cuerpo en las palabras del otro.

“sólo tú entiendes qué habla mi cabeza/ cuando se desarma en el piso/una imagen que se quedó en tu aliento/ahí vive mi sangre paralizada/la más inquieta de mis ideas/una palabra que se pronuncia tantas veces que se desborda”.

La historia de violencia que vivió La Laguna, Alfredo la registra, la ordena en momentos. Al principio es crónica, aparece su formación periodistica: Italia inn, Noche de abril, Natural selection, MAYHEM y de repente en el poema de Imsomnio toma muy de la mano a la metáfora, que ya desde el principio daba pincelazos como un adelanto que nos serviría de prólogo. Porque necesitamos saber la verdad. Encontrar el hilo en lo que vamos buscando. Como golpeando una pared que se sabe derrumbable.

Muertos con imsomio, ebrios y en el limbo. Nos transporta a su desceso. Se siente el dolor ajeno como propio. Los muertos son el propio autor. Se apropia de sus voces para contar su historia.

Pero desde el poema Imsomnio, como comentaba, toma toda la fuerza de la metáfora. Aparecen las monjas, la cruz, las visiones, el diario vivir, como si de repente se olvidara de las historias que nos contó. Sin embargo crece la sensación de unión. Entramos a la psique del poeta, su corazón, su alma muestran el proceso interno de lo vivido. En Pascua y en Capilla Vacía es la transfiguración de la religión en su ser. La traducción de los símbolos en palabras, la rebeldía y la búsqueda:

“pienso en las personas que me buscan/ sin saber de dónde vengo/ sin saber mi nombre”

Las palabras van doliendo, se desgarran:

“entiendo que el agua se fractura/ y yo soy la prueba/ porque mi reflejo no puede verse”

Y al final de la primera parte corta con un epílogo con una ficción corta que sucede en la salida de Zacatecas que nos dice al final de la misma:

“está huyendo de una fuerza que todavía no lo alcanza”.

¿De la bala acaso? La bala que desde el principio la va nombrando como ese objeto que nos arrebata lo nuestro, a los nuestros y nos puede situar en otra realidad.

Es ahí cuando acabas la primera parte, que te das cuenta que no por nada ese segmento del poemario se llama: [sólo la sangre convertida en espejismos]

II

La segunda parte del libro lleva de nombre el mismo que el del libro. Vuelve a la familiaridad, pero con la mirada vacía, de otro en sí mismo. Los poemas dejan de tener título; al menos aparentes. Aparecen otra vez ficciones. Como si se despersonalizara el poeta en los poemas. Aparece la extrañeza. Después del desastre, del trauma todo puede tomar la forma de la esperanza.

            Y el reflejo es igual de importante, pero ahora va más allá de lo convencional, porque para superarse a si mismo hay que estar dispuesto a hacer y pensar cosas nunca hechas o pensadas:


“[…]

un caballo no se busca a sí mismo/ se sabe parte de la transparencia/ se mira como un paisaje de pólvora y piedra. […] Un caballo/ es un salvador/ que pide al agua/ romper su máscara.

Zacacatecas aparece en los textos como epicentro, lugar del nuevo desastre. Los textos le hablan a alguien, ¿al recuerdo?

Un hotel, canciones, un centro comercial, un fósforo, un pueblo, lugares comunes, pero todo significa a la mente y a las emociones que están sensibles. Todo significa y resignifica, trae de nuevo a la amante, a las formas, las sensaciones. Buscando vida. Sentirse vivo, protegido.

Casi al final del libro; la noticia de que el famoso luchados Silver King murió. Impacto en la algarabía, el folklor nacional. De repente un niño grita echando porras a su héroe y recuerda como un rayo que hay muerte, recuerda el presente más horrible. En el presente que ya no lucha el bien contra el mal, sólo existe el caos. Y en la lucha libre aunque ganen los rudos siempre gana el bien, el equilibrio se mantiene de alguna forma. Ya que al final se acaba la ficción, el espectáculo de la lucha y todo sigue igual. Existe el desahogo en haber querido que gane mi campeón, el hombre que admiro, y me doy cuenta que también mueren, que aún los hombres tienen fecha, tienen cita con la calaca. Y ahora que no está Silver King, ¿quién podría protegerme (nos)? ¿Sirve de algo recordar a mis héroes mientras la realidad supera a la ficción? Mientras mi familia, la realidad se vuelven muerte, tristeza, nostalgia, promesa de la felicidad. Como la promesa de la modernidad. Según especialistas ahora vivimos en la posmodernidad y yo diría: más bien en la posviolencia.

“Soy/ la versión/ malvada/ de alguien/ que conozco”

Al final del libro aparece el apartado de notas. Donde da cuenta el autor a manera de mónologo al lector que 6 poemas fueron noticia real. Como cubetazo de agua fría nos narra los acontecimientos de cada uno. Sin embargo los nervios ya están acrisolados por la realidad; por la lectura. Cubeta de agua fría, sí, pero a la vez esperada, ya que no de menos se esperaban de la profundidad de sus palabras habernos puesto sus ojos en cada poema. Con valentía nos guió. Enfrentó las palabras, diciendo lo que tenía que decir. Nos contó a lo que no debemos huir, sino mantenernos y expresar lo que sentimos. Como este libro que de poco a poco, de verso a verso, nos dejó la mirada llena de palabras.

(Escrito leído en la presentación de dicho libro  en el Instituto Tecnológico de la Laguna el Jueves 11 de Mayo de 2023)

  • Arturo Lazalde (Torreón, Coahuila, 1986). Licenciado en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Maestría en Docencia en Artes por IBAE. Escritor, profesor, actor y director teatral. Pertenece al Departamento de Actividades extraescolares del TecNM Campus La Laguna, desde hace 7 años ha sido promotor cultural. A través de todo este tiempo se ha encargado del taller de teatro, como de varios talleres de lectura, de creación literaria, apreciación de las artes, un cine club y apreciación cinematográfica. Como tal ha organizado eventos culturales en la institución, en teatros, entre otros foros, promoviendo la literatura, el teatro, el cine y el arte. Actualmente lleva el Taller de teatro de la institución como la jefatura de Promoción Cultural del Instituto. También es Director y Dramaturgo del Colectivo teatral: Teatro-Yoltéotl. Entre otras actividades pertenece al círculo literario Mezquite sin sombra. Poemas suyos se han publicado en la revista Estepa del Nazas, Metrópolis y en la revista Redoma. Tiene un poemario virtual llamado Una sola vez viví como los dioses; está preparando su publicación en físico.

Compartir en: