jueves 2, mayo, 2024

De mi libro ‘Historias de Actores’, este trozo de amor al más grande de los dramaturgos

 

«Estamos hechos de la misma materia que los sueños»: William Shakespeare

Raúl Adalid Sainz

Quise saber qué era la poesía y me topé con Shakespeare.

 

Viví, sentí, me enamoré, vi el sol salir por el oriente

era Romeo que anhelaba ser guante y acariciar el rostro de Julieta.

Sentí los celos rabiantes como un monstruo que me ahogaba

era un Otelo encarnizado en busca de venganza.

Vi la luz diáfana en verdad sublime de Cordelia.

Sentí la ceguera vanidad de Lear, lo compadecí al decir sus cinco «nuncas» al ver el cuerpo inerte de su hija. 

Observé mi espejo en Coriolano, esa fuerza que no se apaga en la mentira. Me conmoví ante el horror de cuerpos cual mi México en Tito Andronicus.

Vi mi ambición proferida en sentencia diabólica de brujas a ese mi inserto Macbeth, tuve pesadillas al ver el cuchillo al crimen invitante.

Admiré a Yago en filosofía plena y contemporánea de vida: «La fama

no es sino vano ruido y falsedad e impostura que la mayor de las veces se gana sin mérito y se pierde sin culpa».

Vi la beldad de Desdemona oyendo la aventura terrena de Otelo.

Fui un Edgardo disfrazado de miserable huyendo de procaz mentira.

Fui Gloucester viviendo mi ceguera.

Fui un Alonso buscando por mi hijo en mi propia tempestad.

Fui Ricardo el tercero soñando mi reino por un caballo.

Sí, quise saber qué era la poesía, y me encontré con Shakespeare.

Me encontré con el bardo que me enseñó la vida vuelta drama.

Quizá, tal vez, porque «estamos hechos con la misma materia de los sueños.»

He encontrado mi isla, cuál Prospero he clamado la magia absoluta de los teatros. Ellos sanarán nuestras heridas, nos volverán santos en sentido mejor de la palabra.

 

(A esas letras que se vuelven acciones, emociones, hoguera de todas las pasiones)

 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan

 

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