sábado 23, noviembre, 2024

COSMOVISIONES ENFRENTADAS

Luis Alberto Vázquez Álvarez

En muchos estadios históricos el pueblo mexicano ha confrontado panoramas profundamente disímiles; lo mismo en sus creencias religiosas que políticas, sociales y hasta antropológicas; todas ellas han sido vastamente contradictorias, pero él siempre ha salido airoso y tras afrontarlas, se fortifica y resurge vigoroso tras una nueva incubación del mundo y de sí mismo.

La conquista española encaró a mexicas con peninsulares en el campo religioso por sus concepciones dogmáticas; los mesoamericanos no podían entender por qué el Dios cristiano entregaba su sangre por los seres humanos cuando ellos, por siglos, habían realizado lo contrario, consumaban sangrientos sacrificios a Huitzilopochtli; resultaba incomprensibles convicciones tan contradictorias. Explotando esa situación los misioneros evangelizadores iniciaron una guerra sucia contra los aztecas que perdura y es lucrada aún por hispanófilos ultraconservadores, Lo faccioso fue el exagerado número de sacrificios que según ellos alcanzaba cientos de miles en las fiestas floridas, un “cronista” aseguró que en un día hubo veinte mil sacrificados: (uno cada tres segundos). Justificando así sus ambiciones de riqueza y su sed de esclavismo.

Durante el virreinato surgieron visiones de estado discordantes; por un lado, los peninsulares buscaban mantener el encadenamiento al imperio europeo y los criollos soñaban con una nación nueva en América, libre y soberana donde ellos gozaran de igualdad y posibilidades de gobernar su tierra natal. La guerra sucia estribaba en comadreo gachupín que los americanos no tenían talento para organizar el gobierno, solamente los realistas lo poseían.

Tras la independencia se confrontan las visiones borbonistas y republicanas (1822), las justificaciones imperialistas era que todo poder tiene origen divino. Los liberales reclaman la supremacía para la ciudadanía; aquellos para un emperador. La guerra sucia instigaba al pueblo que todo gobierno surgido de los seres humanos tenía fundamentos diabólicos.

La Constitución de 1857 obligaba a conservadores clericales y notables a perder el privilegio del gobierno autócrata que les permitía enriquecerse sin pagar impuestos y tener fueros exorbitantes. Los liberales laicos seguían soñando con una autoridad secular, la cual ejerciera las funciones del estado civil desde el nacimiento hasta la muerte, privando al clero de ese monopolio. En una guerra sucia como depravados fueron acusados los liberales, castigando con excomuniones a esos masones enemigos de dios (Juárez aún hierve en los infiernos).

La Constitución de 1917 enfrascó en diferencias de ideales sociales a los neoporfiristas carrancistas y a los liberales magonistas; unos para dejar vivas las posibilidades de explotación de riquezas naturales por los extranjeros, así como continuar con la explotación de trabajadores y campesinos; Los otros anhelaban asegurar un futuro nacionalista y de justicia social. La lucha contendió por los artículos 27 y 123. Promulgada ésta, en los tratados de Bucareli (1923), se intentó mantener el neofeudalismo, eurocentrismo y dominio yanqui. Lázaro Cárdenas y López Mateos decretaron la nacionalización de recursos petroleros e industria eléctrica, pero Salinas y sus inmediatos cuatro sucedáneos, con apoyo de legisladores antinacionalistas, paulatina y gradualmente entregaron dichas riquezas a empresas internacionales afectando la economía nacional y los derechos de los mexicanos.

Hoy se vive una cerrada lucha en las urnas por fuerzas políticas antagónicas con intereses irreconciliables. Unos quieren devolver a explotadores extranjeros y nacionales contratos y convenios leoninos sobre las riquezas naturales que en este sexenio se han recuperado para México y, la otra pluralidad, mantiene la visión de que sean mexicanos quienes controlen su destino y los más pobres beneficiados plenamente con dichos recursos en recuperación. Vivimos una contienda de perspectivas discrepantes en que intervienen difamaciones y mentiras atroces: “Nada de combustibles fósiles”, “deben suprimirse refinerías”, vaya, vaya, yo, al igual que al menos 30 millones de mexicanos más, en los próximos diez a veinte años, nos será imposible adquirir un vehículo eléctrico; y los aviones ¿serán eléctricos?, ¿ya no necesitarán gasolina?, y los millones de camiones de carga y pasajeros, ¿ya no utilizarán diésel?

“Guerra sucia implacable” Pretextando defensa del medio ambiente, comunicadores tradicionales y virtuales colocan fotografías o videos de desastres en Ucrania y/o Baltimore junto a textos destacados del incidente menor del tren maya para confundir al público que aún usufructúan. Una inmensa mayoría poblacional sabe que los neoliberales no van a soltar sin luchar todo el poder político y económico invalidado, por ello ya no cree en esa cosmovisión política.

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