viernes 3, mayo, 2024

Conversación con Ludwig Margules

Historias de Actores

Raúl Adalid Sainz

Les comparto esta charla que tuve con el director teatral Ludwig Margules, cuando estudiaba con él, en aquel «Foro de Teatro Contemporáneo», ese romántico espacio de Jalapa y Chihuahua en la colonia Roma. La conversación estuvo acompañada de comida. Me acuerdo que fuimos a comer al «Campirano» de Álvaro Obregón.

Empezamos hablando de sus maestros: Wagner, Seki Sano y Novo, estudió en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM la carrera de Teatro. Comenzó hablando de honestidad: «Todo debe partir de la honestidad, esto parece ser que da miedo, el alumno de actuación debe empezar bajo estas premisas».

Ludwig hablaba de una unión de abstracción y contextualidad como un ideal de actuación, por eso desdeñaba al actor norteamericano que partía siempre de sí mismo para reconocerse en la situación. Me decía que no sabía que obra iba a hacer después de «Cuarteto», trabajo teatral que acababa de estrenar por ese 1996.

Comía deleitándose un arroz con huevo duro y decía: «Batalla y conocerse en el dolor, la actuación es como un parto. No me gusta que mis alumnos o actores me deifiquen, por eso los dejo que solos propongan su quehacer y que aprendan del error, yo lo único que hago es hacerlos ver y dar guías de por dónde deben expulgar; con su razón, sensibilidad e imaginación. No soy director de coloniaje, no me gusta frenar la imaginación del artista».

Ludwig tenía un semblante más colorido, comía con celeritud, pero disfrutaba lo que me respondía.

Raúl Adalid-. ¿Enfrentar el proceso de Ludwig, como alumno o actor, exige un bagaje vivencial, educación, inteligencia que raye en un IQ manifiesto, qué tipo de sensibilidad?

Ludwig-. «Desde luego son necesarios esos elementos, pero sobre todo, valor, intuición, imaginación, y muchas veces el valor de asumirse en ser naco. Sentir, expulgar, sacar conclusiones del dolor de ser de ese estrato. Enfrentarse el alumno, el actor, a sus orígenes ¿quién es?»

Seki Sano, el gran maestro y director teatral japonés llegado a México fue fundamental en su exigencia de verdad, continuamente el maestro Margules nos lo hacía saber.

Ludwig.- «Para mí el cine fue anterior al teatro y los actores rusos, polacos, alemanes, son fundamentales en mi concepción de lo que es la actuación. Una situación que no se ha vivido se debe crear en la imaginación, toda una serie de imágenes terribles que me lleven a creer o a motivarme en el deseo de matar, por ejemplo. Para lanzarse un clavado emocional, primero relajado totalmente, verse en acción con imágenes, nunca repasar el texto, lanzarse al escenario, pero sabiendo qué quiero del personaje, qué me interesa explorar. Esto es una manera de enfrentar el miedo, hay que cogerse a la censura, a la propia».

Terminamos de comer. Ludwig vio todavía las charolas del buffet y fue a una de ellas; tomó un huevo cocido y lo engulló, «coge uno tú, no te reprimas». El maestro era como un niño feliz comiendo. De camino al foro, le dije -.»que dura obra «Cuarteto», para tus actores Ludwig- a lo que él respondió, alzando al hombro una mochilita gris que llevaba- «que se chinguen para eso son actores».

Lo acompañé a su escuela, «El Foro de Teatro Contemporáneo», y le pedí una carta de recomendación para la compañía de teatro a donde pensaba pedir trabajo como actor en Nueva York. Ludwig me regaló una carta que conservo como uno de los más grandes tesoros que esta profesión me haya regalado.

Un gran maestro, gran director. Exigencia, rigor, inteligencia, sensibilidad, discurso teatral traducido con grandes signos que eran planos de realidad de la vida. Maestro insustituible. Guías que son faros de luz en medio de la oscuridad de la noche.

Gracias Ludwig Margules por tanto que nos diste.

Nota: Esta comida sucedió en junio de 1996. Al terminar mi instrucción con Margules, mis pasos tomaron rumbo de Nueva York. Antes de irme, Ludwig me dijo: Si quieres ser buen actor vete a Rusia, a Alemania, a Polonia, en Estados Unidos los actores se vuelven homosexuales. Me dio risa, no es que Ludwig fuera homofóbico, desdeñaba simplemente al actor de la escuela del «Actors Studio».

Texto que forma parte de mi libro: «Historias de Actores» (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico).

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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