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El sector de los videojuegos no deja de avanzar, innovar y ofrecernos nuevos e interesantísimos títulos a los que echar cientos de horas. Pero eso no evita que los más nostálgicos regresemos inevitablemente a los juegos clásicos una y otra vez, de la mano de los emuladores que podemos instalar en nuestros ordenadores.
Además, al tratarse de títulos antiguos, no precisan de grandes alardes de hardware para funcionar a las mil maravillas; incluso si nuestro PC o portátil gaming no cuenta con lo último de lo último en componentes, podemos jugar a cualquier videojuego retro sin mayores problemas. Así que no hay excusa: los amantes de lo retro tienen un amplísimo catálogo de posibilidades con sus equipos gaming, con los que dar rienda suelta a la nostalgia gamer.
Y aunque esto puede bastar en la mayoría de los casos, por la facilidad y la comodidad que supone instalar emuladores en nuestro PC para jugar cuando nos apetezca, puede que queramos dar un pasito más allá y contar con una máquina arcade exclusivamente dedicada a jugar a los títulos que marcaron nuestra infancia y adolescencia.
De modo que si nos encontramos en esta tesitura, básicamente tenemos dos opciones: adquirir una máquina recreativa de las que encontramos en el mercado o fabricarla nosotros mismos.
La primera opción juega a su favor la baza de que no tenemos que perder tiempo en crearla; sólo tenemos que comprarla, instalarla en el rincón que más nos guste de nuestro setup y poco más. Por contra, estas máquinas suelen ser relativamente caras y cuentan con un catálogo limitado de juegos. Momento en el que entra en juego la segunda opción: si fabricamos nuestra propia máquina recreativa ahorraremos dinero, tendremos más opciones de personalización y disfrutaremos del proceso de crear desde cero un dispositivo que nos ofrecerá miles de horas de entretenimiento.
Así, a continuación vamos a repasar qué necesitamos si queremos dar el salto desde los simples emuladores de nuestro PC gaming a una máquina recreativa completa, con sus sticks, su diseño retro y su todo. ¡Vamos con ello!
Máquina recreativa retro: ¿Qué debemos comprar?
Bien, estamos convencidos de crear nuestra propia máquina recreativa. De modo que sólo tenemos que comprar las piezas y componentes necesarios, armarnos de paciencia y dedicar unas cuantas horas para llevar a cabo este cometido. Pero, ¿Qué necesitamos comprar exactamente? Repasemos qué necesitamos.
Monitor con relación de aspecto 4:3
Uno de los periféricos más importantes a la hora de crear una máquina arcade es el monitor. Y a diferencia de cuando se trata de jugar a títulos actuales con nuestro PC o portátil gaming, aquí no buscamos un gran desempeño, especificaciones de infarto y lo último del mercado. No, lo que nos interesa es encontrar un monitor económico, con una resolución baja y, muy importante, una relación de aspecto de 4:3.
En la actualidad lo habitual es usar monitores y televisiones en 16:9, e incluso con ratios mucho más alargados: monitores panorámicos, ultrapanorámicos… Los juegos de hoy en día aprovechan estas diagonales a las mil maravillas y no hay mejor modo de disfrutar de títulos de última generación. Sin embargo, cuando hablamos de videojuegos retro hay que centrarse en los 4:3, ya que era el que estos usaban.
En este sentido, como era de esperar, en el mercado de los monitores no hay mucho entre lo que escoger. Pero sí que vemos algún que otro modelo que nos sirve a las mil maravillas para nuestro cometido, como este del conocido fabricante Asus: el VB199TL.
Por sólo 167,92 euros nos ofrece una diagonal de 19 pulgadas (indispensable, como veremos a continuación), resolución 1280 x 1024p, una frecuencia de actualización de 60 Hz y altavoces, de modo que no necesitaremos hacernos con unos extra para oír los juegos retro. Eso sí, se conecta mediante VGA, puerto tan poco habitual en los días que corren. Pero es algo realmente sencillo de solucionar con un adaptador.
Mueble con forma de máquina arcade
Por otra parte, si lo que queremos es emular lo más fielmente posible la experiencia de antaño, nuestra creación ha de pasar sí o sí por un mueble con forma de máquina recreativa. En este punto, podemos fabricarlo nosotros mismos mediante listones y piezas de madera (u otro material) o comprarlo ya hecho. Que nos decantemos por uno u otro dependerá en gran medida de las necesidades, requisitos… y sobre todo tiempo, de cada cual.
En el caso de que prefiramos ir a por un mueble de recreativa ya fabricado, en el mercado encontramos algunos que cuentan con la forma de las arcade de años atrás. Generalmente, son de madera, y vienen preparadas con huecos para que únicamente tengamos que acoplarles los diferentes componentes y periféricos.
Destacamos este modelo de TALENTEC, que por un precio de 244,95 euros nos ofrece todo lo que podríamos pedirle a una máquina recreativa fabricada por nosotros mismos. Está fabricada con tableros de 16 milímetros de espesor y soporte monitores de hasta un máximo de 19 pulgadas con una relación de aspecto de 4:3. De ahí que antes nos hayamos decantado por un modelo de 19 pulgadas con idéntico ratio; así aprovechamos al máximo las posibilidades de este mueble DIY.
Este TALENTEC cuenta con huecos y orificios en los que introducir los sticks y pads de juego para dos jugadores, así como con soporte VESA para anclar el monitor a la perfección. Tiene una altura de 145 centímetros y viene en color madera. Y para terminar de darle el look que más nos guste podemos pintarlo o decorarlo con pegatinas y vinilos. A gusto de cada uno.
Botonera: sticks retro
Siguiente must have que debe estar presente en toda máquina recreativa DIY que se precie: la botonera. Porque de nada sirve el mejor de los muebles o la pantalla con mejor calidad de imagen si luego no podemos interactuar con los videojuegos.
En los últimos años estamos más que acostumbrados a jugar con ratón, teclado o mando (además de periféricos más específicos como volantes). Pero los jugadores más veteranos recordarán cómo era jugar antaño: en los salones recreativos aporreábamos botones independientes y joysticks de colores. Y la máquina recreativa que tenemos entre manos tiene que contar con los suyos.
El mueble que acabamos de ver (y otros similares, también) cuenta, como decimos, con los huecos necesarios para que añadamos los botones y los pads de juego. Y hacerlo no supone un gran desembolso económico gracias a modelos como este de EG STARS. Cuesta sólo 45,99 euros e incluye todo lo necesario para que no podamos jugar sin problemas: cables, joysticks, botones (incluyendo los míticos «COIN») y conectores para dos jugadores.
Este modelo en concreto viene con botoneras retroiluminadas en colores azul, verde, rojo y amarillo (además de otros blancos), así como con joysticks rojo y negro. Pero está disponible en otras tantas variantes con diferentes colores, para que podamos elegir el que mejor se adapte a nuestro setup gamer y máquina recreativa.
Raspberry Pi: el cerebro
Otra pieza fundamental de esta consola retro que estamos construyendo sobre el papel es, cómo no, el componente de hardware que ejecutará los emuladores y, por tanto, los juegos a los que vamos a jugar. Y no es otro que la famosa Raspberry Pi.
Este famosísimo ordenador en miniatura puede servir para múltiples usos, y es la candidata ideal para el que a nosotros nos compete: correr juegos antiguos. Concretamente, nos decantamos por la versión 3, que viene con una CPU de cuatro núcleos a 1,2 GHz, 1 GB de RAM e incluso con conectividad WiFi y Bluetooth.
Todo ello, por sólo 69,90 euros, un precio irrisorio para el amplio abanico de posibilidades que se nos abre con un cacharro como este en nuestras manos. E incluso si el día de mañana queremos desmontar la máquina recreativa o mejorar sus componentes, podemos reciclar esta Raspberry Pi y darle un nuevo uso de muchas y diferentes maneras.
Unidad de almacenamiento para los juegos: tarjeta de memoria
Vale, ya tenemos el ordenador que moverá los juegos. Pero también necesitamos una unidad de almacenamiento que hará las veces de disco duro en el que instalarlos. Una genial noticia es que este tipo de títulos retro tienen un peso realmente reducido frente a los a veces más de 100 GB que atesoran los de última generación.
Y una combinación perfecta entre Raspberry Pi y unidad de almacenamiento pasa por una tarjeta de memoria microSD. Principalmente, porque hablamos de un dispositivo muy, muy pequeño. Y también porque con apenas 32 o 64 GB tendremos espacio de sobra para instalar lo que queramos sin gastar demasiado.
Un buen ejemplo es este modelo de la conocida firma SanDisk de 64 GB por únicamente 8,94 euros. Efectivamente, por menos de 10 euros podemos almacenar cientos (e incluso miles) de los juegos que marcaron nuestras primeras andaduras en el mundo de los videojuegos.
Esta tarjeta microSDXC incluye un adaptador SD, es de clase 10 y también está disponible en otras versiones en relación al espacio disponible: 32 GB, 128 GB, 512 GB e incluso más. Pero para el uso que vamos a darle, que no es otro que instalar los emuladores y almacenar los juegos retro, con esta de 64 GB no tendremos problemas de espacio jamás.
Cable HDMI
Vamos acercándonos al final con un aspecto bastante obvio pero que no podemos pasar por alto: un cable HDMI. Efectivamente, para transmitir la señal de que sale de la Raspberry Pi al monitor necesitamos uno de estos cables. Aunque también algo más, como veremos más abajo. Pero en la mayoría de los casos, con cualquier HDMI 2.0 iremos más que sobrados.
Cables HDMI los hay a cientos en el mercado, y nos vale prácticamente con cualquiera de los que encontremos. Pero este de UGREEN es una excelente opción en relación calidad precio: cuesta 7,99 euros, es de dos metros (más que suficiente para lo que necesitamos) y nos sirve para otros muchos usos.
Adaptador HDMI a VGA
Finalmente, un añadido que resulta fundamental teniendo en cuenta la elección de componentes de hardware que hemos hecho para esta máquina recreativa es ese adaptador de HDMI a VGA. Básicamente, lo que hace es convertir la señal de vídeo que lleva el cable HDMI que parte de la Raspberry Pi para darle una salida en formato VGA, que es el conector del monitor de más arriba.
Dicho monitor no cuenta con una entrada nativa de HDMI, por lo que se hace obligatorio un conversor como este para que monitor y Raspberry Pi se entiendan a las mil maravillas. Y su instalación no tiene mayor misterio: de un lado le conectamos el extremo libre del HDMI que parte de la Raspberry Pi y, del otro, un cable VGA que irá a al monitor.
Este modelo en concreto tiene un precio de 8,80 euros y, al igual que sucede con la mayoría de los artículos anteriores, podemos usarlo para otros muchos cometidos además de formar parte de nuestra estupenda máquina arcade retro.
(con información de 3D juegos)