sábado 7, septiembre, 2024

CLERO ESAÚCIADO

Luis Alberto Vázquez Álvarez

“Dios ha muerto”

F. Nietzsche

Amante de las obras arquitectónicas monumentales, especialmente las dedicadas al culto religioso, he tenido oportunidad de visitar algunas grandes catedrales europeas y la mayoría de las majestuosas iglesias virreinales mexicanas; embobado, no se puede decir de otra manera, he observado sus riquezas escultóricas, su gigantescas torres y elevadas cúpulas y, al mismo tiempo, la delicadeza de su belleza armónica buscando la gloria eterna.

Me maravilla saber que fueron construidas por manos indígenas en nuestra patria para que millones de personas devotas acudieran a rendir culto a Dios, algo semejante en el resto del mundo por varios milenios, y, hasta hace relativamente pocos años, pletóricas de fieles que, de hinojos, ofrecían oraciones y hasta sacrificios a sus santos, vírgenes e imágenes de Cristo.

Pero ahora resulta que ahí están esas mismas edificaciones enormes con sus esculturas primorosas y sus óleos encantadores con pasajes bíblicos, evangélicos o historias de acciones sagradas. Pero, apenas un puñado de ancianos acude a los oficios diarios, trátese de misas o rosarios que no sean festividades populares o eventos sociales como bodas, bautizos y similares.

Leía, con desilusión, que muchos templos en Europa son ahora museos y observo, sin temor a equivocarme, que considerable número de visitantes a ellos son turistas que van a admirar alguna obra, la basílica en si misma o por simple curiosidad acuden sin ninguna devoción, con harto interés cultural y cero emociones religiosas. ¿Por qué? ¿Será que el filósofo alemán tuvo razón con la frase con que inicio esta columna obtenida de su obra “La Gaya ciencia”? Él insiste: =Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado= refiriéndose a que por falta de fe; al no conservar sistemas de valores y en ausencia de un orden divino, muy especialmente por los eclesiásticos que son quienes deberían ser ejemplo para los fieles, se convierten, no todos, pero si muchos de ellos, en asesinos de la religión con sus actos y pasiones mundanas.

Recordé, para contestarme el por qué de esa cuestión, lo que cuenta la Biblia en el génesis: que el patriarca Isaac oró a Yahvé que permitiera a su esposa quedar encinta y lo hizo de mellizos. Estos combatían dentro de ella. Dios le dijo: «Dos pueblos hay en su vientre, dos naciones que se dividirán. La una oprimirá a la otra; Y el mayor servirá al menor.» (Gen 25:25.) Así nacieron Esaú y Jacob; el primero con todos los derechos de primogenitura. Un día, cuando Esaú, agotado a causa de volver de cazar, le pidió a su hermano Jacob que le diera de comer un guiso a base de lentejas que había preparado; le contestó Jacob: «Véndeme ahora mismo tu primogenitura.» Contestando Esaú: «Estoy que me muero. ¿Qué me importa la primogenitura?» Así despreció Esaú su primogenitura, la cual implicaba el sacerdocio, el patriarcado y la doble porción de la herencia y con ello satisfizo su hambre momentáneamente, pero perdió lo más sagrado del futuro (Gen 25:)

La jerarquía católica, mi iglesia, peregrina según su creador, fue fiel a las enseñanzas evangélicas en sus inicios, pero luego y como quedó dicho desde un principio, se prostituyó y cambió lo divino por lo material de las riquezas terrenales, ha sufrido infinidad de calamidades por su cercanía con el poder político y económico, perdió una gran porción de su feligresía en la reforma luterana y ha sido atacada durante revoluciones sociales como la francesa.

Recientemente, en las elecciones mexicanas de este año, varios altos jerarcas eclesiásticos así como sacerdotes y dirigentes de comunidades civiles con raíces católicas, apostaron a atacar al uno de los contrincantes políticos pidiendo el voto para el contrario con base en criterios cristianos, pero 36 millones de mexicanos, la inmensa mayoría creyentes y hasta devotos de ella, decidieron ir en contra de esas “recomendaciones” y hoy se encuentra perdida, podía no haber participado en la refriega, no haber tomado partido, pero ya que prefirió engorgojadas lentejas a la religiosidad mexicana, está pagando caro, muy caro su deslealtad con el pobre, con el necesitado… y sus templos majestuoso seguirán siendo visitados por turistas, pero los fieles devotos se alejarán cada día más y más.

Compartir en: