(Con la palabra actor hablo de personas: actrices y actores)
Raúl Adalid Sainz
Ser actor, tomar la decisión de serlo, conlleva un camino largo de perseverancia, determinación y mucha paciencia y fe para luchar con los fantasmas del desempleo. Lo paradójico es que aún sin tener chamba, el actor debe seguir activo preparándose.
Observando la vida, viviéndola, leyendo, fortaleciendo su memoria, haciendo ejercicio que mantenga sus articulaciones y músculos en buen funcionamiento, fomentando su imaginación, bailar, creando actividades alternas que le den un modo de vida.
Un intérprete no puede parar o se deforma. Umbrales muy difíciles debe cruzar un actor. Uno fundamental: la prueba de su fe en querer o no ser actor ante la adversidad. Ahí se da la testificación máxima ante sí mismo. El ser o no ser hamletiano. Siempre estará presente esta circunstancia en el camino.
Pero cuando el histrión vive el enorme contento que le da su profesión es el ser más encantado sobre la faz de la tierra. Su capacidad de ilusión, de creer en los sueños, le da la enorme felicidad de vivir en el hechizo. Su noble misión de representar el alma humana se cumple.
Así me encuentro yo después de vivir casi tres años de incertidumbre. De rechazos constantes en castings para seriales. En meses pasados fui a un teatro que se encontraba solo, el «Jorge Negrete», y desde atrás de las butacas, le pedí con todas mis fuerzas a la energía teatral, a Dios, a todos los dioses del escenario y de la vida: «¡sálvame, arrópame, tómame en tus brazos»! Pedimento desde el fondo de mis entrañas.
Al menos del mes mi madre teatral me tomó en sus brazos y pareció decirme: «venga mijo por allá nada se le perdió». Hoy escucho noche a noche el canto y aplauso del público en mi querida obra «Network», en el «Teatro de los Insurgentes».
Ojalá, este testimonio, y guía de fuerza, sirva para muchos corazones atribulados de tantos queridos actores (ellos y ellas), que se encuentran sin la bendición del trabajo, mismo que ennoblece sus sueños y da sustento a sus necesidades. También es de suma valentía e importancia no engañarse. Preguntarse con autenticidad: ¿tengo talento o no? ¿En verdad amo por sobre todas las cosas mi sueño puro, alejado del narcismo patológico, para ser un verdadero intérprete de la condición humana?
Nota: Este escrito fue hecho el año pasado. Lo pongo en tu sentir y reflexión como hecho el día de hoy. El mundo, la vida del ser humano, necesita con urgencia quien le transparente la vida, y le hable de la condición humana, necesitamos con urgencia ese tipo de actor que tome esa bella responsabilidad. Un actor roto es el mejor reloj en su reconstrucción. Marcará las horas, los minutos y segundos del verdadero y neto devenir humano.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan