Francisco Treviño Aguirre
Parques científicos y tecnológicos en México: motores de innovación y desarrollo regional
En un país cuya historia económica ha estado anclada a la explotación de recursos naturales y al uso intensivo de mano de obra barata, los parques científicos y tecnológicos (PCT) emergen como una apuesta hacia esquemas tecnológicos. No son simples vitrinas con laboratorios de exhibición, sino verdaderas plataformas que apuntalan una transición largamente esperada: el salto hacia una economía basada en el conocimiento, la innovación y la inteligencia colaborativa. Su consolidación no es un lujo futurista, sino una urgencia nacional. Sin embargo, esta misión enfrenta retos estructurales: financiamiento sostenido, articulación interinstitucional eficaz y una aún incipiente vinculación con el aparato productivo, especialmente con las pequeñas y medianas empresas (pymes), que representan más del 99% del tejido empresarial del país.
Los PCT en México son nodos estratégicos que articulan los esfuerzos de la academia, la iniciativa privada y el sector público bajo el paradigma de la “triple hélice”. Funcionan como aceleradores del conocimiento aplicado, al convertir la investigación en soluciones concretas: productos, procesos, servicios y modelos de negocio con alto valor agregado. En la actualidad, existen más de 40 parques distribuidos a lo largo del territorio nacional, ubicados mayoritariamente en zonas metropolitanas de Nuevo León, Jalisco, Yucatán, Ciudad de México, Puebla y Querétaro. Esta red en expansión es uno de los pilares del ecosistema nacional de ciencia, tecnología e innovación (CTI).
Un ejemplo emblemático de este modelo es el Parque de Investigación e Innovación Tecnológica (PIIT), en Apodaca, Nuevo León. Inaugurado en 2009 con una inversión tripartita (federal, estatal y privada), el PIIT representa una de las expresiones más ambiciosas de política tecnológica en México. Para el año 2016, había acumulado más de 600 millones de dólares en inversión, desplegados sobre una superficie de 110 hectáreas, albergando 35 centros de innovación y cerca de mil científicos. Pero más allá de su infraestructura, el PIIT ha cultivado una cultura de colaboración transversal. En mayo de 2025, por ejemplo, Iberdrola celebró ahí su “Día de la Innovación”, firmando convenios para el desarrollo de soluciones en energía limpia, movilidad eléctrica y sostenibilidad. El PIIT se ha transformado en un ecosistema en sí mismo, donde confluyen incubadoras, clústeres de tecnologías de la información, centros de nanotecnología y biotecnología, así como laboratorios internacionales.
La experiencia del PIIT no es aislada. El Parque Científico y Tecnológico de Yucatán (PCTY) es otro caso paradigmático. Desde su inauguración en 2015, tras una inversión pública superior a los 1,000 millones de pesos acumulada desde 2008, este parque se ha consolidado como un polo regional de innovación con visión global. Reúne instituciones como el CINVESTAV, ECOSUR y la UNAM, y concentra su actividad en áreas como biotecnología, tecnologías de la información y ciencias ambientales. La diversidad de su infraestructura, que incluye una biofábrica, una litoteca (def: sistema organizado de muestras de minerales y rocas con fines de documentación, investigación y educación), un banco de germoplasma y múltiples laboratorios especializados, ha permitido generar soluciones aplicadas, desarrollar patentes, y dinamizar proyectos con fuerte anclaje territorial. En 2023, se convirtió en un organismo público estatal, lo que ha ampliado su margen de gestión y su capacidad de vinculación estratégica.
En este marco, el Plan Nacional de Desarrollo y la Estrategia Digital Nacional han propuesto consolidar esta red de parques como instrumentos de equidad territorial, ciencia útil y desarrollo sostenible. La meta no es solamente escalar posiciones en el Índice Mundial de Innovación, donde México ha oscilado entre el lugar 55 y 58 en los últimos años según WIPO, sino generar bienestar tangible a partir de la innovación.
Hoy por hoy, los parques científicos y tecnológicos no son una moda pasajera ni una vitrina cosmética de modernidad. Son la infraestructura crítica para la soberanía tecnológica, la reindustrialización inteligente y el desarrollo territorial equilibrado. En su convergencia se cultivan ideas que se transforman en empresas, conocimiento que se traduce en bienestar, y talento que regresa a sus comunidades con propósito. México tiene el talento, la infraestructura inicial y el empuje empresarial, solo falta tomar la decisión política de convertir a los parques científicos en política de Estado. En el pulso de las innovaciones late la esperanza de un México que no espera, sino que construye; que no reacciona, sino que anticipa; que no subsiste, sino que lidera.
X:@pacotrevinoa