domingo 13, julio, 2025

CAPITALES

Francisco Treviño Aguirre

¿Protección o negocio? Radiografía de las aseguradoras en México
​​
México cerró septiembre del 2024 con una cifra que en cualquier economía madura llamaría la atención: 33,815 millones de dólares en primas emitidas directas por parte de las compañías de seguros. Es decir, un crecimiento interanual del 5.8% en un país cuya economía apenas avanzó un 1.5% en el año y terminó el cuarto trimestre en contracción. Mientras el Producto Interno Bruto (PIB) tropieza, el negocio de los seguros se fortalece como uno de los pilares más sólidos del sistema financiero. ¿Resiliencia o concentración del ingreso?

Las aseguradoras, en efecto, siguen blindando no solo al ciudadano precavido sino también sus propios balances. Y es que lo que parece una historia de éxito sectorial también refleja un desequilibrio económico de fondo: en una economía que se estanca, ciertos sectores no solo sobreviven, sino que
prosperan desproporcionadamente. El mercado asegurador es uno de ellos.

Grupo Nacional Provincial (GNP) se reafirma como el líder del mercado, con una participación del 13%. Le siguen MetLife (9.5%) y BBVA Seguros (9.4%).

Aún y cuando la competencia en el sector es fuerte, estas 3 compañías conservan sus posiciones privilegiadas con la tenacidad de quienes han aprendido a navegar tanto crisis económicas como reformas regulatorias.

Sin embargo, el ascenso más representativo fue el de Citibanamex Seguros, que registró un crecimiento de 2.44% en participación de mercado. ¿Qué explica su desempeño? Una combinación de estrategias agresivas de colocación, enfoque en productos de ahorro, y una estructura operativa que, en tiempos de incertidumbre, supo leer el miedo del consumidor mexicano como oportunidad comercial. Quálitas y HSBC Seguros también crecieron, en particular en nichos como automóviles y gastos médicos, respectivamente. Es importante observar que cinco grandes firmas concentran más del 40% del
mercado. ¿Estamos frente a un oligopolio regulado? Es una pregunta que no muchos en el sector se atreven a hacer, pero que cobra cada vez más relevancia.
En este sentido, el seguro de vida está en la cima de la pirámide. Con 282,763 millones de pesos en primas emitidas, seguido por autos (140,536 millones) y salud (111,597 millones). El crecimiento nominal del seguro de vida fue de 22.4% interanual, pero lo más llamativo no es la cifra, sino su causa: una
mayor conciencia del riesgo entre la sociedad.

La pandemia dejó secuelas, y entre ellas, mexicanos más precavidos, más desconfiados del sistema de salud pública, y más dispuestos a pagar por cobertura privada. La compra de seguros ya no es solo un lujo de clase media; empieza a ser una necesidad percibida, incluso en la población con ingresos económicos menos favorecidos.

Uno de los datos más contundentes del año es el aumento de 11,700 millones de pesos en la utilidad neta del sector asegurador. Este incremento, del 15.5%, se atribuye a tres factores: mayor colocación de productos, mayores rendimientos financieros y un incremento de casi 96% en las utilidades del segmento de seguros generales. La industria no solo vende más; también invierte mejor.

Ahora bien, el dinero entra, pero también sale. El costo neto de los siniestros aumentó 10.3%. La siniestralidad creció en Vida (11.8%), Gastos Médicos (11.5%) y Autos (9.5%). En parte, esto responde a un aumento en la cantidad de asegurados. Pero hay otra parte más estructural: los costos hospitalarios

siguen al alza, el precio de las autopartes se disparó, y los retiros de seguros con componente de ahorro aumentaron 65.4%. Este crecimiento del sector asegurador ocurre en un país cuya economía tuvo
una expansión de apenas 1.5% en 2024, tras haber crecido 3.3% el año anterior. Los sectores industrial y agrícola prácticamente se contrajeron, mientras que los servicios, especialmente los profesionales y de salud, sostuvieron el crecimiento.

En ese entorno, que las aseguradoras aumenten sus colocaciones 11.5% y que se registren 909 mil millones de pesos en primas directas al cuarto trimestre, solo puede interpretarse de dos maneras: o bien el sector ha logrado una eficiencia y diversificación ejemplar, o bien se está alimentando de una mayor percepción de inseguridad e incertidumbre económica entre la población.

Es decir, en un país donde el IMSS y el ISSSTE siguen mostrando deficiencias, donde las pensiones son insuficientes, donde los autos se roban y los hospitales privados se encarecen, el seguro ya no es una opción: es una necesidad. Esa necesidad es la que está financiando este crecimiento, y no necesariamente una mejora en el ingreso per cápita o en la cultura financiera.

Hoy por hoy, el auge del sector asegurador mexicano en 2024 es, sin duda, un caso de éxito empresarial. Las cifras son contundentes: crecimiento en primas, utilidades, colocación y reservas. Pero también es el reflejo de una sociedad más temerosa, más desconfiada y vulnerable. No olvidemos una cosa: el seguro florece donde hay miedo. Miedo al robo, miedo a las enfermedades catastróficas, miedo al retiro, miedo a la muerte. El crecimiento de esta industria no es solo mérito de la estrategia financiera o la innovación tecnológica; también es producto de una narrativa social donde el Estado se vuelve menos protector, y el ciudadano, más precavido, o más solo.

La pregunta incómoda es: ¿Se está construyendo un sistema financiero basado en la gestión del riesgo o en la explotación del miedo? Lo cierto es que, mientras las aseguradoras celebran su rentabilidad récord, millones de mexicanos siguen esperando un sistema de salud eficiente, pensiones dignas y un gobierno que no los obligue a pagar por sobrevivir.

X: @pacotrevinoag

Compartir en: