viernes 22, noviembre, 2024

Barba Roja de Akira Kurosawa. Hay películas que pueden cambiarte la vida

Raúl Adalid Sainz
Un día le escuché decir a mi querido maestro y amigo el cineasta Juan Antonio de la Riva, que aquellas películas que eran capaces de modificar tu vida o sentir que eran un reflejo de la tuya, eran las grandes clásicas, las obras maestras.

«Barba Roja». Ayer la vi, y aún no salgo del asombro, estar tocado se dice en la jerga del actor. Sí, porque hay cintas, que a medida que pasan las horas, los días, los años, uno parece que empieza a descifrar los códigos, la grandeza poética, la enseñanza de la vida. Las imágenes, las actuaciones, la historia, el punto temático parecen ser un eco surgido de los dentros, de la intuición, de Dios, porque no. Cuando a un espectador le sucede eso, es grandioso, solemne, así como decía el doctor interpretado magistralmente por Toshiro Mifune en esta grandiosa cinta.

El tema es la elección a lo que buscas realmente en la vida. Si lo resumiéramos pedestremente sería: lana, prestigio, fama, reconocimiento, bluff, o servir a causas nobles por tu prójimo, trabajar por vocación, entregándote sin importar si serás pobre, más sí rico de espíritu. Ganando justo para cubrir tus necesidades básicas. Consagrarte a misiones grandes. Dar.

En este caso, «Barba Roja», es un médico que sirve a los pacientes menesterosos en un hospital público del estado. Atiende con muy pocos recursos, con reducción de presupuesto a cada instante. Sin embargo, él ve la forma de agenciarse dinero para los enfermos. Un día llega a ese hospital un joven médico a hacer una especie de servicio social obligado.

Sus aspiraciones son altas, con ambiciones de ser un doctor de las altas clases sociales, con el olfato puesto al servicio de la fama y el dinero. El convivio con «Barba Roja», con la miseria, con el dolor, con la vida, lo harán quebrarse un día que está enfermo. Se da cuenta de lo vano de su pensamiento, que toda su vida ha sido un mimado, un egoísta. Su rectificación es auténtica, genuina, vive una conversación interna y dará un vuelco a su ser, buscando ser como el médico «Barba Roja». «Qué tonto eres», le dice «Barba Roja», cuando el joven le confiesa lo que su alma clama por vivir.

La verdad, la pureza, los conflictos existenciales, el creer en el ser humano pese a todos los pesares, son las tesituras a tratar por ese poeta cinematográfico llamado Akira Kurosawa.

Cinematográficamente la película es impecable. Tres horas sostenidas a base de calidad, en un esmerado y bien construido guion, una narración variada en ritmos y tempos, una fotografía que es un poema en composición y hondura del alma de los personajes. El arte, el vestuario, las locaciones, son reflejo del tema a tratar. Las actuaciones son impecables.

Kurosawa era un gran director de actores. Perfectamente entonados. Toshiro Mifune ofrece un verdadero concierto de interpretación de su médico «Barba Roja». Sobrio. Mostrando distintos planos de realidad, conforme a su pensamiento y axiología. Su diseño corporal, su trabajo interno hacen un misterio del alma. Sus acciones clarifican al personaje. Es una actuación portentosa.

La temática de esta cinta ofrece un panorama semejante al México contemporáneo. Un país dominado por la ambición, la falta de valores y de un casi nulo amor al prójimo. Un gobierno ausente y despreocupado por la miseria social. Un México y un mundo que sólo busca el beneficio personal aún a costa de ser corrupto. De traicionar principios. Necesitamos guerreros que luchen por causas nobles, que se den, que batallen contra ese fantasma llamado ignorancia, miseria.

Estos mensajes parecen ser dignos de iluminados para muchos, rechazantes a todas luces. Siempre he pensado que es por cobardía. Por ausencia de ideales. Por locura entregada al frío metal del dinero. Por egoísmo. Por ausencia de ser. Las grandes causas son para valerosos, para esos que sienten el llamado y buscan entregarse a su ideal, siempre pensando en los demás, para el bien de Dios, de los hombres y de la señora Dulcinea. Valga el chascarrillo quijotesco. ¡Véanla!

Nota: Escrito realizado en el año 2015, sigo pensando lo mismo acerca del compromiso del hombre de darse a sus semejantes. Mucho esperamos de gobiernos, pero nosotros ¿qué hacemos por los demás, por nuestro país, por el mundo? Escrito que forma parte de mi libro «Historias de Actores» (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico.) 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan

Compartir en: