sábado 23, noviembre, 2024

AVISO DE CURVA

Rubén Olvera

¿Qué tal alguien como Jericó Abramo en el PRI?

Tras la derrota electoral del PRI, bajo el liderazgo de Alejandro Moreno, los priistas se encuentran inmersos en un clima de alta incertidumbre política, mientras los principales órganos directivos, incluidos la presidencia y secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional, están a punto de cambiar.

Las raíces de esta zozobra no se encuentran solo en la derrota, ya que experimentaron un revés similar en 2018, que incluyó perder la presidencia. Más bien, se debe a la falta de liderazgo para reconocer la gravedad del problema, trazar un camino a seguir e implementar las medidas necesarias dictadas por las
circunstancias.

La dirigencia actual parece tener dificultades para reconocer la realidad: la posición del PRI como fuerza política nacional quedó reducida al mínimo. La próxima legislatura de la Cámara de Diputados atestiguará una disminución sin precedentes en el número de legisladores tricolores. Las victorias del PRI en los
distritos federales se pueden contar fácilmente con los dedos de las manos, y sobrarían algunos.

En un período sorprendentemente corto, el PRI pasó de gobernar la nación y la mayoría de los estados, encabezar el Pacto por México y dominar ambas cámaras legislativas en 2013, a convertirse en un partido de 10, con solo el 10% de los votos.

Estos son los hechos, en su mayoría irrefutables. Ahora, abordemos posibles soluciones a la crisis, que seguramente provocarán discusiones y sorprenderán a algunos.

En situaciones extremas, como la que enfrenta el PRI, todo se reduce al liderazgo.

El organismo necesita urgentemente un cuadro político fuerte, un salvador.

¿Quién podrá liderar la transición? ¿Qué perfil podría dejar atrás la estrategia de gritería política a cambio de medidas más audaces, producto del diálogo entre militantes y líderes del partido?

En una colaboración anterior, sugerí que una posible solución a los problemas que actualmente aquejan a la oposición (particularmente su falta de conexión con los ciudadanos) recaen en los estados y municipios. Especialmente en las pocas áreas donde el PRI salió victorioso y que aún conserva porciones de la estructura electoral de antaño.

Indudablemente, se tiene que dirigir la mirada al PRI de Coahuila y sus cuadros locales. Durante las tres últimas elecciones legislativas federales, el PRI en este estado ha obtenido el mayor porcentaje de votos del país.

Mucho se ha hablado de los exgobernadores Rubén Moreira y Miguel Riquelme.

El primero repetirá como legislador federal plurinominal, mientras que Riquelme debutará como senador de primera minoría. No obstante, las recientes elecciones dieron a conocer un nuevo liderazgo, que logró un triunfó contundente por tercera vez en uno de los distritos federales de Saltillo.

Estoy hablando de Jericó Abramo Masso. Si el enfoque sugerido es correcto, entonces el PRI debería considerar al exalcalde de Saltillo como un cuadro con potencial debido a sus credenciales en los ámbitos electoral y de gobierno, aunque hasta ahora su proyección nacional es discreta.

Jericó tiene los activos necesarios para involucrarse en el gran escenario político, según varios analistas.

Sobresale en el debate y ofrece una perspectiva respetable en temas nacionales. Además, su experiencia electoral y contacto ciudadano le permitirían abordar las debilidades más evidentes del PRI.

Es posible que Jericó no esté interesado. Seguramente evalúa con sumo cuidado la decisión de vincularse en estos momentos al CEN del PRI, sobre pesando los riesgos contra la oportunidad de ampliar su presencia en Coahuila.

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