Rubén Olvera
La nueva agenda para el desarrollo productivo de la CEPAL
En México, ciertas regiones y municipios están experimentando un rápido
crecimiento y desarrollo. Algunas ciudades incluso se han posicionado como los
mejores lugares para vivir de América Latina.
Desafortunadamente, el resto del país no tiene tanta suerte. El destino de las
regiones menos desarrolladas es el deterioro de las condiciones de vida de sus
habitantes en comparación con los territorios más avanzados.
Está claro que el actual modelo económico caracterizado por el centralismo de la
política económica no ha logrado sus objetivos, particularmente en términos de
promover un crecimiento regional equilibrado. Las brechas entre regiones,
ciudades, sectores productivos y familias son cada vez más evidentes.
Esta realidad nos obliga a reconocer que la falta de desarrollo en algunos estados
y municipios se extiende más allá de los factores económicos y abarca aspectos
sensibles del progreso social, como la pobreza y la desigualdad. Sin duda, esto
requiere un nuevo enfoque.
Uno de los principales problemas de la estrategia de desarrollo regional de México
es la creencia de que las regiones desfavorecidas solo pueden crecer mediante
proyectos de infraestructura a gran escala implementados por el gobierno central.
Este enfoque supone que el mero lanzamiento de iniciativas como el Tren Maya o
el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec pondrá fin automáticamente a
años de retraso acumulados. Es una ilusión creer que estos proyectos por sí solos
impulsarán el desarrollo productivo en los territorios involucrados.
Además, el supuesto centralista significaría que los estados que han
experimentado un importante crecimiento económico y desarrollo, deben su éxito
enteramente a la intervención del gobierno central, ignorando por completo los
esfuerzos locales realizados a lo largo de los años para cultivar una infraestructura
productiva vigorosa y diversificada.
A menos que los estados articulen activamente sus capacidades y vocaciones
productivas con las nuevas oportunidades globales, el progreso seguirá siendo
una quimera.
Para renovar el crecimiento, los gobiernos estatales y municipales deben participar
activa y eficazmente implementando políticas de desarrollo productivo de nueva
generación. Este es el paradigma económico que debe prevalecer. Lo clave está a
nivel local.
Con este fin, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha
formulado una agenda para los países de la región, centrada en perfeccionar sus
esfuerzos en materia de desarrollo productivo a nivel territorial. El objetivo es
fortalecer y diversificar los sistemas productivos locales como catalizadores para
estimular el crecimiento, aumentar la productividad y mejorar el bienestar de la
población.
La estrategia abarca no solo entidades gubernamentales, sino también la
academia, las empresas y la sociedad civil, todos integrados en forma de clúster.
El reciente lanzamiento de la Red de Gobiernos Subnacionales de América Latina
y el Caribe para el Desarrollo Productivo, auspiciada por la CEPAL, es una
magnífica respuesta a la disminución del crecimiento económico y la
productividad, junto al aumento de la pobreza, la desigualdad y el deterioro de las
fuentes de empleo durante la última década.
Las nuevas políticas deben priorizar las iniciativas de clúster y redes
empresariales, impulsar proyectos productivos, desarrollar proveedores e
implementar programas para el encadenamiento productivo de las empresas
locales.
Para encaminar a México hacia una era de crecimiento equilibrado y desarrollo
productivo a nivel local, todo estratega o funcionario involucrado en la materia
debe examinar a fondo las propuestas de la CEPAL.