Rubén Olvera
¿Por qué Morena domina la narrativa de la inseguridad?
El discurso de inseguridad utilizado por la oposición durante la pasada campaña
electoral resultó ser una bala de salva en términos electorales. Los argumentos y
estadísticas en las que se basó la alianza opositora para resaltar la violencia no
jugaron a su favor.
Al final, Morena y sus aliados recibieron una avalancha de votos. Esto puede
interpretarse como un respaldo a la estrategia de seguridad implementada por la
4T.
A pesar de la frecuente circulación de imágenes violentas en los medios de
comunicación y del aumento significativo de los homicidios intencionales durante
el actual sexenio, no hubo suficientes votos para apoyar un cambio de estrategia.
Ni siquiera la violencia política observada durante la campaña influyó en los
resultados de la votación. Al contrario, los votantes quedaron abrumados por una
avalancha informativa.
Las elecciones arrojaron una conclusión definitiva: los electores expresaron una
vez más su confianza en la 4T para combatir el crimen. Es interesante, sin
embargo, analizar este resultado, considerando que la inseguridad es reconocida
como la principal preocupación entre la población mexicana.
Aunque la coalición PAN-PRI-PRD identificó correctamente el problema en
cuestión, los analistas sostienen que los votantes percibieron que las soluciones
propuestas estaban impulsadas por motivaciones políticas en lugar de estar
arraigadas en principios de política pública. Por decirlo de otra manera, la
oposición no convenció de que contaban con un plan bien organizado para
abordar el tema de la violencia.
La narrativa de “no abrazar a los delincuentes” resultó ineficaz para influir en el
sentido del voto. Además, su interpretación se inclinó más por una noción radical,
incluso agresiva, que por un debate razonado.
Morena no tuvo problemas en asociar esta expresión con una estrategia fallida
basada en combatir la violencia con más violencia. Un estigma del que la
oposición no ha podido desvincularse desde la presidencia de Felipe Calderón.
Como resultado, se formó una percepción colectiva en la que los partidos de
oposición estaban más preocupados por sus agendas políticas que por la
seguridad de los ciudadanos. La derrota electoral de la alianza opositora superó
todas las expectativas.
Sin embargo, no creo que el resultado final pueda atribuirse únicamente a la falta
de claridad de la oposición en sus propuestas de seguridad. Había otro elemento
en juego, y es aquí donde ofrezco mi propia hipótesis.
No hay duda de que la inseguridad era el tema electoral por excelencia. Pero, en
respuesta a la intensa politización del debate, Morena capitalizó estratégicamente
la tensión entre los votantes para retratar a la oposición de manera agresiva.
También supo redirigir las preocupaciones ciudadanas hacia cuestiones más
nobles, como la economía, el empleo y la continuidad de los programas sociales.
En estos aspectos, Morena y sus aliados tenían ventajas significativas.
Si bien la fuerza del PAN, PRI y PRD residía en la preocupación pública por la
criminalidad, Morena se apoderó de la narrativa con una notable pericia política y
logró trasladar estratégicamente la batalla electoral a un territorio donde la alianza
opositora no estaba preparada para competir.
A Marko Cortés y Alejandro Moreno les habría resultado útil leer la obra de Sun
Tzu, “El arte de la guerra”.