Rubén Olvera
Los desafíos de la democracia en Centroamérica
Un examen detallado a las naciones centroamericanas, utilizando el Índice de Democracia elaborado por The Economist en 2022, reveló que Costa Rica es el único país clasificado bajo la categoría de democracia plena. Los países restantes fueron categorizados en sistemas híbridos, democracias deficientes e incluso regímenes autoritarios, ejemplificados por Cuba y Nicaragua.
La carencia de indicadores democráticos positivos es una señal evidente de que las democracias en esta región se encuentran en riesgo.
Esta premisa constituye la base de la cátedra “Los desafíos de la democracia en Centroamérica”, del Colegio de México, que dio inicio el 27 de febrero con presentaciones de los analistas guatemaltecos Hugo Beteta, economista, y Edgar Gutiérrez, politólogo.
En medio de un año electoral mundial de gran importancia, con más de 100 países preparándose para sus propios procesos electorales, este ciclo de conferencias reviste pertinencia y relevancia.
En particular, es crucial comprender los desafíos que enfrentan nuestros vecinos del sur, ya que sus experiencias pueden ofrecer lecciones valiosas para las próximas elecciones en México, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Los sistemas democráticos de estas naciones enfrentan diversas amenazas y acudirán a las urnas este año.
Según el consenso de los analistas, el peligro surge no solo por la irrupción de organizaciones criminales que se infiltran en el gobierno y manipulan las políticas de seguridad en su beneficio, sino también del abuso de autoridad por parte de los mandatarios electos.
Si bien la violencia política ha disminuido, ha sido reemplazada por la violencia criminal. El golpe ya no es contra el Estado mismo, sino contra las instituciones democráticas que se vulneran desde el Estado.
Edgar Gutiérrez coincidió con algunos de los asistentes a la conferencia al reconocer la necesidad de poner mayor atención al rumbo que está tomando El Salvador bajo el liderazgo de Nayib Bukele. El presidente salvadoreño recientemente hizo enmiendas a la Constitución y ejerció diversas formas de presión para asegurar la reelección, lo que provocó discusiones sobre la posibilidad de reclasificar el estatus de ese país como un régimen híbrido a una democracia deficiente, al menos.
En medio de la situación que vive El Salvador, surge una pregunta que invita a la reflexión: ¿En qué momento se puede etiquetar a un país como dictadura? Edgar Gutiérrez aporta su perspectiva con cautela. Sin embargo, enfatizó la importancia de tener precaución cuando un régimen viola la separación de poderes, reprime a periodistas, encarcela o exilia a opositores, desacata las regulaciones electorales y socava la autoridad del poder judicial.
El desprestigio de las democracias centroamericanas se atribuye también al incumplimiento de las promesas de paz y prosperidad, como destacaron los ponentes. Este fracaso ha resultado en una sensación de desilusión y apatía hacia la democracia. En consecuencia, los ciudadanos se abstienen de participar en los procesos electorales o contemplan con cierto grado de simpatía las prácticas autoritarias y otras distorsiones de los valores democráticos.
Por lo tanto, se debe tener cuidado con el surgimiento de nuevos nacionalismos y populismos que ponen en riesgo los valores democráticos y los derechos humanos, bajo el argumento de que es necesario acumular poder para atender problemas como la violencia, el cambio climático, la reducción del crecimiento económico y los movimientos migratorios.