Rubén Olvera
¿Hacia dónde va la oposición?
Tres fantasmas amenazan a la oposición de cara a las elecciones: las encuestas, las divisiones (principalmente en el PRI) y el activismo del Presidente. Sin embargo, en medio de estos desafíos, un peculiar optimismo centellea desde el PAN, PRI y PRD.
Los presidentes de los tres partidos están convencidos de que la desaprobación ciudadana del Presidente se traducirá en votos a favor de la Alianza. En sus cálculos, estarían contando como piso al inicio de la campaña con el 45% de los sufragios. Este porcentaje representa la magnitud del rechazo presidencial, según Consulta Mitofsky.
Con esta cifra, junto a una buena estrategia electoral o posibles errores de Morena, la Alianza estaría muy cerca del 48% de apoyo que recibió Claudia Sheinbaum en la reciente encuesta de El Financiero.
No obstante, cabe preguntarse si esta valoración de la oposición es demasiado optimista.
El primer desafío que enfrenta la Alianza radica en que la desaprobación del presidente es mayor que el apoyo electoral a Xóchitl Gálvez, que rondan el 32%, según indica la mencionada encuesta.
En otras palabras, el 13% de los votantes sigue siendo escéptico sobre la capacidad de la Alianza para presentar una alternativa viable al gobierno de López Obrador. Un segmento sustancial de más de siete millones de electores espera ansiosamente conocer el proyecto de nación de la oposición y decidir si los
cambios propuestos cumplen con sus expectativas.
Además, aplicando el mismo razonamiento, el porcentaje de apoyo a Sheinbaum no debería ser del 48%, sino del 55%, que es la proporción que apoya al presidente. Incluso si la Alianza logra convertir la desaprobación presidencial en votos, aún estaría a cinco puntos porcentuales de Morena, sin considerar los sufragios para otros candidatos.
El divisionismo es otro fantasma que se cierne sobre el PRI. Numerosos liderazgos, incluidos ex gobernadores, han abandonado al partido o han sido expulsados. La mayoría de ellos encontraron acomodo en Morena.
A pesar de ser vista como una calamidad para algunos, la actual dirigencia, encabezada por Alejandro Moreno, logró encontrar un renovado optimismo. Según miembros del PRI, las recientes renuncias y expulsiones sirvieron estratégicamente para reforzar la identidad y la presencia del partido en estados y
distritos donde anteriormente había decaído.
Destacan Morelos y Veracruz, donde el PRI prácticamente había desaparecido hasta hace unos meses. Por medio de la Alianza, la antigua maquinaria política ahora lidera ambas contiendas para gobernador, y sus candidatos han resultado competitivos en las encuestas.
En la mayoría de los casos, se valoró la lealtad y la militancia, seleccionando a candidatos con fuerte presencia territorial. Varios dirigentes estatales y liderazgos locales obtuvieron nominaciones. Sobresalen Manlio Fabio Beltrones y Miguel Riquelme, ambos ex gobernadores, que ahora encabezan las fórmulas para el Senado en Sonora y Coahuila.
Queda por ver si el impacto de la partida de Eruviel Ávila, Osorio Chong o Alejandro Murat será mayor que la decisión de nominar a candidatos con influencia local bien conocida.
Por último, no hay nada misterioso o espectral en la participación del Presidente en la campaña. Sus conferencias tienen un claro propósito político. La oposición debe asimilar el activismo de AMLO en lugar de paralizarse.
Por lo pronto, Xóchitl Gálvez realiza su “Conferencia de la Verdad”. Veremos si de alguna manera compensa el impacto político de la ‘Mañanera’.