La democracia en poder de los partidos políticos
Rubén Olvera
La democracia en México se encuentra prácticamente en manos de los partidos, mientras se prepara el proceso electoral de 2024, a inaugurarse oficialmente en septiembre próximo.
Lo que quiero decir es que mientras el INE no dé luz verde para iniciar las actividades electorales según la normativa, es responsabilidad de los partidos políticos apegarse rigurosamente a los principios democráticos en los procedimientos internos que han elegido para perfilar a sus candidatos y proyectos de nación rumbo a las elecciones presidenciales del próximo año.
Afirmar que la democracia interpartidista es una realidad y que estas acciones previas ayudarán a fortalecer la democracia en México, depende de cuán limpias y equitativas se lleven a cabo.
En otras palabras, comparto la opinión de que, para evaluar la calidad de la democracia, una parte importante es considerar cómo los partidos políticos se conectan con los ciudadanos y alinean sus procesos internos con la realidad de un país que se aleja de las prácticas autoritarias del pasado.
El grado de democracia dentro de un partido político, particularmente en lo que se refiere al proceso de elección de sus candidatos, es entonces un indicador de la calidad de la democracia en un país y un predictor del nivel de participación ciudadana y del compromiso democrático que adoptará un partido en las elecciones constitucionales.
Las primarias abiertas, transparentes y desprovistas de prácticas antidemocráticas, aseguran la competitividad y legitimidad de los aspirantes, pero también, y quizás lo más significativo, empoderan a los ciudadanos para decidir, reemplazando la antigua práctica del “dedazo”.
Como sabemos, Morena y sus aliados, por un lado, y la alianza PAN-PRI-PRD, por el otro, se encuentran actualmente realizando actividades previas al proceso electoral, cuyo propósito es elegir, respectivamente, al Coordinador Nacional de los Comités de Defensa de la 4T y al Responsable Nacional de la Construcción del Frente Amplio Opositor. Llegado el momento, serán quienes se postulen a la presidencia de la República.
Aunque encontramos algunos matices en sus metodologías, ambos frentes comparten la pretensión de abrir su proceso interno a la ciudadanía. Morena, PVEM y PT utilizarán encuestas para seleccionar a su Coordinador entre seis postulantes. El llamado Frente Amplio por México combinará ejercicios demoscópicos con la recolección de firmas, que eventualmente culminará con una consulta directa para los tres finalistas elegidos entre los 13 participantes.
En este punto, vale la pena mencionar que las autoridades electorales han avalado estas actividades partidistas como ordinarias, y no como actos anticipados de campaña.
El método para la conformación del proyecto de nación que ambas figuras deberán defender y ofrecer a los votantes una vez que se conviertan en candidatos, por otra parte, es uno de los temas cruciales de la democracia interna de los partidos al que sugiero prestar más atención.
Una democracia que carece de dirección, metas y objetivos, se asemeja a un barco con el mejor equipo de navegación, pero que está la deriva y destinado a naufragar.
Por lo tanto, presentar perfiles elegidos mediante procedimientos democráticos es insuficiente.
Si Morena y sus aliados, así como la alianza PAN-PRI-PRD, pretenden servir de vehículos para que la sociedad civil se reencuentre con el Estado, es necesario ser más receptivos de la voluntad ciudadana sobre el rumbo que debe tomar la nación en los próximos seis años.
En una democracia consolidada, el “quién” está inseparablemente ligado al “para qué” y al “cómo”.