viernes 10, octubre, 2025

AVISO DE CURVA

Rubén Olvera

Impronta opositora

Han comenzado a circular en redes sociales los nombres de algunos personajes que podrían encabezar un proyecto opositor unificado rumbo a 2030. Curiosamente, los perfiles más fuertes no pertenecen a ningún partido.

Destaca el empresario Ricardo Salinas Pliego, figura polémica pero ampliamente conocida, y Alessandra Rojo de la Vega, no menos controvertida, recordada por retirar las estatuas de Fidel Castro y el “Che” Guevara en la alcaldía Cuauhtémoc. Este gesto, cien por ciento ideológico, le granjeó popularidad entre los sectores opositores.

También aparece Enrique de la Madrid, quien, tras renunciar al PRI, ha mantenido una línea crítica bien argumentada. Tal vez al hijo del primer presidente de la era neoliberal le falta algo de polémica para subir sus bonos —lo digo con ironía, claro—, pero su discurso ha ganado consistencia.  

Fuera de ellos, no hay sorpresas. Y quizá eso diga mucho del principal problema de los partidos opositores: la escasez de liderazgos. Ahí están, otra vez, Ricardo Anaya y Lilly Téllez por el PAN, y Luis Donaldo Colosio por Movimiento Ciudadano.

El que sí sorprende es “Alito” Moreno. Contra todo pronóstico, el líder del PRI reaparece en el top opositor. Tras continuas derrotas electorales y la fuga de cuadros, muchos lo desahuciaron políticamente, pero su reciente enfrentamiento con Gerardo Fernández Noroña lo regresó a la vida. Incluso, si lo desafueran, hasta podría convertirse en un mártir.

Y para armar un pool opositor más completo, ¿por qué no incluir a Maru Campos, por el PAN, y a Manolo Jiménez, del PRI? Tanto la gobernadora de Chihuahua como el mandatario de Coahuila representan liderazgos frescos en sus partidos. Si Campos logra retener la gubernatura en 2027 y Jiménez consolida los buenos resultados en seguridad, ambos se convertirán en referentes de la oposición. 

Sin embargo, con un 2030 lejano, ¿tiene sentido esta impronta sucesoria? ¿Es mera especulación periodística, un juego para animar las redes, o hay detrás de este “destape” prematuro una estrategia calculada? Me inclino por lo segundo.

La oposición no puede sentarse cómodamente durante seis años. El desafío inmediato está en 2027, cuando se renovarán la Cámara de Diputados y diecisiete gubernaturas. Lo que se jugará es el equilibrio federal y legislativo. Si no hay 2027, tampoco habrá 2030.

El problema es que, como partidos, PAN, MC y PRI enfrentan serios problemas frente a Morena. Sus siglas no logran entusiasmar a los electores. Los sondeos más recientes rumbo a 2027 revelan que, si las elecciones fueran hoy, probablemente obtendrían menos curules que en 2024. Y si desaparecen los plurinominales, la situación se volvería crítica.

Por eso, apuntalar rostros concretos, con nombre y apellido, puede ser una jugada inteligente. Quizás el electorado sea más receptivo a una frase provocadora de Ricardo Salinas o una reflexión de Enrique de la Madrid que a los discursos acartonados de los partidos.

Estos liderazgos emergentes —ciertamente prematuros para hablar de aspiraciones presidenciales— podrían animar el debate público y despertar simpatías hacia las distintas alternativas opositoras, aunque sea de manera indirecta.

Quizás estemos especulando demasiado. Tal vez el brillo de estos personajes se oscurezca antes de tiempo y surjan otros nombres rumbo a 2030. Pero si recordamos que las dos últimas transiciones —2000 y 2018— fueron encabezadas por figuras que arrancaron con muchísima anticipación, entonces sí podríamos estar ante un primer ensayo de una impronta opositora.

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