Rubén Olvera
Catar 2025 y la nueva agenda social latinoamericana
En América Latina y el Caribe ya está todo listo para acudir a la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de noviembre en Doha, Catar, y mostrar al mundo los avances logrados en treinta años, desde aquella reunión de Copenhague en 1995.
La región tiene muchas historias que contar. Desde programas sociales innovadores hasta políticas públicas que han logrado reducir la pobreza y la desigualdad. Pero lo que viene no será sencillo de resolver.
Consideremos, por ejemplo, las metas sociales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Para alcanzarlas, ALC tendrá que lograr en cinco años lo que le llevó tres décadas conseguir. Ese es el gran reto latinoamericano: mayor esfuerzo en menos tiempo.
Por fortuna, la mayoría de los países de la región son conscientes de la complejidad de abordar simultáneamente los problemas de hambre, pobreza y desigualdad. En diversos foros han reconocido que eso exige triplicar los esfuerzos realizados hasta hoy.
Por eso, ALC acudirá a Catar no solo para cacarear sus logros en protección social, alimentación, educación, salud e inclusión productiva, sino también para convocar a la cooperación internacional. El mensaje no necesita explicación: la tarea se resuelve mejor en equipo.
La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social será más que una vitrina. Las condiciones exigen que los países latinoamericanos remen en la misma dirección.
Juntos deberán comprometerse para enfrentar los nuevos desafíos sociales. No hay de otra.
De hecho, ese fue el itinerario de la Sexta Reunión de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe. Este evento, celebrado a principios de septiembre en Brasilia, representó la última estación antes de Doha.
Allí se escribió el guion que Latinoamérica compartirá a escala global. Los países participantes pidieron al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva llevar este mensaje a la Cumbre. No es casualidad esta elección, ya que Brasil preside la Mesa Directiva de la Conferencia Regional y es un referente en políticas sociales bajo el liderazgo progresista de Lula.
La valija diplomática que ALC llevará a la Cumbre incluye el Pacto Mundial por el Desarrollo Inclusivo. Esta es una iniciativa de cooperación regional para articular los esfuerzos que cada país realiza en casa y así reducir brechas y avanzar en las metas de la Agenda 2030.
La apuesta es de las altas. Ya no basta consolidar los programas que dieron resultados en los últimos treinta años —principalmente transferencias en efectivo—; ahora se trata de dar un gran salto hacia sistemas de protección social
universales, integrales y sostenibles.
El punto de inicio sigue siendo la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Pero los nuevos desafíos piden invertir con inteligencia en salud, educación, pensiones, cuidados y vivienda.
Al mismo tiempo, es fundamental aprovechar la política económica para generar empleos dignos y formales. Pero al final, la política social debe asumirse como el eje estratégico que oriente el modelo de desarrollo en su conjunto.
Hay algo que quiero subrayar antes de terminar: el corazón de esta propuesta es la inclusión, lo cual implica garantizar que todas las personas, sin importar su origen y condición, tengan acceso a los beneficios del desarrollo y a los sistemas de protección social.
Sobre estos pilares descansa la nueva agenda social latinoamericana.