viernes 16, mayo, 2025

AVISO DE CURVA

Rubén Olvera

Consejos de Pablo a León XIV

Pablo de Tarso, considerado como el gran promotor del cristianismo gracias a sus epístolas y por haber fundado algunas de las primeras comunidades cristianas poco después de los acontecimientos pascuales en Jerusalén, entre los años 30 y 33 de nuestra era, dejó instrucciones muy claras para quienes aspiran a ser obispos.

Esto incluye al obispo de Roma, figura que con el tiempo se convertiría en el papa que conocemos actualmente. Si la teología paulina sigue vigente, supongo que algunas de sus recomendaciones también.

Esta reflexión cobra importancia hoy, cuando la Iglesia Católica eligió al peruano-estadounidense Robert Prevost —quien llevará el nombre de León XIV— como su nuevo pontífice. Es un buen momento para desempolvar las enseñanzas de aquel misionero, aunque hayan pasado casi dos mil años.

Y es que, a pesar de la secularización y los cambios culturales, el peso social del catolicismo —heredero directo del movimiento cristiano de Pablo— sigue siendo indiscutible.

Esa resonancia se hizo notar durante la elección del nuevo papa. Personas de todo el mundo preguntaban por el cónclave. La fumarola en color blanco saliendo de la chimenea de la Capilla Sixtina fue la noticia global más comentada. Allí estaban atentos, cristianos, ateos, gnósticos, judíos, musulmanes, hinduistas y budistas.

Cabe mencionar que el Vaticano no es solo la sede de la Iglesia Católica y la morada papal, sino también es un Estado independiente. La política es indispensable para establecer relaciones diplomáticas y gobernarse internamente, además de administrar sus sedes fuera de Roma.

En esta lógica de poder eclesiástico, debemos comprender al papa como jefe de Estado. Recordemos que, junto a la evangelización, en la antigüedad algunos pontífices se dedicaron a expandir su influencia política, a veces con el respaldo militar de sus aliados para enfrentar a sus enemigos tanto teológicos como políticos.

Pero esperen un momento, ¿no hablábamos de las recomendaciones de Pablo a los obispos? ¿Por qué hablar de política o del peso social del cristianismo? ¿Qué tiene que ver el nuevo papa con algo tan profano como el poder?

En realidad, justamente aquí es donde las enseñanzas prácticas de Pablo cobran sentido. 

Vivimos un mundo lleno de conflictos, tanto bélicos como comerciales, y la violencia se extiende al plano social: entre quienes defienden y rechazan las corridas de toros; entre posturas sobre el enfoque de género, la migración o el medio ambiente, por mencionar solo algunos ejemplos.

En un tiempo en que el poder y el dinero parecen haberse convertido en los nuevos “evangelios”, cabe preguntarse: ¿cómo debería actuar el nuevo papa ante este panorama?

Pablo de Tarso sugería lidiar con estas tensiones de manera humana y sencilla; mundana, si se prefiere.

Sus ordenanzas, al menos en este punto, se mantienen alejadas de disputas teológicas. Más bien, se acercan a la sencillez cotidiana. Son como esos consejos que los padres dan a sus hijos adolescentes antes de dejarlos solos en casa por un viaje.

Un buen obispo —decía el apóstol— no debe ser arrogante ni colérico, tampoco pendenciero o que busque ganancias y poder. Todo lo contrario, un obispo se destaca por su hospitalidad, prudencia, justicia y buen carácter. Alguien ecuánime y sereno, pero firme en sus convicciones doctrinales.

Estos son los consejos de Pablo. El papa León XIV sabrá si quiere tomarlos.    

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