domingo 22, diciembre, 2024

AVISO DE CURVA

Rubén Olvera

La 4T ante el déficit y la reforma fiscal

La 4T se ha propuesto dejar huella como el movimiento de izquierda que logró
reducir la pobreza y la desigualdad en México. Pero se requerirán muchos
recursos en los próximos años a fin de sostener los programas sociales sobre los
que descansa su estrategia.

El problema es que el sistema tributario actual o un mayor endeudamiento no
garantizan el suministro de fondos para financiar esta dinámica de gasto. La
recaudación es insuficiente y el pago de los intereses desequilibraría aún más las
finanzas públicas.

Diversos especialistas ya habían advertido que algunos gobiernos progresistas en
América Latina estaban incurriendo en altos déficits debido a los costos de luchar
contra el denominado neoliberalismo, en particular si se prioriza la política social
frente a otras opciones de desarrollo.

Esta es la razón de que la magnitud del déficit público dado a conocer hace pocos
días, haya sido identificado como una alerta financiera, no solo para los analistas,
sino también para los líderes de la 4T.

La brecha entre ingresos y gastos del gobierno federal crece en forma consistente
a partir de 2018, llegando a niveles históricos en el tercer trimestre de 2024.
Según los reportes de la Secretaría de Hacienda, la economía mexicana no
experimentaba déficits considerables desde hace décadas.

Algunos dirigentes, entre ellos Ricardo Monreal Ávila, se cuestionan si los ingresos
tributarios del gobierno serán suficientes para sostener los programas sociales en
el futuro.

El legislador morenista incluso condiciona la disponibilidad de recursos para el
desarrollo social y la sostenibilidad de las finanzas públicas a una reforma fiscal
“urgente” y de “gran envergadura”.

Monreal no suele andarse por las ramas. Si propuso cambios radicales al sistema
fiscal es porque al interior de su grupo parlamentario tienen claro que no existen
muchas alternativas para reducir el déficit sin realizar recortes presupuestales.

La respuesta de corto plazo fue recurrir a la deuda pública, según se deduce de la
aprobación de la Ley de Ingresos 2025. No obstante, se debe saber que los
intereses en términos del PIB también alcanzarán cifras récord para fines de 2024.
Contratar más deuda sin provocar mayor presión al gasto no parece factible en
este momento.

El escenario financiero se complicó cuando la calificadora Moodyʼs degradó las
perspectivas fiscales y económicas de México a una calificación “negativa”. La
agencia precisó que en las próximas revisiones la nota crediticia también podría
sufrir un ajuste a la baja. Es mejor no tentar al destino, porque de otra manera los
intereses subirían al cielo.

Otra opción, antes de considerar una reforma fiscal de gran calado, sería gastar
menos. La Secretaría de Hacienda se ha propuesto realizar ajustes al presupuesto
de dependencias y entidades federales, incluyendo la desaparición de órganos
autónomos, pero los recortes serán insuficientes ante la presión política para
cumplir los compromisos de la 4T.

Porque no se trata solo de fortalecer los programas sociales, mejorar la seguridad,
reanimar el sistema de salud y cristalizar los proyectos de infraestructura
prometidos por Claudia Sheinbaum durante su campaña, también hay que facilitar
la tarea transformadora de los gobiernos locales otorgándoles más recursos.

Esta administración tiene la oportunidad de conceder mayor prioridad financiera a
los estados y municipios. La voluntad está ahí; lo que falta es dinero.

En conclusión, “Hay déficits que la deuda pública no puede solucionar. Para todo
lo demás existe la reforma fiscal”.

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