viernes 9, mayo, 2025

APAGÓN IBÉRICO: GOLPE A LA SOBERBIA TECNOLÓGICA MUNDIAL

Luis Alberto Vázquez Álvarez

La Revolución Francesa (1789) no solamente transformó las estructuras político-sociales del absolutismo real y del régimen feudal en repúblicas populares e igualdad de ciudadanos, sino que Robespierre, su líder máximo, llamado “El Hijo de Rousseau” estableció también su idea de un regreso a la naturaleza y la vida sencilla. Introdujo un nuevo calendario que reflejaba los ideales revolucionarios en la naturaleza. Se fomentó un estilo de vida más sencillo y austero, alejándose de los lujos y excesos de la aristocracia. La vestimenta se volvió más práctica, menos ostentosa. Se enfatizó el cultivo de la tierra con producción de alimentos saludables, se impulsó una educación en ciencias naturales y observación de la naturaleza como parte del currículo educativo.

Como ejemplo viviente que historiadores capitalistas han tratado de borrar, se estableció un calendario republicano renombrando todos meses según período agrícolas, promoviendo una conexión más estrecha con la naturaleza; ofrezco ejemplos: Vendimiario en referencia a la cosecha de uvas en lugar de septiembre. Brumario niebla, brumas sería octubre. Nivoso, nieve, diciembre. Ventoso, vientos característicos de febrero. Germinal: marzo, Floreal, abril y Fructidor: en vez de agosto que es abundantes en frutos.

La revolución industrial trastocó toda la vida social humana, la aparición de grandes urbes exigió servicios públicos más efectivos como la iluminación nocturna eléctrica y ahora mismo nuestra dependencia de ese fenómeno tecnológico nos facilita la existencia, pero al mismo tiempo nos esclaviza.

Un excelente amigo me envió un mensaje de una residente española que explica las vivencias de sus compatriotas en ese brete y del que utilizo algunas ideas que atemorizarían cualquiera del mundo “civilizado” sin recurrir a falacias políticas, porque ya veo a los prianistas limosneros de Odebrecht, culpando al gobierno aquí en México, bueno a todos ellos su ignorancia y fanatismo los abruma y enceguece.

El Apagón ocurrido, del que aún existen dudas sobre su origen, nos fuerza a reflexionar y a darnos cuenta de algo muy profundo que poco meditamos: ¿dinero en efectivo?  papel o monedas ya poco usables, hasta molestos en ocasiones, “con poco efectivo la hago” traigo tarjetas y aplicaciones, los cajeros, supermercados y restaurantes las reciben… ¡ah no, de pronto se volvieron inútiles! ¿Con qué compró?

Desde salir de casa, ¿Cómo abro la puerta o la pluma? A bajarse a abrir manual… Y si no cargaste gasolina, ¿cómo trabajará la bomba surtidora? Cruzar calzadas amplias sin semáforos… Ojalá y alguien que lleva preferencia se acomida a dejarme pasar… ¡Déjame llamar al trabajo que llegaré tarde, o al colegio para llevar a los niños! Hummm no hay servicio… =lo digital no vale sin energía= Bueno me voy en el Metro, ¿sin energía? Me quedo; hoy haré Home Office… ¿sin internet? Bueno, ¡Tomaré un café!, ¿Cómo caliento el agua? Y la comida en el refrigerador, ¡se está echando a perder! ¿Cómo pasar el rato sin aburrirme? Ya no tengo libros, la televisión suple todo…

La experiencia por horas de oscuridad, calor y aislamiento del mundo, nos obligan a revisar las falacias de los necios que se sienten sabios y son mentecatos de la realidad; ahora sufren por que deben utilizar combustibles fósiles, esos tan demonizados, que fueron ángeles disfrazados por milenios; que mantuvieron en marcha ambulancias, hospitales y hogares. ¡El papel!, ese viejo compañero que desechamos de escritorios y libreros, ¿acaso sigue siendo necesario? ¿A poco aún quedan libros? Y la tiendita de la esquina, esa que despreciamos por los grandes comercios de conveniencia ¿A lo mejor y hasta me fían? porque los grandes centros comerciales cerraron sus puertas, nos dieron la espalda.

Entonces ¿será el pueblo una respuesta?, sí, el pueblo, ¿Aún podría volver? El pueblo es humano. El pueblo es amable, porque, en un momento de apuro, la vecina vale más que todos los servicios digitales de envío de productos y alimentos.

Parece pues que dependemos demasiado de la tecnología; que somos sus marionetas; no es tan buena como nos la vendieron; la inteligencia artificial no funciona sin energía. Tal vez… Sólo tal vez, esta experiencia en países ajenos nos está enseñando así, con dureza, con oscuridad, con silencio, que el camino que seguimos de depender totalmente de la tecnología… es un callejón sin salida.

Seguramente restaurada la energía eléctrica la lección se olvide pronto, pero ahí está para siempre.

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