jueves 21, noviembre, 2024

Alain Delon, el fin de una época de los actores con talento y presencia cinematográfica

Raúl Adalid Sainz

Hay actores que llenan la pantalla, que tienen magia, que conectan con el público. Que son llamados para ser estrellas.

No es un asunto de belleza, es algo que algunos poseen, es un duende, un carisma, la cámara los quiere. Serán inmortales. Alain Delon pasa a ser miembro de la perdurabilidad del cine.

Yo siempre lo recordaré en «Rocco y sus Hermanos», de Visconti. Un Alain Delon tierno, con agallas para salir adelante, su papel de boxeador era magnífico en técnica e interpretación en el ring. Afición que siempre tuvo en la vida real. Fue promotor de box. Inolvidable para México cuando organizó aquella pelea en París entre «Mantequilla» Nápoles y Carlos Monzón.

En «Rocco y sus Hermanos», vimos muchas facetas emotivas de Delon. Mostrando una vulnerabilidad ante la grave miseria de su familia en Milán, y el tener que disputar el amor por la mujer con su hermano Simone.

Otras grandes películas de Delon que siempre recordaré son: «El Gatopardo», de Visconti. Ahí la gran presencia de Delon como aristócrata resalta. Su hastío de pareja con Mónica Vitti en «El Eclipse», en todos esos silencios ante cámara que tan bien marcaba Antonioni. En estas tres películas Delon habla en italiano e impecablemente lo hace.

Pero sus papeles de gangsters son inolvidables, y que ganas dan de engominarse el pelo para peinarse a la Delon con un «Borsalino», al lado del socio gansteril Jean Paul Belmondo. Aún oigo las notas italianas de Morricone en «El Clan Siciliano», otra gran película de Delon, al lado de Jean Gabin, y Lino Ventura. Hizo un personaje de sí mismo en esos icónicos personajes de la aventura.

Delon, un agraciado ante la cámara. Un hombre bello, pero además de su imán ante la lente, tenía talento. Sí, señoras y señores, hay galanes que también tienen talento. Delon lo tenía a raudales.

Un gran amante de los animalitos y protector de ellos. Sí, el cine está perdiendo a sus figuras. Ya no hay de esos, diríamos los románticos del cinematógrafo.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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