domingo 24, noviembre, 2024

Adiós Torreón

Raúl Adalid Sainz

Salimos temprano este 21 de agosto del 2023 rumbo a México. Un poco más de un mes en Torreón. Con idas y venidas en los últimos meses, desde que mi dictamen de enfermedad se dio. Todo empezó en abril y mayo. De ahí en adelante ha sido un marasmo de emociones. Saber que tienes la salud quebrantada, hace que tu normalidad se altere. Es como saber que albergas a alguien peligroso en casa.

Así que este poco más de un mes en Torreón me hizo sentir que ha sido mucho el tiempo corrido. Muchos aconteceres en un corto tiempo. Hoy, en el aeropuerto de Torreón recordé mi llegada. Emociones encontradas.

Confianza sí, fe en Dios, y en mi doctor, pero también una emoción que hace mucho ruido: eso llamado ¡el miedo! Aquello que no puedes controlar. Tratas de calmarlo, pero ahí está.

Hoy, en el aeropuerto, al ver la puerta de abordaje tomando un café con mi esposa Elvira, le platicaba esto. Ella oía como algo que le era familiar. Ella vivió esto con otro tono de incertidumbre. Pero siempre echándome porras. Sólo ella sabe lo que vivió. Hoy, lunes 21 de agosto, veo la puerta de abordaje a México y observo el presente iluminado.

Dios, la vida, me han regalado tantas cosas: cobijo y cariño enorme. Un médico que fue un general conductor de mi batalla por la vida: mi doctor Reyes Alvarado y su equipo médico, compuesto por el doctor Silveyra, y el galeno anestesista Gerardo Castañeda. Ellos dos últimos alumnos de mi padre, el doctor Raúl Adalid Martínez.

Una voz anuncia que debemos abordar a México. Siento la luz, la confianza de verme aliviado. Llegué a Torreón con una sonda interna, hoy salgo sin ella. Una cirugía complicada me esperaba, y Dios me deja aquí para cumplir lo que haya que cumplir. Seguir en mi sueño, que es actuar y escribir. Me enfilo a la sala de abordaje y siento que la esperanza gozosa me acompaña. Llevo conmigo a dos grandes compañeras: a Elvira y a mi diosa enorme llamada: la salud.

Texto realizado en el avión que me condujo ayer a la Ciudad de México. Hoy, ya en la urbe de este lago sepultado por el asfalto, recuerdo unas líneas del gran poeta Jaime Sabines: «Necesitamos despertar para estar más despiertos».

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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