Luis Alberto Vázquez
La interpretación de mensajes, textos y hasta políticas se ha vuelto un peligro grave dado que en las redes sociales cada cibernauta es un “experto” traductor de los problemas nacionales y globales. Amén de que pueda haber buenas intenciones, son más las tendencias negativas producto de la ignorancia y hasta mala fe que mueven multitudes y provocan que millones crean en falacias manejadas con sofismas bien diseñados y hasta vestidas por fotografías adulteradas, encuestas cuchareadas y datos verdaderos mal interpretados.
La frecuencia de mensajes, muchos de ellos tóxicos en extremo y la rapidez con que se difunden, provoca infinidad de interpretaciones no profesionales idénticamente rápidas y virales que se interpretan según la visión ideológica, partido y hasta intereses particulares de los receptores. El tono hostil de muchas comunicaciones sobre políticos, artistas, empresarios y hasta académicos solamente ayudan a exacerbar los problemas sin presentar jamás soluciones y menos aún permitir que haya correcciones o justificaciones. Lanzado el mensaje ya nada lo detiene y este, por lo menos mancha cuando no destruye.
Metafóricamente presento ejemplos históricos que al malinterpretarse cambiaron el rumbo de la concepción ideológica y hasta religiosa. En la biblia judeocristiana, el famoso árbol del conocimiento del bien y del mal jamás se precisa de que fruto era. Su simbolismo era lo valioso. Otra visión por no leer completo es creer que Goliat murió de la pedrada que le lanzó David… Realmente trascendente fue cuando el primer ministro japonés Kantaro Suzuki recibió un ultimátum de las fuerzas aliadas en julio de 1945 (semanas antes del bombardeo atómico) y aseveró: “Sin comentarios. Necesitamos más tiempo”; pero la traducción que llegó al presidente Truman fue “Mudo desprecio” y eso aceleró la decisión final norteamericana.
Por no leer el original, por no ir a la fuente misma del texto, informe, propuesta o reforma o completar la lectura emprendida, la inmensa mayoría ha creído y sigue creyendo que aquel árbol era de manzanas. Tampoco saben que el “débil y hermoso” David decapitó al “monstruoso gigante” Goliat con su propia espada y los norteamericanos de 1945 se sintieron ofendidos y destruyeron dos ciudades con cientos de miles de vidas. Muchos caen en miopía intelectual. Parafraseando a Maquiavelo: «pocos creen lo que somos, pero todos creen lo que aparentamos ser».
Las interpretaciones particulares de estos ejemplos bíblicos e históricos, ajenas al texto mismo, demuestran que al ser humano, aunque posee amplio conocimiento este no le infiere capacidad decisoria para distinguir el bien del mal o para juzgar si los hechos son positivos o negativos, así como para darse cuenta de las consecuencias de sus actos; cegado por su soberbia acepta ser movido por intereses espurios, pone en peligro su identidad, tranquilidad y hasta existencia tras leer deducciones de depredadores de la verdad.
¿Porque tratar de engañar? Se multiplican campañas basadas en mentiras no solamente tergiversando temas, sino inventando falsedades de propuestas jamás realizadas, sobresale una pobreza mental absoluta. Creen que decir que muchos o muy pocos son sus correligionarios o sus adversarios les ayudará. Pienso que es al revés, que la mentira perjudica doblemente, se engaña solamente a los propios y se logra la burla de quien conoce la realidad. Si se dice la verdad, quien está de acuerdo y sabe que son pocos, se sentirá comprometido y buscará aumentar el capital social, pero si le dicen que son muchos puede servirle de consuelo ya que su falta ni se notará, tampoco sumará.
Muchos intentan halar a la juventud, dicen que no actúa, pero pregunto: ¿existen alicientes, motivaciones, valores humanistas específicos para que ella actúe?; Si solamente se está atacando, insultando, agrediendo sin ofrecer nada. Si no le invitan a ir al fondo de la problemática, incitarlos a que descubran la verdad en sí misma; jamás van a lograr moverla, porque ella ya tiene otra visión más limpia. Sólo demostrando que realmente se está actuando a favor de todos los mexicanos podrán atraerla; (México es, como ya lo he dicho, un mito, algo superfluo, no existe en sí; existen las personas). Los jóvenes irían a un evento a aprender, a conocer algo nuevo, a buscar algo beneficioso, no a escuchar calumnias y denuestos.