(Recuerdo a aquel montaje con Gonzalo Vega y Lucerito y que un éxito fue)
Raúl Adalid Sainz
Hace algunos años y recorriendo los telones del polvo del camino, recuerdo aquellas puestas del «Claustro de Sor Juana», de Don Juan Tenorio. Eran dirigidas por el dramaturgo y director Luis G. Basurto. Rememoro haber visto una puesta con Gonzalo Vega y la linda actriz y persona, Norma Lazareno.
Algunos años después, y con 26 años a cuestas, tuve el gusto de participar en un montaje del «Tenorio», en una producción de Gonzalo Vega; en ese mítico claustro de las monjas jerónimas a donde Sor Juana Inés de la Cruz perteneció.
Representé al «Capitán Centellas». El escenario se instalaba en el patio central del convento, en esos fríos románticos de los meses de octubre-noviembre del entonces DF. El entorno era el adecuado. Una atmósfera española conventual que contrastaba con las aventuras profanas de «Don Juan».
La obra fue un éxito. El clásico de Zorrilla siempre ha gustado en México. No olvidar que en tiempos de Maximiliano, instauró el austriaco, la primera «Compañía Nacional de Teatro», nombrando al español José Zorrilla como director de la misma. El dramaturgo montó su «Don Juan Tenorio», como estreno de la Compañía y como regalo de cumpleaños al emperador Maximiliano.
Pero volviendo al montaje de este recuerdo, nuestra temporada fue un éxito comercial y artístico, dos razones muy poderosas existían, amén del gusto mencionado por la obra. «Don Juan», era Gonzalo Vega. El actor acababa de terminar una telenovela que fue un éxito: «Cuna de Lobos». Doña Inés lo interpretó Lucerito, hoy Lucero. Sí, la cantante y también actriz.
La obra giró por la república. Los llenazos eran increíbles. Aún recuerdo en Guadalajara la larga fila desde temprano por el corredor Cabañas. El «Hospicio Cabañas», fue nuestro recinto. Un elenco de gente muy agradable y talentosa. Recuerdo a: Gerardo Moscoso, quien por cierto debe estar recibiendo en Durango la «Medalla Xavier Villaurrutia», Carlos Magaña qepd, Eduardo Borja qepd, Consuelito Frank qepd, don José Luis Padilla qepd, Enrique Reyes, que en gloria esté, muchos finados ahora que caigo en cuenta y los recuerdo. Mucha anécdota, pero una rememoro sucedida en Torreón.
Gonzalo Vega acostumbraba matar al comendador disparando su pistola sin sacarla del cinto. En esa ocasión, una chispa empezó a incendiar su jubón. El público empezó a reír y a reír. Vega se encontraba en su momento cumbre, «Clamé al cielo y no me oyó», al escuchar el pitorreo paró la función y recriminó a los espectadores su falta de respeto.
La gente se reía aún más. En eso salió su asistente con un extinguidor apuntando directo hacia las nalgas de «Don Juan». Así se cerró el telón, culminando el primer acto.
Termino este escrito y me digo: «!Ah! caray, cuantas funciones, cuanto teatro, y cuanta vida. Pues que ahora Dios responda de mis actos y no yo». Claro, así, a la manera de un «Tenorio» que recuerda la senda que si se ha de volver a pisar.
Nota: Esta memoria fue escrita en el año 2013. Aún estaba en el escenario de la vida mi querido Gerardo Moscoso. Quien por cierto consiguió que adicionara en esa entrañable obra de » Don Juan», los dioses conspiraron a que me quedara. Hoy el gran Gerardo está en el cementerio glorioso de todos los hermosos recuerdos. Igual nos dijo adiós en el 2016, el buen » Don Juan», Gonzalo Vega.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan