Abrir espacios, no cerrarlos
Julián Parra Ibarra
No cabe duda, qué bonito es lo bonito. Durante la convención de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión hace un par de días, en su discurso la presidenta Claudia Sheinbaum dijo ante los concesionarios y propietarios de medios electrónicos del país, que su gobierno no reprime, censura o limita la libertad de expresión; todo lo contrario, aseguró se defiende, porque “sin libertad no hay democracia y sin democracia no hay justicia”.
Afirmó que desde su gobierno nunca limita la libertad de expresión, “creemos y confiamos en ella”; y enfatizó que la visión que tienen en su administración es que la libertad no se defiende cerrando espacios, sino abriéndolos”.
Otra Perla más: subrayó que “el pueblo de México está despierto, informado y consciente; cerrarse a una sola opinión o mirada no sólo limita el debate, también aleja a las audiencias, porque la gente busca que los medios reflejen lo que somos, una nación diversa, viva, plural, dialogante. El público de hoy no quiere escuchar una sola versión de los hechos, el público de hoy quiere entender, contrastar y participar, y eso es algo profundamente positivo para la democracia y la libertad de expresión”.
Cuánta verdad hay en todas y cada una de las palabras expresadas por la presidente de México. El único problema es que, desde su gobierno, aplica la política de que ‘se haga la voluntad, pero en los bueyes de mi compadre’, es decir cada uno de los puntos de su mensaje, son aplicables para todos, excepto para su gobierno, para los políticos afines al oficialismo, para los militantes de su movimiento.
Porque si no fuera así, por qué no está dispuesta a escuchar a los jóvenes de la generación Zeta que tomarán las calles este sábado, jóvenes que como ella describe al pueblo de México, ‘despiertos, informados y conscientes’, y no entiende que si su gobierno se cierra a una sola opinión o mirada no solo limita el debate, también aleja a la gente, y el público (el pueblo) de hoy quiere entender, contrastar y participar’ lo que ella misma calificó como algo profundamente positivo para la democracia y la libertad de expresión.
Pero desde el oficialismo les regatean a los jóvenes de la Generación Zeta su capacidad de iniciativa, les minusvalidan su capacidad de pensar, de razonar, de opinar. Desde el pulpito presidencial ya los juzgaron: aseguran que la convocatoria fue impulsada con dinero desde el extranjero, y que detrás de todo hay personajes como Vicente Fox, Claudio X. González y Ricardo Salinas Pliego entre otros; que su movimiento no es espontáneo y que han invertido en redes sociales entre octubre y noviembre unos 90 millones de pesos.
La presidenta lanzó un “mejor que paguen sus impuestos en vez de lanzar campañas en redes”, como respuesta a lo que definió como una ‘campaña tremenda’ en redes sociales en contra de su gobierno. Victimizándose, el sello de la casa.
La presidenta está más preocupada de saber quién está detrás del movimiento, que por escuchar a los jóvenes. Si ella misma dice que hay jóvenes con causa y opiniones legítimas ¿por qué no los escucha? ¿por qué no les levanta las enormes vallas de acero que circundan el palacio y platica con ellos? Por qué si su gobierno no reprime, censura o limita la libertad de expresión como ella dice ¿por qué no les abre espacios para el dialogo, para el debate respetuoso? ¿Qué ante los radiodifusores no dijo que la libertad no se defiende cerrando espacios, sino abriéndolos?
Indudablemente que estos jóvenes de entre 13 y 28 años le resultan incómodos porque son voces discordantes aglutinados en un movimiento que no es un partido político, ni candidatos, “somos el pueblo joven de México que despertó”, y que nació aseguran, “del hartazgo colectivo de la juventud mexicana; estamos cansados de la corrupción disfrazada de progreso, del descaro de los mismos políticos que solo cambian de color para seguir haciendo lo mismo, que el futuro no esté en las manos de los mismos de siempre”.
Al igual que cuando los inicios de los movimientos de 1968 que los jóvenes desplegaron en todo el mundo, en Francia, el Argentina, en España y en muchos otros países, este nuevo movimiento se está viviendo en otros puntos del mundo, como Indonesia y Nepal.
“Somos jóvenes con el valor de alzar la voz por convicción, por amor a nuestra tierra, y por la esperanza de levantar un #MéxicoJusto”, escribieron en una de sus publicaciones, “Nadie nos armó, Nadie nos pagó. Nos dijeron que éramos el futuro, pero la verdad es que en las calles somos jóvenes con el valor de alzar la voz por convicción, por amor a nuestra tierra y por la esperanza de levantar un #MéxicoJusto. No somos partidos. No somos colores. Estamos hartos de la impunidad y de que levantar la voz sea causa de muerte. A ti que dudas, a ti que tienes miedo ¡Despierta! La juventud ya no está dormida, estamos conectados y ya no tenemos miedo”.
Oiga presidenta, ¿y si los escucha, si dialoga o debate con ellos, si usted misma dice que algunos tienen causas y opiniones legítimas? ¿o por qué les tiene tanto miedo? ¿por qué no les abre los espacios en vez de cerrárselos? ¿o su discurso cambia dependiendo del público que tiene?
X= @JulianParraIba







