Un mundo raro
Julián Parra Ibarra
No cabe duda que el nuestro, México, es un país kafkiano porque, mire usted, a principios de la pasada administración federal, el presidente de cuyo nombre no quiero acordarme, con acciones inverosímiles provocó una escasez de gasolina en el país, medidas que adoptó nos contó –o mejor dicho nos cuenteó-, era para combatir y terminar de tajo con un viejo vicio del ordenamiento de los ductos de Pemex, conocido actualmente como ‘huachicoleo’.
Según se informó entonces, las pipas de las empresas particulares transportadoras del combustible, entraban y salían de las instalaciones de Petróleos Mexicanos, sacando el combustible por la puerta de enfrente, cuyos movimientos no eran registrados, es decir, robados, obviamente con la complicidad de trabajadores y funcionarios, se robaban las gasolinas.
Fue entonces que el gobierno federal tomó la decisión de comprar pipas hasta llegar a las mil 800 para que fueran vehículos propios, de la paraestatal, las que se encargaran en lo sucesivo del transporte de los combustibles. A la fecha nadie sabe dónde están o qué hicieron con ese número de pipas.
En de 2019, el entonces mandatario aseguró que el huachicoleo había sido exterminado. Durante su primer informe, repitió la historia, que había costado mucho trabajo, pero estaba prácticamente eliminado, cuando los gobiernos anteriores nunca hicieron nada para combatirlo.
Si el mal ya estaba aniquilado como se nos aseguró, cómo es posible que en como resultado de dos operativos coordinados entre la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa), Guardia Nacional (GN), Fiscalía General de la República (FGR), con apoyo de la Secretaría de Marina (Semar), la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), personal de Seguridad de Pemex, y autoridades de Coahuila, hayan asegurado en nuestro estado 15 millones 480 mil litros de hidrocarburos, contenidos en 129 carrotanques de ferrocarril, aparentemente en situación de abandono.
Aunque este no es el único decomiso que se ha ejecutado en las semanas recientes –incluso se detectó una refinería en la que se procesaba el crudo robado a Pemex-, el de Coahuila según el secretario Omar García Harfuch, es el más importante decomiso de combustible en lo que va de la administración.
En el primer sexenio ‘cuatrorero’ también se eliminó la corrupción de este país, porque se cumplió cabalmente al pie de la letra de que ese mal se combatía como el barrido de las escaleras, de arriba hacia abajo y que, con un presidente honesto, todos los funcionarios por arte de magia, se convertirían a la honestidad. Sin embargo, en esa administración se cometió el fraude más escandaloso de la historia de nuestro país: en Segalmex, por 15 mil millones de pesos, según cifras de la propia Auditoria Superior de la Federación, y su director no solo no fue castigado, sino que desaparecieron la dependencia y a él lo premiaron enviándolo a la Segob para que ahí estuviera bien protegido.
La violencia en México, nos dijeron, iba a desaparecer, porque si los delincuentes no entendían se les iba a ir acusar con sus abuelitas; se combatió con abrazos y no balazos, pero los balazos los pusieron los grupos del crimen organizado, y los muertos la ciudadanía: se cerró como el sexenio más violento en la historia moderna del país con 199 mil 952 muertes violentas, y si no se llegó o rebasaron los 200 mil homicidios dolosos, fue porque la administración pasada fue de 5 años y 10 meses. Se cerró también con la terrible cifra de más de 65 mil desaparecidos.
Durante la Pandemia, México se situó como uno de los países que peor manejo tuvo, lo que se tradujo en cerca de 400 mil muertes de personas que fallecieron no por sus condiciones de salud, ni las del sistema de salud mexicano, sino por las fracasadas políticas para atender y combatir la emergencia.
El responsable, identificado así en la mayor parte del mundo, fue Hugo López Gatell, apodado y conocido ya más públicamente como el ‘Doctor Muerte’ por el número de fallecimientos generados por su negligente manejo de la Pandemia, ahora es premiado al ser designado, ya por la actual administración, como representante de México ante la Organización Mundial de la Salud.
De plano, yo ya no logro entenderlo, tal parece que vivimos en el mundo del revés, que lo que se nos asegura no es real, no existe, y que, para ser premiado, hay que actuar de manera corrupta o negligente. Vivimos en un país que por decir lo menos y como decía José Alfredo Jiménez, es un mundo raro.
@JulianParraIba