Alta velocidad
Julián Parra Ibarra
El accidente que se registró este domingo en el Puente El Cuije en la carreta Torreón-San Pedro, cimbró a la sociedad lagunera, que tristemente ha venido testificando recientemente, una serie de accidentes, en la mayoría de los cuales hubo consecuencias trágicas, y que nos debe llamar a todos quienes estamos al frente de un volante, a reflexionar respecto de la forma y velocidad con que conducimos, y asumir la responsabilidad con nosotros mismos y con todos los demás que circulan o caminan a nuestro alrededor.
Aunque la situación no está del todo precisa, al parecer el conductor de un vehículo particular venía en dirección a Torreón, presuntamente a exceso de velocidad y conduciendo de manera zigzagueante, y al llegar al puente invadió el carril contrario, es decir, en dirección a San Pedro, se impactó de frente con el camión de pasajeros, y ambos se fueron contra el muro de contención para enseguida caer al vacío.
El auto particular quedó hecha una mole de fierros retorcidos al grado que en primera instancia las autoridades ni siquiera podían precisar si se trataba de un auto, una camioneta o un taxi. En su interior quedó prensado el cuerpo ya sin vida del conductor.
El camión terminó con las llantas hacia arriba y de quienes lo tripulaban pereció una persona más y al menos 25 resultaron heridas con distintos niveles de gravedad. La mañana de este lunes en la actualización de las cifras, se proporcionó un listado de 15 lesionados, seis lesionados estables, y cinco lesionados de gravedad.
Apenas la semana pasada un joven profesionista perdió la vida sobre el Periférico cuando aparentemente tratando de impedir pasar por encima de un perrito que ya sin vida estaba sobre el pavimento. Un video muestra que de pronto el conductor realizó un brusco movimiento que le hizo impactarse contra el muro de contención, prácticamente salir volando, para invadir los carriles contrarios en los que se impactó contra un camión repartidor de refrescos, y ahí perdió la vida.
Hace por lo menos un par de semanas, una camioneta de lujo que circulaba sobre la avenida Abasolo se impactó con otro auto al llegar a Ramón Corona (por la parte posterior de la presidencia de Torreón), una persona que iba en el asiento trasero salió ‘volando’ por el ‘quemacocos’, y la camioneta al volcarse terminó con las llantas hacia arriba, prensando el cuerpo de la persona despedida tras el impacto.
Hace algunas semanas, en la carretera Torreón-Matamoros, un joven perdió el control de su auto, subió al camellón, se impactó contra un poste, su auto terminó por partirse en dos, y el conductor perdió la vida.
No soy un perito en la materia ni quiero hacer un juicio, pero utilizando una lógica elemental, me lleva a creer que en todos los accidentes de estas magnitudes, invariablemente el principal ingrediente son las altas velocidades a los que los laguneros solemos conducir, sobre todo en vías como el Periférico Raúl López Sánchez, y los bulevares como el Constitución, el Independencia, el Revolución, y sobre todo en las extensiones de estos, que son los bulevares Torreón-San Pedro y Torreón Matamoros.
Nadie de quienes estamos al frente de un volante, estamos exentos de sufrir un accidente, pero la dimensión de éste depende muchísimo de la velocidad a la que sean conducidos los autos involucrados. A menor velocidad, el impacto es menor y en la misma proporción las consecuencias; a mayor velocidad la probabilidad de que haya consecuencias fatales se incrementan de manera considerable.
Adicionalmente en muchos de los casos, se suman a las altas velocidades, ingredientes distractores como el uso del teléfono celular, o consumo de alcohol, y en no menos de una ocasión se conjugan estos tres ingredientes.
Ojalá que, encabezadas por las autoridades municipales de los municipios de la zona conurbada, se pudiera implementar una campaña en la que pudiéramos participar todos, gobiernos, cámaras y organismos empresariales, empresarios restauranteros, iglesias, asociaciones de padres de familia, medios de comunicación, para crear una conciencia social de la responsabilidad que representa estar al frente de un volante, las consecuencias de rebasar los límites de velocidad establecidas en la zona urbana, de ir ‘texteando’ mientras se conduce, ponerse al frente de un volante después de consumir alcohol, y peor, combinar dos o hasta tres de estos ingredientes.
Ya está demostrado que, subiendo y aplicando multas, colocando bordos o reductores de velocidad y colocar señalética ‘horizontal y vertical’, no ha dado resultado y los accidentes cada vez son más frecuentes y de consecuencias terriblemente fatales.
Esas medidas están bien, pero si se realiza una intensa y permanente labor preventiva, podría a ayudar a generar conciencia sobre todo entre los más jóvenes, que cada vez más y a menor edad se convierten en conductores, porque tienen posibilidades de comprar o tener un auto, pero no tienen las más mínimas bases de las reglas que deben respetar. Sobre todo, porque hoy en día, pueden obtener su licencia de conducir, sin que las autoridades del ramo les apliquen la mínima prueba de campo como se estilaba antaño.
Hoy obtienen la licencia de una manera sorprendentemente rápida, y para estrenar su documento, salen en sus autos rápidos y furiosos, porque durante la gestión no recibieron ni un manualito con las reglas básicas de tránsito.
X= @JulianParraIba