jueves 23, enero, 2025

A LA BÁSCULA

¿Por qué a nosotros?

Julián Parra Ibarra

Durante 2001 y posterior a los atentados contra las Torres Gemelas en los Estados Unidos, el periódico español El País publicó un amplio reportaje muy bien documentado en el que detallaba por orden alfabético los países del mundo con los que los norteamericanos habían tenido algún tipo de conflicto, de los que muy pocos se habían salvado; y cerraba con una pregunta que remitía además a su encabezado. Y todavía se preguntan ¿por qué a nosotros?

En el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se tienen reconocidos un total de 195 países en el mundo, aunque algunos de sus miembros no reconocen a Palestina como un estado soberano, por lo que de pronto en algunos documentos solamente aparecen 194.

Algunas organizaciones deportivas como el Comité Olímpico Internacional (COI), reconoce a 204 países, la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) reconoce a 211, mientras que la Federación internacional de Baloncesto (FIBA) reconoce a 215 países.

A lo largo de su historia, Estados Unidos ha estado involucrado en al menos 114 conflictos militares, pero en otros países ha intervenido en algún tipo de conflicto. Algunas informaciones señalan que tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y hasta 2001, de los 248 conflictos armados registrados en 153 regiones del mundo, 201 fueron iniciados por Estados Unidos.

De hecho, el país de las barras y las estrellas es el único país que ha utilizado bombas atómicas, en 1945, la primera el 6 de agosto sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, y la segunda tres días después en Nagasaki; en la primera se estima que unas 70 mil personas murieron instantáneamente, y en la segunda el saldo habría sido de 40 mil personas muertas.

Y los norteamericanos todavía se preguntan, como tras los ataques del 11-S, ¿Por qué a nosotros?

Irónicamente, en su anterior paso por la casa Blanca, Donald Trump no inició ningún conflicto militar contra ningún país, y en este segundo periodo como presidente de los Estados Unidos, si bien a unos días de su toma de posesión tampoco lo ha hecho, sí ha venido abriendo frentes –lo vino haciendo desde el inicio de su campaña- contra varios países, con mayor énfasis contra China, Canadá y México, y de manera muy particular contra nuestro país.

Históricamente, Estados Unidos ha venido actuando como el policía del mundo, sancionando y castigando a quienes no se pliegan a sus intereses, participando o patrocinando golpes de estados en varios países latinoamericanos y del Caribe, y en otras latitudes del orbe.

Con la aparición del ‘Trump recargado’ en la Casa Blanca, éste ha ido todavía más allá, sintiéndose el Dios del mundo, incluso ha dicho que se Dios le permitió sobrevivir al atentado durante su campaña en el que le ‘volaron’ una parte de una oreja, en el que pudo haber muerto, es porque Dios le tenía destinada esta misión de volver a presidir el país más poderoso del mundo.

Como tal, se siente con el derecho de llegar y arrebatarle el control del canal a Panamá, de querer hacerse de Groenlandia, de anexar a Canadá como uno estado más de los Estados Unidos, de desatar una guerra de aranceles con China, y de intentar someter a México con las amenazas de deportaciones masivas de indocumentados independientemente de su nacionalidad, de aplicar aranceles por no impedir el paso de las caravanas de migrantes y detener el flujo de fentanilo de México hacia Estados Unidos, y de realizar intervenciones en territorio mexicano para combatir a los grupos del crimen organizado, luego de haberlos declarado como organizaciones terroristas internacionales.

La hostilidad y agresividad en sus discursos durante la campaña, las ha llevado al terreno de los hechos. Esto es, que ya no son solo discursos, sino que ahora son acciones. No ha completado una semana de haberse instalado en la Casa Blanca y ya tiene varios frentes abiertos. Quizá porque sabe que ni canadienses, ni panameños, ni mexicanos, son pueblos tan extremistas como para responder sus agresiones con acciones militares, se ha ensañado como lo ha hecho.

Pero nunca se sabe si de pronto, en algún lugar del mundo surja, harto de tanta prepotencia y arrogancia, y en este caso sí de tanto clasismo, racismo, un moderno ‘Osama Bin Laden’. Nunca se sabe.

Es tanta la violencia verbal y gestual con que se conduce Trump, que cualquier cosa se puede esperar. A toda acción, siempre corresponde una reacción. Y todavía se preguntan los norteamericanos ¿por qué a nosotros?

laotraplana@gmail.com

X= @JulianParraIba

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