domingo 22, diciembre, 2024

A LA BÁSCULA

La guerra del bienestar

Julián Parra Ibarra

Por lo menos en un par de ocasiones, en este mismo espacio, usted y yo hemos conversado acerca de que la unidad dentro de la autoproclamada ‘cuatroté’ en el Congreso de la Unión tarde o temprano –aunque la verdad no creí que fuera a ser tan temprano- se iba a resquebrajar.

Nuestra tesis desde el inicio de la actual legislatura, es que en las bancadas morenistas en las cámaras de diputados y de senadores había un porcentaje de los duros o extremistas de la doctrina lopezobradoriana, que habrían de seguir atendiendo las indicaciones que llegaran desde ‘La Chingada’, el rancho donde se supone está el expresidente en su retiro.

La otra parte, la de los moderados, los institucionales, que entienden perfectamente que la presidenta ahora se llama Claudia Sheinbaum, y son las indicaciones que salgan de Palacio Nacional las que, en estos próximos años, se deben atender y aplicar.

No fue ese el motivo del inicio de la guerra interna entre las huestes morenistas, pero igual da, porque esto que estamos viendo no es otra cosa que el ‘síndrome del poder’, y que ocurre luego de haber cumplido un periodo como oposición en la que se jugó un papel acorde a esa posición, pero luego al llegar al poder las cosas empiezan a cambiar. Igual le pasó al PAN que todavía en los tiempos de Maquío o del Jefe Diego, batallaban para integrar sus planillas y registrarlas ante la autoridad electoral. Pocos aceptaban que su nombre estuviera incluido en un listado panista, así fueran militantes o simpatizantes de ese partido.

Sin embargo, una vez que se llegó al poder con Vicente Fox Quesada en el 2000, las cosas empezaron a cambiar. Una vez que probaron las mieles del poder, todos los panistas se sentían con los derechos de ser candidatos al puesto que fuera, pero el hambre y el ansia por el poder los transformó muy pronto en caníbales, se empezaron a comer entre ellos mismos, y se llegó muy pronto al momento en que los ‘despechados’ preferían que su partido perdiera la elección, antes que ganara y llegara al gobierno su rival en las internas. Ese escenario se replicó en todos los niveles y se practicó en infinidad de veces, hasta que ese tipo de actitudes los llevó no sólo a la pérdida del poder, sino a que la gente dejara de confiar en ellos, y colocarlos casi al bode de la desaparición como se encuentran actualmente.

Lo mismo ocurrió en el PRD, donde las tribus empezaron a ‘comerse’ entre ellos, y cuando dejaron sólo el bagazo de lo que fue el Partido del Sol Azteca, como ratas saltaron de la nave para subirse al siguiente navío a donde llevar sus caníbales impulsos, mientras su barco original se hundía y desaparecía del firmamento político en México.

En Morena la ‘Guerra del Bienestar’ inició mucho antes de lo que muchos suponíamos o imaginábamos que iba a empezar, a menos de tres meses cumplidos del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, y se da por cuestiones intestinas, porque los dos protagonistas, Adán Augusto López y Ricardo Monreal Ávila, se suponía que formaban parte del mismo bando de los duros al interior de Morena.

Aparentemente la guerra comenzó con el recorte del presupuesto que en la cámara de diputados le aplicaron a la de senadores. Desde la cámara alta el líder de la bancada morenista ha dicho que detectaron unos ‘negocitos’ que heredaron de la anterior legislatura que fue encabezada por el ahora diputado zacatecano. Adán Augusto como coordinador de la bancada morenista en la cámara alta, dijo que había girado instrucciones al jurídico para que interpusiera la demanda correspondiente de lo que –ha comenzado a circular-, son un par de contratos por 90 y 60 millones de pesos adjudicados al yerno de Monreal.

Dado que el líder senatorial –otro miembro de los duros de Morena- Gerardo Fernández Noroña, no ha logrado calmar a los rijosos, la misma presidenta Claudia Sheinbaum ha tenido que intervenir, argumentando que ‘el malentendido tiene que resolverse’. Solo que una pequeña acotación a la presidenta, este no es un malentendido, sino una confrontación muy directa, el inicio de una guerra interna.

Y como todas, las guerras más cruentas y sanguinarias suelen ser las que se dan al interior, como las guerras civiles, y ésta parece ser una guerra civil hacia el interior de Morena, un partido conformado en su mayoría por perredistas, miembros de las tribus caníbales que se consumieron unos a otros hasta que la situación era tan intolerable que Andrés Manuel encabezó la huida con la creación de un nuevo partido.

No, este no es un malentendido, es el inicio de la ‘guerra del bienestar’. A ver de qué cuero salen más correas, a ver si hay un vencedor en este primer round, o desde Palacio sale la orden de aplacarlos a los dos, y bajarlos a ambos de su macho. Que, a la larga, es lo que más le conviene a la presidenta.

laotraplana@gmail.com

X= @JulianParraIba

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