lunes 25, noviembre, 2024

A Contrapié

Juan Antonio Martínez Barrios

Bajas y rescates

Al manifestarse en contra de la militarización del país y corroborar su voto –insuficiente- en contra de la dependencia de la Guardia Nacional de la Secretaría de la Defensa Nacional, apenas este martes en el Senado, el exgobernador Miguel Ángel Riquelme Solís subrayó que Coahuila se destaca como un referente en la coordinación con la Sedena. Y los números favorables resultantes que dejó ahí hablan por sí solos.

Durante su sexenio como jefe del Ejecutivo de Coahuila Riquelme Solís dio prioridad a las estrategias y coordinación con los tres órdenes de gobierno, de tal manera que al concluir su mandato el Estado se ubicaba en tercer lugar en seguridad en el ámbito nacional. Sobre esa importante base es que se pudieron alcanzar cifras récord en creación de nuevas empresas y ampliación de otras, inversiones millonarias y generación de miles de empleos.

Coordinación entre los órdenes gubernamentales, las fuerzas del orden y las corporaciones policiacas han sido la clave. Por eso resultó sorpresiva la separación de los elementos estatales que se combinaban con los policías municipales para integrar el Grupo de Reacción Torreón. Esos elementos ¿se habían contaminado? ¿Obedecían a otros intereses?  Videos van, videos vienen plagados de acusaciones, mientras que después de una semana han abundado los comunicados de prensa del Municipio y del gobierno estatal fijando posturas, pero reflejando una gravísima falta de coordinación. Luego de la separación de los estatales, dispuesta por el alcalde, Román Alberto Cepeda, las autoridades estatales absorbieron a esos agentes para crear un grupo paralelo, adscrito a la Secretaría de Seguridad Pública, para atender delitos de alto impacto. El edil anunció que el GRT municipal permanecerá y que su gobierno seguirá invirtiendo en seguridad, pues la seguridad es prioridad en su administración. Coordinación, no sumisión, y respeto a la autonomía municipal, parece ser su máxima como cabeza del Ayuntamiento.

Con o sin razón en sus inesperadas decisiones, a Cepeda González le ha faltado diplomacia. El que ha echado mano de su amplio oficio político es el secretario de Gobierno del Estado, Óscar Pimentel –parece que no hay nadie más- para venir desde Saltillo en más de una ocasión y buscar atemperar las cosas, lo que poco a poco está logrando. Similar postura ha asumido el diputado local y regidor con licencia, Felipe González, muy cercano y de todas las confianzas de Cepeda González.

Más allá de poses, posturas y declaraciones, la existencia de dos grupos de élite policial no habla bien de la coordinación Estado-Municipio en materia de seguridad. Más bien, implica un preocupante retroceso. Frente a la baja incidencia delictiva lograda, Riquelme Solís siempre convocaba en su sexenio a “no bajar la guardia” ante el siempre acechante crimen organizado.

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