Raúl Adalid Sainz
Siendo muy morro empecé a admirarlo. La primera película que vi de él, en mi Torreón, fue «Amor Libre». Aún recuerdo en el delirio a Julissa y Alma Muriel. Su nombre se me quedó extrañamente en la memoria. Ya viviendo en México, por mis estudios teatrales, vi aquellas que no observé por ignorancia, y porque eran territorios prohibidos para un adolescente.
Aún recuerdo en la Cineteca Nacional, aquella de Tlalpan y Churubusco, haber visto: «La Pasión Según Berenice», y «Naufragio». Fue una impresión muy grande el cine de Jaime Humberto para mí. Su mundo de sueños, su libertad, su ironía.
Fue descubrir además a tres grandes actrices que admiro mucho, íconos referentes del cine mexicano que me encanta: Marthita Navarro, qepd, Ana Ofelia Murguía, y María Rojo. Al poco tiempo, esa Cineteca Nacional, ardía en llamas, como aquella escena final en que «Berenice», salía huyendo, quemando la casa de su pasado. Las llamas eran una reverberancia en su camino liberatorio.
Pero aún faltaba que viera, dos de mis películas preferidas de Jaime: «María de mi Corazón», y «Matinée». Recordar a Héctor Bonilla y María Rojo, en su éxtasis amoroso en Chapultepec, viendo osos polares, un contento de fiesta, su baile al compás de «Viajera», y la terrible escena final de María, ya trastornada, en el macabro psiquiátrico, me es sentir lo insólito de la vida. Es un canto final de María, cantando: «A la víbora, víbora, de la mar, de la mar».
«Matinée», fue vivir la aventura al lado de Héctor Bonilla, y el admirado Manuel Ojeda. Aquellos chiquillos, conviviendo mundos raros con aquellos rateros tan particulares. Jaime Humberto, habló bajo un velo transparente, de una relación ambigua, gay, entre los personajes centrales. Muy valiente y honesto para la dura censura de su tiempo.
La nueva basílica, en construcción aún, fue testigo de esas secuencias maravillosas de thriller. La vida me permitió estrechar una entrañable relación de trabajo y amistad con Marthita Navarro, Héctor Bonilla y Manuel Ojeda. Con Ana Ofelia Murguía, tuve el gusto y honor de hacer un corto bellísimo llamado: «La Caja», de Jaime Ruiz Ibáñez. Ana Ofelia está entrañable y conmovedora.
Pero aún quedaba la cereza en el pastel. Y que revela el porqué de las fotos que enmarcan el escrito. Jaime Humberto Hermosillo me conoció en una obra de teatro y me llamó invitándome a la que iba a ser su última película: «Un Buen Sabor de Boca». Una comedia, con guion de su autoría.
Después de la admiración mencionada a su cine, este regalo de manzana de vida, fue maravilloso. Un actor sueña con que una directora o director admirado lo llegue a llamar.
Esos días de filmación con Jaime Humberto fueron de encanto absoluto. Su dirección actoral, que él decía que no tenía, que se rodeaba de buenos actores, pero yo lo desmiento, era muy observador en cada toma, su set bien planeado para cada secuencia, platicaba de la escena a filmar con el actor, se leía antes, le gustaba que el actor tuviera claro lo que iba a hacer e interpretar. Su comunicación con su fotógrafo Jorge Z López, era de gran precisión organizativa.
Con Jaime en los descansos, era hablar de Fassbinder, uno de sus cineastas fundamentales, recordaba a algunas de sus actrices, a su diseñadora de vestuario, Lucero Isaac, recordaba a Bonilla, a Pedro Armendáriz, a María Rojo, a Martha Navarro y aquella mágica filmación de «La Pasión Según Berenice». Un día me dijo, muy agradecido, por un escrito que le leí sobre esa película, me decía por Whatsapp: «Gracias por tu escrito Raúl, «Berenice», soy yo». Hablábamos y nos reíamos de una pasión en común que teníamos: los gatitos.
Por eso, estas fotos, que les comparto con este texto, son el símbolo de que muchas veces los sueños se tornan realidad. Yo amé ese cine mencionado de Jaime Humberto. Y a lo mejor esa filia amorosa cinematográfica jaló el hecho de que un día Jaime me invitara a trabajar con él.
Me faltaron de mencionar, el encanto que fue: «El Cumpleaños del Perro», y «La Tarea». Estas fotos me las regaló, sin darme cuenta de que las tomaba, el actor Víctor Carpinteiro, compañero en aquella entrañable filmación. ¡Gracias Víctor!
Jaime Humberto habita otra galaxia, su cine es ya un referente muy grande de nuestra historia del cine mexicano. En veces, sólo puede uno decir agradecido: ¡Gracias vida por este enorme regalo!
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan