Fundado el 7 de abril de 1963 por un grupo de periodistas encabezados por don Roberto Orozco Melo, y acompañado entre otros por don Francisco J. De La Peña Dávila, El Heraldo de Saltillo es el periódico decano en la capital de Coahuila y el que durante más años ha circulado en la historia de la ciudad fundada en 1577
“Amenaza a Saltillo la peor escasez de agua”. Con ese titular en su portada, tan vigente entonces como ahora, salió a la luz el primer ejemplar de El Heraldo de Saltillo un día 7 de abril de 1963.
Su fundador, don Roberto Orozco Melo (+), escribió en 2013 un artículo con motivo del 50 aniversario del periódico, en el que narró el proceso de gestación de este medio de comunicación, que a la larga, se ha convertido no solo en el periódico más antiguo de Saltillo, sino el que más años ha circulado en toda la historia de la ciudad:
“Marcado por mi experiencia en un periódico ajeno, El Heraldo del Norte, un día intenté revivir su nombre en otro consuetudinario, pero antes consulté en la Administración Local de Correos sobre los trámites para el registro de la nueva publicación. Intenté que me autorizaran la cabeza “Nuevo Heraldo del Norte” pero fui rechazado: había, me dijeron, varios periódicos en el norte de México que tenían registrado ese cabezal, pero podría usar la designación de “El Heraldo de Saltillo” lo cual no me pareció mal, dadas las circunstancias.
No me quise arriesgar; tenía tiempo para pensarlo y convoqué a varios antiguos trabajadores del extinto Heraldo del Norte y a dos o tres reporteros amigos para invitarlos a emprender junto conmigo la aventura de crear un nuevo órgano que saliera por los fueros del desaparecido Heraldo del Norte. Había comprado, en abonos, un viejo linotipo 5 incluido en un lote de equipo para las artes gráficas, que coincidentemente había rematado la imprenta “El Modelo” de Monterrey. Había ahí mismo una anacrónica prensa plana marca Stonemetz para dos páginas tamaño cuádruple, más tres chibaletes y varias cajas de tipografía movible para el cabeceo de las noticias.
Echar a andar aquellas reminiscencias mecánicas que parecían evocar los artilugios usados por don Juan Gútenberg en el límite del Siglo XV y XVI, del Renacimiento, iba resultar toda una hazaña que demandaría casi dos meses de trabajos previos. Pero el entusiasmo y las ilusiones de quienes posteriormente serían sus operadores vencieron todas las dificultades y lograron adecuarlas al linotipo 5 y la prensa plana Stonemetz. Desde luego, no se consiguieron las refacciones originales; y así devino necesario maquinar réplicas de engranes, volantes, graseras, planchas, y muchos tornillos, guasas y pernos construidos ad hoc para aquella circunstancia. Don Félix Galindo, de Piedras Negras, consiguió varias aproximaciones de lo que nos faltaba, hechas en un taller de San Antonio, Texas y nos vendió tres abanicos (depósitos) para el linotipo, sendas fuentes de tipografía y un crisol eléctrico en desuso.
El primer número de El Heraldo de Saltillo salió a la calle el día 7 de abril de 1963. El personal mostraba justificada ufanía al imprimir número tras número en desigual competencia contra El Sol del Norte de la Cadena García Valseca; sin embargo, los empresarios y la sociedad saltillenses apenas daban apoyos parciales y mínimos en publicidad para aquel esfuerzo.
Estábamos en esa lucha tres meses después cuando el Partido Revolucionario Institucional me invitó a registrarme como candidato a la Presidencia Municipal de Saltillo. Tenía algunos antecedentes en la política de Coahuila: Secretario General de la Federación de Organizaciones Populares del Estado (CNOP) y diputado por el V Distrito Electoral, más un mínimo conocimiento de la operatividad del Ayuntamiento, pues había sido Secretario del mismo algunos meses antes. Mis amigos periodistas, incluidos los de El Sol del Norte, firmaron la solicitud de registro, me acompañaron a presentarla ante el PRI y celebraron la aceptación de la candidatura.
Días después los tipógrafos, editores y reporteros de El Heraldo escucharían sorprendidos que iba a dejar la dirección del periódico para intentar dirigir al municipio de Saltillo.
Francisco de la Peña Dávila, quien había sido reportero en El Sol del Norte trabajaba con nosotros; también se mostraron entusiastas e interesados Javier Villarreal Lozano, Pepe González, que sabía todo de los deportes, mientras Panchito Salazar trataba de administrar a la naciente empresa…y así algunos más.
Otros de mis amigos me animaban a seguir en la política. En ese momento me sentí como un ranchero que siembra una huerta y se desanima después de haber plantado el primer árbol. Entonces don Braulio Fernández Aguirre, quien pronto sería gobernador electo, me animó a seguir con la candidatura a Alcalde, lo hice y resulté electo.
En cuanto a El Heraldo de Saltillo, hubo un valiente que quiso asumir los exiguos activos y los muchos pasivos de aquella naciente empresa y le transmití mis derechos sobre ella: Francisco de la Peña Dávila.
Buen reportero y con el sentido práctico que le daba la agricultura, Paco tomó la huerta El Heraldo, cuidó los árboles y los ha visto crecer y desarrollarse.
Javier Villarreal Lozano, por su parte, había sido previamente convocado para dirigir El Tiempo de Monclova, aceptó el reto y el gobernalle e hizo un buen periódico”.
Hasta aquí la narración de don Roberto, quien fundaría El Heraldo de Saltillo acompañado por Francisco De La Peña Dávila, Javier Villarreal Lozano, Francisco R. Salazar, Salvador Sánchez, José González, Francisco Martínez Solís, Carlos Gaytán, Rodolfo Amaro Díaz, Juan Vázquez Ruíz, Fermín Hernández Elías, Jesús Valdez, Antonio Méndez, Guillermo López,
TRABAJABAN CON LAS UÑAS
En su libro “Así sucedió”, el periodista Carlos Gaytán Dávila narra otros episodios de la fundación de El Heraldo, incluyendo un testimonio que le compartió Orozco Melo:
“Trabajamos con las uñas —recuerda Orozco Melo—, y teníamos que empezar la formación a las 10 de la mañana, para terminar con la impresión al día siguiente a las cuatro de la mañana; eran cuatro páginas tamaño normal y dependían de un linotipo 5 de los más antiguos. Para el armado de las matrices donde se fundían los textos, se utilizaban clips, es decir la composición o el formato como le dicen ahora con tanta pompa.
Los empleados, al igual que los accionistas sufrieron privaciones y tuvieron que enfrentarse a los pocos ingresos que el matutino originaba, pues competía con toda la Cadena García Valseca, a través de su periódico local El Sol del Norte”.
Gaytán recuerda que, por algunos años, estuvo operando El Heraldo de Saltillo en las calles de Bravo y Pérez Treviño, una vieja casona que aparentemente cedió en préstamo don Enrique Martínez, padre; ahí se desempeñaban como reporteros Humberto López Torres, Carlos Gaytán Villanueva, Víctor Manuel Garza Ayala, Mauro de la Rosa “El Cachorro” y Pepe González, “La Bolita” entre otros.
“Ahí debutó como reportero de la página policiaca Armando Tapia y González. Tapia se alió profundamente con Baco y entonces tuvieron que concursar Lalo Aguirre “El Pitarreo” y Carlos Gaytán Dávila, para ganar el puesto de reportero de la página policiaca de El Heraldo. Gaytán Dávila tenía alguna experiencia, pues había laborado en el Zócalo de Piedras Negras de los Juaristi; ahí Paco y Carlos, le dieron sus primeras lecciones de redacción”, recuerda Gaytán.
“Fueron fundadores de El Heraldo entre otros trabajadores Juan Manuel Torres Acosta, “El Mexicano”, Salvador “Chava” Sánchez, Juan Vázquez; en los linotipos, (bueno era uno solo) laboraban Isidro Aguirre “La Polla”; Antonio Méndez, “El Pisquin” y Juan Acosta.
Chelito García se encargó poco después de la página de sociales. Chelito ya tenía experiencia pues había laborado para el antiguo Diario, cuyo director era Benjamín Cabrera. En el departamento de fotografía un inigualable amigo, Ramón Hernández.
Carlos y Juan Castillo Borja, llegaron casi unos niños a El Heraldo de Saltillo; el primero como conserje y el segundo como ayudante de los linotipistas.
Fermín Hernández colaboraba en la página deportiva, con José González, “Pepe Bola”.
Cuando a Roberto Orozco Melo lo llamaron como candidato único a la Presidencia Municipal, se quedó Javier Villarreal Lozano como Director de El Heraldo de Saltillo.
Villarreal Lozano cedió los “trastos” a Pepe González, finalmente Paco de la Peña se haría cargo de la dirección y los gastos del periódico.
Fermín afirma que se imprimían paginas local, nacional, social, deportiva y policiaca, y recordó a Chuy Valdez, uno de los formadores y al reportero Everardo Sandoval Garay.
“Era un periódico de mucha hambre, más que con fuerte inversión se hizo con mucho entusiasmo”, recordaba Juan Vázquez Ruiz, uno de los formadores de El Heraldo de Saltillo. Fue providencial la llegada de Paco de la Peña a la dirección del diario, pues aparte de ordenar las cosas, dar las disposiciones exactas, pudo remediar el daño económico y así resolver una cuestión que amenazaba con cerrar definitivamente el periódico, de lo cual hubo muchos intentos.
Los principales accionistas se vieron amenazados por los trabajadores de suspender sus labores y cerrar definitivamente el periódico, adeudaban a los trabajadores cuatro o cinco semanas.
Una noche —recordaba Juan Vázquez—, Toño Castilla llegó a cada uno de los domicilios de los trabajadores llevando cabritos ya cocinados y otras comidas, que iba entregando en la casa de los colaboradores de El Heraldo, así como algo de dinero, bajo la súplica de que no abandonaran su trabajo; en verdad fueron días difíciles para los empleados y los socios del periódico.
A la salida de Orozco Melo, el primer director del matutino, para ir “sin tocar baranda” a cumplir la encomienda como alcalde de Saltillo, el periódico vino a menos, lleno de deudas y pocos recursos para pagar los salarios.
Gracias a la providencia, por decisión de los accionistas se hizo cargo de la dirección y la administración Paco De La Peña, quien comenzó a regularizar todo: pago puntual de sueldos, energía eléctrica, papel, tinta, servicios administrativos, etcétera.
Pasó el tiempo y De La Peña había gastado un buen dinero en el sostenimiento del periódico y no hubo otra alternativa que ceder de forma legal todos los derechos al nuevo director, quien hasta su fallecimiento, ocurrido en el año 2017, siguió dirigiendo y administrando con muy buen tino el periódico, auxiliado muy de cerca por dos de sus inteligentes retoños, Eduardo y Alicia De La Peña De León, que al frente del periódico lo han hecho muy bien.
Muchos de los fundadores de El Heraldo de Saltillo viven para contarlo.
Tras la compra de la totalidad de las acciones, De La Peña, decidió que el diario se trasladaría a sus actuales instalaciones en las calles de Abasolo entre Humboldt y Maclovio Herrera”.
CREDIBILIDAD ANTE TODO
Entrevistado por la Doctora Julieta Carabaza y el Doctor Carlos Recio para el libro “Voces, textos e imágenes”, Francisco De La Peña Dávila, quien dirigió El Heraldo durante más de 55 años, resumió los valores que han permitido que este periódico prevalezca, donde tantos otros han fracasado:
“Nunca, desde el 7 de abril de 1963 hasta la fecha, se va a encontrar ni una foto de un cadáver mutilado que llame la atención o hasta repugne, ni tampoco ningún desnudo que llame por eso mismo la atención o el morbo, aquí no explotamos el morbo en ningún sentido.
La identidad y la credibilidad nos han permitido sobrevivir. Eso no nos lo va a quitar nadie porque tenemos perfectamente claro cuál es nuestro objetivo, cuál es nuestra meta, cuál es el camino que nosotros debemos recorrer, cuál es el criterio que nosotros tenemos que seguir y cuál es la conducta que tenemos que mantener. Yo creo que si nosotros nos mantenemos con ética nadie nos va a quitar”.
Y así ha sido en efecto. El Heraldo de Saltillo ha logrado sobrevivir durante seis décadas, algo que ningún otro periódico ha conseguido en esta ciudad en más de 400 años de historia.
Incluso El Sol del Norte, aquel que representaba su principal competencia cuando El Heraldo nació, cerró sus puertas algunos años después. Luego vinieron otros periódicos que tuvieron una corta vida. El Independiente, del aguerrido periodista Antonio Estrada Salazar. Palabra, perteneciente a los mismos dueños de El Norte de Monterrey y Reforma. El Coahuilense, cuya propiedad se atribuía al entonces gobernador Oscar Flores Tapia. 10 Minutos, de la familia de Armando Fuentes Aguirre, “Catón”. E incluso uno que impuso un récord mundial, porque solamente circuló un día, que llevaba por nombre Acento, y que cerró sus puertas al día siguiente de publicar su primer número.
GRANDES ACONTECIMIENTOS
A lo largo de sus seis décadas de vida, El Heraldo de Saltillo ha cubierto innumerables acontecimientos. En este tiempo, por ejemplo, la Iglesia Católica ha tenido seis papas, comenzando con Juan XXIII que murió unos meses después de la fundación del periódico, e incluyendo por supuesto el breve papado de Juan Pablo I, el larguísimo de Juan Pablo II, y la histórica renuncia de Benedicto XVI, así como el primer papa de origen latino, Francisco.
El Heraldo ha cubierto también las andanzas de once presidentes de México, incluyendo la primera alternancia con Vicente Fox y la llegada de la izquierda al poder de la mano de López Obrador.
De la misma forma, ha informado sobre la gestión de trece gobernadores, comenzando por los últimos meses de la gestión del General Raúl Madero, e incluyendo a administraciones como la de Oscar Flores Tapia, que se vio obligado a renunciar por presiones del entonces presidente López Portillo; el interinato de Jorge Torres López, quién después pasaría un tiempo en la cárcel; y hasta el actual gobernante, el priista Miguel Riquelme.
Entre otros muchos acontecimientos relevantes, El Heraldo de Saltillo informó sobre el asesinato de John F. Kennedy, la llegada del hombre a la Luna, los Juegos Olímpicos celebrados en México, el movimiento estudiantil del 68, dos copas mundiales de futbol organizadas por nuestro país, la autonomía de la Universidad de Coahuila, los accidentes mineros en Barroterán, en la década de los 60’s, y en Pasta de Conchos, ya entrado este siglo; y más recientemente el de la mina El Pinabete, en Sabinas.
Además, el levantamiento zapatista de 1994, el asesinato de Luis Donaldo Colosio ese mismo año, las fugas y recapturas de “El Chapo” Guzmán, la caída del muro de Berlín en 1989, el fin de la Unión Soviética y en 2001 la caída de las torres gemelas en Nueva York. También la elección de Barack Obama, el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos, las muertes de figuras como el piloto de Fórmula 1, Ayrton Senna, o la de la Princesa Diana, ocurrida en París, y tantos otros que faltaría espacio para incluirlos a todos.
Pero ante todo, El Heraldo de Saltillo se ha ocupado de manera preponderante de los temas locales. Así lo dijo Francisco De La Peña Dávila, en el libro Voces, textos e imágenes:
“Un periódico de las dimensiones nuestras, frente a todos los demás medios, debería de ocuparse básicamente de los acontecimientos locales, ya sea de carácter general, luego de información social, deportiva, policiaca, con muy poco énfasis en la policiaca, y, sobre todo, con mucho cuidado de no ser sensacionalistas, en no ser amarillistas, en simplemente, con objetividad, dar a conocer los hechos que se dan y, por supuesto, la información política”.
De esta forma, El Heraldo de Saltillo ha cubierto eventos de relevancia local, como el “Trenazo” de Puente Moreno; la caída y muerte de los “Voladores de Papantla”, en la feria de Saltillo; la renuncia del gobernador Flores Tapia; el asesinato del Capitán Lemuel Burciaga; los campeonatos de los Saraperos de Saltillo; la huelga de la Cinsa; y muchos otros más de la vida diaria de nuestra ciudad.
COLABORADORES RELEVANTES
A lo largo de seis décadas, El Heraldo de Saltillo ha contado entre sus filas con muchos colaboradores que han dejado huella. Ahí está por ejemplo Gabriel Berúmen, uno de los fotógrafos más reconocidos en la historia de Saltillo, quien durante más de cincuenta años retrató el devenir diario de la ciudad y cuyo trabajo ha sido objeto de reconocimientos, exposiciones y hasta de un libro.
También Eduardo Jaime De La Peña, quien a los nueve años, se convertiría en uno de los más jóvenes cronistas de la Fiesta Brava en nuestro país, cuyos artículos no solo se publicaron en El Heraldo de Saltillo, sino también en otros medios de la Ciudad de México como El Heraldo de México.
En el año 2012, José Eduardo Iga, como colaborador de El Heraldo de Saltillo, se convirtió en el primer periodista invidente en el país en cubrir los partidos en vivo del equipo Tigres de la UANL, en la primera división del futbol mexicano. Esto le valió ser protagonista de extensos reportajes en ESPN, Récord, Fox Sports y muchos otros medios nacionales e internacionales.
En septiembre de 2010, la reportera de El Heraldo de Saltillo, Yesenia Ramírez, viajó hasta Noruega para cubrir el evento en el que el Obispo de la Diócesis de Saltillo, Raúl Vera López, recibió el premio Rafto, el galardón más importante que se entrega a los defensores de los derechos humanos. Yesenia fue la única periodista de Saltillo que cubrió este evento.
Por la redacción de El Heraldo han desfilado figuras como Juan Vázquez, Chelito García, Juan De León, Marco “El Osito” Montes y los actuales reporteros Ángel Aguilar, Mariana Falcón, Eduardo Serna y Omar Soto.
También Miguel Ángel Kaiseros, Gregorio Sánchez García, Carlos Castillo Borja, Juan Castillo Borja, Martín Salazar, Carlos Valdés Udave, Evaristo Cisneros, Jorge Sosa del Bosque, Polo Ramos, Roberto Legaspi, Refugio Hernández Ríos, Oliverio del Ángel y Miguel Padilla.
Destacaron en su momento Juan Rodríguez Guzmán, Sigifredo López Herrera, Mariano Farías, Daniel Valdés, Heriberto Jasso, Javier Hernández González, Arturo Rodríguez y Javier Hernández Pargas.
En los inicios de El Heraldo tuvo también su inicio en el periodismo Abraham Nuncio, reconocido periodista y académico. Y a lo largo de los años colaboraron en la sección editorial analistas como Mario Dávila Flores, Juan José Esparza y Raziel García Arroyo, quien también fuera subdirector por alguna temporada.
Pero su trabajo no sería posible sin contar con el apoyo de los que, desde las oficinas o desde los talleres de impresión, diseñadores y repartidores, forman parte del equipo de trabajo.
Importante destacar a la directora administrativa por más de 30 años, Alicia De La Peña De León y a Francisco de la Peña De León, actual director editorial de El Heraldo; así como a Pancho Vázquez, Antón Lule, Lulú Martínez, Blanca Dávila, Beti De La Peña, Cinthia Gutiérrez, Graciela Gutiérrez, Tere Peña, Joel Hernández, Jorge Reyes, Carlos Lorenzo Regalado entre otros muchos, sin olvidar por supuesto que, en la década de los sesentas, también participó en el área administrativa la señor Irma Alicia de León Cepeda.
Y por supuesto, al actual Jefe de Información, el ganador de múltiples premios estatales y nacionales de periodismo, José Torres Anguiano.
GRANDES EDITORIALISTAS Y COLUMNISTAS
Las páginas de El Heraldo de Saltillo han publicado artículos, columnas y editoriales de algunas de las plumas más reconocidas en la ciudad. Comenzando con la de don Roberto Orozco Melo y la de don Francisco De La Peña Dávila. También las de Armando Fuentes Aguirre “Catón”, en los años 70´s del siglo pasado, y Francisco Treviño Granados, desde hace casi 50 años. Alberto Boardman, ganador de múltiples premios y reconocimientos. Francisco Tobías Hernández, uno de los más importantes historiadores de Saltillo. Rubén Olvera, Leonor Rangel, Jéssica Rosales, Héctor Reyes Soto, Julián Parra Ibarra, Héctor Gil Muller, Eduardo J. De La Peña, Juan De León Estrada, Fernando Núñez de la Garza, Marcelo Lara —en temas financiero—, José Almanza —en relación a la “fiesta brava”—, Juan Jaime Ramos, desde la Región Carbonífera, Francisco Treviño Aguirre, Fernando De Las Fuentes Hernández, David Boone, y tantos otros que sería difícil mencionarlos a todos.
ALGUNAS ANÉCDOTAS
Muchas anécdotas han ocurrido a lo largo de estos sesenta años, entre las cuales, rescatamos algunas publicadas por Carlos Gaytán:
Cuando Roberto Orozco Melo, era director de El Heraldo de Saltillo, el Partido Revolucionario Institucional lo eligió su candidato a la presidencia municipal de la capital de Coahuila.
Sus compañeros, entre otros Paco de la Peña, Javier Villarreal, Humberto López, le jugaron una broma.
Imprimieron un solo periódico con la cabeza o titular principal, bajo el siguiente enunciado: “otro de Parras para la Presidencia Municipal de Saltillo”.
Muy de mañana le llevaron el periódico a Orozco Melo a su domicilio y no tardó mucho rato en regresar hecho la chispa y reclamó airadamente a sus compañeros el porqué de la noticia en el periódico que era de su propiedad.
Tras la explicación de que todo había sido una broma y que sólo ese ejemplar se imprimió con ese titular, Orozco Melo sonrió y la aceptó de buen grado.
Hasta un avión le pidieron
El mismo Carlos Gaytán narra otra serie de anécdotas en su libro “Croniquillas de Saltillo”:
“Nos llevaría muchas páginas —un libro completo— reseñar cada uno de los eventos que el matutino más antiguo de la ciudad ha confrontado en aras de la defensa de la colectividad, sin el protagonismo y amarillismo que ahora caracteriza a la mayoría de los órganos informativos del mundo.
Quienes nos forjamos en el periodismo a la sombra de Roberto Orozco Melo, de Paco de la Peña o de Carlos Gaytán Villanueva en el tradicional matutino, no podemos olvidar algunos sucesos a los que con valentía y dignidad se enfrentó Paco de la Peña, como cariñosamente decimos al director del periódico.
El periódico fue inaugurado el 7 de abril de 1963. Entre la gente que colaboraba con Roberto Orozco, el primer director, recordamos con cariño a Pepe González, cronista deportivo, al jefe de redacción Carlos Gaytán Villanueva, al jefe de talleres Juan Manuel Torres, a Juan Vázquez Ruiz, a los linotipistas Antonio Méndez e Isidro Aguirre Fuentes, eso era en el taller.
En la redacción había grandes periodistas como Javier Villarreal Lozano, así como Pepe González, quien fue el segundo director del periódico instalado inicialmente en las calles de Bravo y Pérez Treviño, cuando don Roberto fue postulado por el PRI como candidato a presidente municipal de Saltillo. Antonio Castilla fue el tercer director, y el cuarto y definitivo fue Paco de la Peña, al inicio de 1964 y desde entonces se mantiene en el cargo.
Su primera noticia hace más de cuatro décadas se refería a la escasez de agua potable, que desde hacía tiempo venía padeciendo la antigua “Atenas” de México. En su oficina de la calle de Abasolo, el señor De la Peña conserva en una placa metálica el primero número de El Heraldo, donde claramente se destaca el problema. En aquel entonces la ciudad tenía un déficit de 35 litros de agua potable por segundo, que para los menos de cien mil habitantes, que entonces éramos significaba un grave problema.
Paco de la Peña recuerda que al principio del matutino tuvo que enfrentar la agresión física y verbal de un ríspido director o delegado federal de la Secretaría de Educación Pública Federal, el hidalguense Manuel Gómez Camargo, que fue denunciado públicamente en el periódico, pues vendía las plazas a los nuevos profesores, cuando éstas no deben ser negociables.
El Heraldo de Saltillo hizo eco de las quejas de algunos maestros que denunciaron el hecho. Prepotente y arbitrario como era Gómez Camargo acudió a la dirección del periódico para reclamar al joven director en forma airada.
Primero lo hizo verbalmente y luego intentó golpear al periodista, pero Paco contestó la agresión, pues acá entre nos, “los tiene muy bien puestos”. Gómez Camargo iba acompañado del entonces secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Hermiro Jiménez, que con su presencia avalaba la conducta del abusivo sujeto, en lugar de representar y defender dignamente los derechos de los maestros afectados.
El periódico contestó la agresión de Gómez Camargo, pues en toda la ciudad y el estado había constancia que vendía las plazas magisteriales. Era un secreto a voces, y encontró Paco apoyo inmediato, pues el valiente gobernador del Estado, Don Braulio Fernández Aguirre, solicitó a la Secretaría de Educación Pública el cambio del aguerrido y abusivo funcionario federal “vende plazas”, quien fue con sus “tiliches y mañas” a Jalapa, Veracruz, donde también hizo de las suyas, en un momento en que la corrupción en México era como un ejemplo a seguir.
De La Peña Dávila enfrentó otro incidente más serio que el anterior, con un abusivo individuo, el entonces Coronel Ricardo Aburto Valencia, quien era oficial de la Comandancia de la Sexta Zona Militar, concretamente jefe del Estado Mayor.
El Comandante era un apacible General de nombre Antonio Romero. Aburto Valencia se caracterizaba por ser un arbitrario, amparado por su cargo y uniforme, sumamente grosero con los saltillenses, de conducta reprobable, pues hubo muchas ocasiones en que con violencia y autoritarismo desalojaba del Salón de Bellas, a dónde acudía con frecuencia a que la arreglaran las uñas y le hicieran manicure, como cualquier beldad, a las damas que ahí se encontraban en el momento en que llegaba “el señor Coronel” a quien la raza apodaba “La coronela”.
Desde la vidriera del lugar la gente sonreía al ver al militar en un lugar exclusivo para mujeres, donde le arreglaban el pelo, el bigote y las uñas de pies y manos, pues necesitaba lucir pulcramente melindre, ante sus superiores y subalternos. El hombre cuidaba delicadamente su apariencia personal, aunque no había antecedes de que tuviera desviaciones homosexuales. Claro que no lo era, pues en la ciudad había testimonio de su alta hombría y altanería.
Ante la queja de la sociedad, incluyendo a algunos militares, funcionarios públicos y el grueso de la población, El Heraldo de Saltillo hizo pública dicha inconformidad, lo que enardeció al coronel Aburto Valencia. En una ocasión en que se celebraba un acto político en el ya desaparecido Cine Royal, de la calle de Juárez, con la presencia del presidente nacional del PRI, Lauro Ortega, el militar reclamó airadamente y con golpes a Paco de la Peña, que sin inmutarse contestó la agresión y de un golpe en la cara del furioso individuo, hizo volar por los aires del “quepí” o gorra militar que incluso fue pisoteada con toda mala intención por algunos de los presentes en el mitin, en repudio al jefe del Estado Mayor de la Sexta Zona Militar.
Paco De La Peña tuvo que afrontar la pavorosa 45 reglamentaria del lugarteniente, que siempre acompañaba a Aburto. Quienes intervinieron con mucho valor y con mucha prudencia a favor de Paco De La Peña, fueron el director de Tránsito y de la Policía Municipal, respectivamente, Enrique Pérez Espinosa y Luis de la Rosa Sánchez.
El acto político se suspendió momentáneamente y el Coronel Aburto y su ayudante fueron invitados a salir del recinto en forma respetuosa, por el propio general Ortega, líder nacional del PRI.
Volvió a intervenir el valiente gobernador Fernández Aguirre, quien le preguntó a Paco que si quería poner una denuncia y éste le contestó que no, que para eso tenía las páginas de El Heraldo para denunciarlo, defenderse y exhibirlo. De todas formas, Don Braulio solicitó a la Secretaría de la Defensa Nacional la salida de Coahuila de Aburto Valencia, quien años después fue ascendido a General y logró ser comandante de una plaza en el interior del país.
Hubo otros incidentes menores, pues la ciudad era más tranquila que ahora. Los vicios y narcos estaban plenamente identificados y no representaban peligro o riesgo para los comunicadores de la época. Sin que nos conste, había un rumor muy fuerte en el sentido de que el Gobierno Federal tenía “encapsulado” el problema. Vaya usted a saber si era cierto.
Aún así había un par de hermanos, que la gente identificaba como “Los Pelucos”, eran adictos a la mariguana. Uno de los dos hermanos fue asesinado en uno de los separos de la cárcel municipal que se localizaba hasta los años ochenta en la esquina de Bravo y Aldama. Esos eran los incidentes “mayores” en la década de los sesenta. Cabe mencionar que El Heraldo le dio un trato especial a la nota policiaca, sin caer en el amarillismo o el exhibicionismo.
La anécdota
Una explosión en una mina de carbón de Barroterán, municipio de Múzquiz, Coahuila, en el año de 1969, dejó como saldo más de un centenar de muertos.
En esa época el periódico era sumamente modesto, recuerda Paco De La Peña. El señor Gabriel Alarcón, uno de los magnates de las salas cinematográficas más lujosas del país y estrenado como dueño del periódico El Heraldo de México, llamó telefónicamente desde la capital del país a Paco De La Peña, para pedirle que El Heraldo de Saltillo le prestara su avioneta para que algunos de sus reporteros viajaran a Barroterán a fin de hacer el reportaje correspondiente.
Paco le siguió la corriente y le dijo que lamentablemente el avión de El Heraldo de Saltillo había llevado a su señora esposa a los Estados Unidos, concretamente a Nueva York, para hacer algunas compras y no se lo podía facilitar. Y es verdad, así le contestó de la Peña, que es buenísimo para las bromas, pero lo dijo con tal seriedad que el señor Alarcón se la creyó. Ah, y le aclaró que era el avión grande, el de ocho plazas, el que se encontraba en Estados Unidos, porque la avioneta se encontraba en el lugar de la tragedia a donde había trasladado a los reporteros y fotógrafos del matutino saltillense. Sesenta años de presencia en los medios de comunicación significan miles de historias, no sólo de los fundadores y colaboradores de El Heraldo de Saltillo, sino de empresarios y familias saltillenses, quienes han descubierto en las páginas impresas, y hoy, en la web y en las redes sociales de El Heraldo de Saltillo, innumerables anécdotas que los han acompañado en su diario vivir.