domingo 22, septiembre, 2024

DE RAICES Y HORIZONTES

Camis

Arcelia Ayup Silveti

Ella es hija de mi perro Tírolo y de Nina, la perrhija de mi unigénita Jimena. En acuerdo con Jimena me cedió la patria potestad de Camis y pasó de ser mi nieta a ser mi hija canina, ahora hermana de facto de su padre. Es una familia de perritos: Nina es chihuahueña y mis perrhijos, pinsher.

            Camis es pila pura, desborda energía desde antes de abrir sus ojitos se empeña en abrir los míos. Se pega a mi cara, la lame, muerde mi nariz, mueve su cuerpo y cola con energía al mismo tiempo. Se queda en paz hasta que despierto, le canto y toco su carita. Jugamos todas las mañanas, le hago preguntas, la cargo y la dejo en alto un momento buscando que se tranquilice, pero casi nunca lo logro.

            Cuando los saco al jardín, ella brinca más de un metro para verme por la ventana, lo hace una y otra vez, con el mismo arranque inicial. Lo de ella es hacerla de cuento. Persigue a las palomas que osan pararse en el pasto, les ladra a los perros vecinos, observa a las mariposas y a las lagartijas. Ladra sin parar cuando alguien camina por la (su) banqueta, en especial si traen perros, sin importar si son de grande raza.

            También es chismosa. Cuando caminamos va atenta a todo y si escucha abrirse un portón de alguna casa, espera a ver qué harán los vecinos. Observa los perros con o sin dueño, que por lo general se les pone al brinco y le gusta percibir los olores diferentes del parque. Antes de que alguien toque el timbre, le ladra desde la ventana que les dejo semi abierta para fines chismológicos de orden canino.

            La mirada de Camis es tierna en extremo, en especial cuando me mira. Cuando nos vemos frente a frente, hago una onomatopeya de llanto de perrito y ella levanta sus grandes orejas y luego se lanza a mi cara. Es también muy barbera y sabe el momento preciso para buscar la pata más débil de la mesa, es decir, ataca con su miradita a quien le lance algún pedazo de amor transformada en comida.

            Es fiel hasta la muerte, ha sobrevivido a mi hija Jimena la encantadora de perros. Jimena tiene un hechizo poderoso especial a los caninos y en segundos los tiene en la palma de su mano. Desde pequeña se acercaba a los más bravos y los cautivaba. Mi hijo canino el Tírolo ahora pasa a mi lado con gran indiferencia, le hablo o canto sin captar su atención: ya cayó en sus redes. Tírolo tiene padrino de lujo, el chef Willie González, a quien pido permiso para hablar de su ahijado canino favorito. Mi querido compadre, te abrazo con cariño.

giraluna3312@gmail.com

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