Seguridad y prosperidad, pilares del desarrollo de Coahuila
Rubén Olvera
La última vez sugerí que para elegir al mejor Gobernador de Coahuila se deben comparar las propuestas de los candidatos.
A primera vista, esto puede ser un trabajo tedioso, especialmente porque los programas de los aspirantes a menudo contienen ofrecimientos elegantes pero incomprensibles, alejados de las necesidades de la gente. Muchos incluso son refritos de pasadas administraciones o de otras entidades, por lo que están fuera del contexto actual.
Es fácil reconocer que estas propuestas constituyen una serie de intenciones inalcanzables. Una situación que lleva a la frustración, como si el candidato hablara en otro idioma. La consecuencia es un voto impulsivo y precipitado.
Así que tengo una nueva sugerencia. En mi opinión, es más fácil comparar los programas de los candidatos cuando previamente nos hemos formado una visión clara del futuro del estado en aspectos clave del desarrollo.
Entonces podríamos distinguir entre aquellos que ofrecen soluciones políticas irrealizables, y aquellos que se esfuerzan por encontrar un camino claro que pueda alinear las necesidades y preocupaciones de la gente con una estrategia para consolidar la seguridad ciudadana y atender los problemas económicos y sociales que afectan a Coahuila.
Resumo los grandes desafíos que enfrenta Coahuila en dos palabras: seguridad y prosperidad. Claramente, no debe haber un retorno al nivel de inseguridad que plagaba al estado hace una década. No obstante, para restablecer el crecimiento económico y reducir la exclusión social no basta con garantizar altos índices de seguridad.
Es cierto que la seguridad ciudadana es una condición sin la cual Coahuila no podría recuperar su antiguo esplendor económico, cuando el estado se convirtió en un imán de grandes inversiones, especialmente de las ramas automotriz, acerera, cervecera, alimentaria y minera.
Es innegable que los indicadores de seguridad han mejorado significativamente en los últimos años, al igual que la confianza en los cuerpos policiales locales, pero el ritmo de crecimiento no ha sido acorde con el potencial económico y la capacidad productiva del estado.
Al mismo tiempo, importantes proyectos se escaparon hacia diferentes entidades, Guanajuato, Nuevo León y Chihuahua, entre otras. Para algunos, el estado debería haber sido más agresivo en cortejar inversiones realizadas en años recientes por Kia, BMW, Heineken y Mazda, por nombrar algunas.
Asimismo, los desequilibrios regionales son evidentes. Mientras que la Región Sureste crecía sostenidamente y diversificaba su economía, las regiones Centro y Carbonífera se volvían cada vez más vulnerables a los cambios en el mercado y los precios del acero y el carbón, sectores productivos de los que dependen casi exclusivamente.
Ambas regiones están tan ligadas a una industria que, a consecuencia de los vaivenes políticos, han llegado al extremo de poner en riesgo los empleos y la actividad productiva. Lo que están pasando Monclova y Frontera por los problemas de Altos Hornos de México es un fenómeno que no hubiera ocurrido de contar con economías sólidas y diversificadas.
Finalmente, al configurar una visión para llevar a Coahuila a los más altos estándares de seguridad y prosperidad, que a su vez nos permita identificar al candidato a gobernador que ofrezca menos retórica y más soluciones, debemos considerar los temas sociales.
La urbanización e industrialización acelerada en sus principales ciudades ha creado nuevos problemas sociales que requieren medidas creativas y mayores presupuestos.
En Saltillo, Torreón, Monclova es cada vez más común escuchar sobre dificultades en el abastecimiento de agua y servicios públicos, hacinamiento, crecimiento de los conflictos sociales y violencia doméstica, el deterioro ambiental y los problemas de movilidad.
Estos temas se abordarán en los debates y entrevistas a los candidatos.