martes 26, noviembre, 2024

A Elvira en su cumpleaños. Esta es una historia de amor surgida en el teatro. A mí Dios y el teatro me regalaron un angelito

Raúl Adalid Sainz

«El Año Próximo a la Misma Hora», de Bernard Slade. Siempre, de los siempres, no sé, intuitivamente sentía, que esa obra la quería y la debía hacer. Sabía que había sido un éxito con Silvia Pinal y Héctor Bonilla. De adolescente recuerdo haberla visto en el cine Torreón. Después supe que los actores principales eran: Ellen Burstyn y Alan Alda.

El caso es que ya muy repuesto de las carencias económicas (llevaba un año de estadía en Torreón, de trabajo arduo y diverso, entonces era tiempo de regresar al DF y retomar mi carrera profesional de actor) sin embargo tenía una tarea pendiente: producir.

El gusto me lo iba a dar invirtiendo el dinero de mi regreso, haciendo: «El Año Próximo a la Misma Hora». Vaya apuesta de riesgo. Quería una producción fastuosa. Que el escenario luciera una bella escenografía, bello vestuario, ambientación, música, y una talentosa actriz y directora que me acompañaran.

Para la escenografía contraté a Jorge Méndez, director y escenógrafo, talentosísimo lagunero, quien me hizo una linda cabaña californiana. La historia sucede en un cuarto de hotel en Estados Unidos. La obra transcurre durante veinticinco años. Mismos en los que la pareja central se ve. Existe una peculiaridad: sólo es una vez al año.

El hilo conductor que marcaba el paso del tiempo, era la música, así como un noticiero y un radio que lo emitía, iluminado éste en foco central, eran una especie de personajes, entre escena y escena, la voz de un locutor que cree: «Chet Huntley», era su nombre. Me di el gusto con la musicalización, desde Frank Sinatra, Nat King Cole, Lou Armstrong, Elvis, Los Beatles, John Lennon, Paul McCartney, Carole King, Peter Frampton, Dona Summer.

El tema de amor final era, «My Love», de Paul McCartney. La dirección corrió a cargo de mi extrañada amiga, Chelo González Garza, QEPD. «Doris», lo interpretó con mucho talento y gracia, Elvira Richards, quien además hizo la producción ejecutiva y salvó mi inversión con cantidad de ventas que hizo de la obra.

Ahí me percaté de sus grandes dotes como productora organizativa. Hicimos cincuenta funciones; con muy buenas entradas, esto que refiero sucedió en 1994. Recuerdo haber invertido unos veinte mil pesos, una muy buena cantidad para esos tiempos. Recuperé y gané algo, como dicen los productores. Nunca sabremos la realidad.

Claro, eran tiempos en Torreón, en que existía público. La continuidad de obras había conquistado espectadores para el teatro local. Debo confesar, que mi deseo de ser un Manolo Fábregas torreonense, no fue muy grato, es un estrés terrible, que este gasto, que el otro, que cuánta gente entró y además actuar.

Admiré a Don Manolo que era un todo terreno del teatro. Pero al paso del tiempo, esa obra la recuerdo como un hijo muy querido, muy mío. Hoy, a veintinueve años de eso, abro los ojos, veo que es 20 de febrero del 2023. Este día, Elvira Richards, cumple años. Nosotros como pareja en el mundo real, veinticinco de estar unidos. Cuando hicimos, «El Año Próximo a la Misma Hora», éramos novitos.

Elvira Richards y yo. Siempre el mismo año a la misma hora. «¿Quién es tu actor favorito? «, preguntaba mi personaje George, «Marlon Brando», asentía convencida Doris, en personificación maravillosa de Elvira Richards.

Hoy, Elvira está convertida en una prestigiosa directora de casting cinematográfica en la Ciudad de México, con múltiples películas realizadas. Es además, representante de actores, maestra de desarrollo actoral, para ejecutar óptimas pruebas en las audiciones ante la cámara.

Sus estudios actorales con maestros como Rogelio Luévano y Raúl Zermeño la han conformado como una docente capaz y muy querida por sus alumnos. En aquella obra, sucedida en Torreón, pude ver las grandes capacidades de esta lagunera ejemplar. Hoy, es su cumpleaños, yo sólo puedo decir: Que seas muy pero muy feliz, y gracias Dios, muchas gracias, por ponerla en mi camino.

Esta memoria sucedió en el «Teatro Garibay», antes Mayrán, allá en nuestro querido Torreón, Coahuila. Las historias de amor en la ficción pueden convertirse en realidad. Sólo es cuestión de saberlas ver en su honda dimensión.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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