domingo 24, noviembre, 2024

AUSTERIDAD Y GLORIA

Luis Alberto Vázquez Álvarez

La frase evangélica en Mateo 8:20 “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Nos abre una oportunidad de reflexionar sobre las grandes virtudes de las almas colosales y los pueblos inteligentes, parafraseando a Solón y a Descartes.

Definir la austeridad debe ir más allá de discurrir sobre la comodidad física del vivir lujosamente, se refiere también a la prudencia al guardar silencio ante las necedades de ignorantes que creen saber las respuestas a problemáticas y opinar inicuamente; también a ser parcos en éxitos académicos, empresariales, artísticos y hasta económicos; no caer en la fatuidad de presumir títulos y logros que puedan ser superados y que pudieran hasta resultar falsos; y es que la ambición de poder depara tanta sed que ninguna cantidad de bienes materiales nos han de saciar y siempre iremos en búsqueda infinita de más y más.

Citemos algunos seres maravillosos llenos de temperancia que nos demuestran que austeridad y honestidad son mellizos.

Sócrates; parteaguas de la filosofía clásica y Diógenes el Cínico son ejemplos de templanza, poseían apenas lo que vestían y rechazaban alabanzas y lujos; sus opiniones eran directas y criticaban los excesos en el comer y poseer. Miguel de Cervantes Saavedra, no tuvo estudios académicos, vivió y murió en la pobreza, pero es el más grande literato del castellano con su Quijote de la Mancha. El Papa Francisco vive su austeridad sin mancharse de la suntuosidad vaticana.

Antoni Gaudí: máximo representante de la arquitectura modernista catalana; creador del majestuoso Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona entre muchas otras obras maravillosas. Vivió en la más absoluta sobriedad. En 1926 fue atropellado por un tranvía, se le atendió inadecuadamente por creerlo un mendigo y murió. Destinado a una fosa común, fue reconocido y objeto de grandes homenajes.

Francisco Toledo; uno de los pintores con mayor reconocimiento mundial vivió con absoluta frugalidad; al final de su vida vendió su obra completa, miles de pinturas al INBA, en UN PESO. Su muerte en 2019 fue sentida por millones de mexicanos, amantes de su creatividad artística y de su vida paradigmática.

Caso insólito, casi increíble, Melchor Muzquiz presidente de México (1832), aborrecía la corrupción y el robo de los caudales públicos, vivía en completa austeridad y murió pobre; más inconcebible fue porque era político coahuilense…

Los artistas son creativos y por ello pueden ser austeros ya que su valía humana no depende de los bienes materiales que poseen. Muchos políticos también son creativos, pero solo para buscar bienes materiales, crean empresas fantasmas y contubernios entre ellos y sus partidos para medrar con el erario y contratos leoninos que destruyen al pueblo.

Los grandes además de mesurados son inmortales y los recordamos con asombro y admiración; a los políticos corruptos con repugnancia y pronto quedarán enterrados en las profundidades del averno, se recuerda lo grandioso, generalmente lo filantrópico, jamás la fastuosidad de las personas,

De Sócrates y Diógenes, 2400 años después seguimos hablando y alabándolos. Cervantes, Gaudí y Toledo son inmortales; tendrían que derrumbarse sus obras y desaparecer los museos que las exhiben, así como quemarse los anales que exponen sus inmensas virtudes, intelecto, mesura y filantropía.

Muchos grandes genios fueron austeros sin perder para nada su talento. La moderación es una opción personal y salvo el caso de ingresos ilegales, cada uno decide su estilo de vida: lo que sí, en el ámbito social, es determinante el grado de ingresos de una comunidad; no es lícito que un gobierno permita grandes emolumentos a sus funcionarios si existen millones de personas que carecen de lo esencial. ¿Acaso suprimir magnificencias del árbitro electoral y suprimir sus faraónicos sueldos es atentar contra la democracia?

El problema para la austeridad es que limitamos lo ilimitado, buscamos poseer bienes materiales por poseerlos independientemente de la satisfacción que den a nuestras necesidades; bajo esa premisa nuestras necesidades crecen infinitamente y jamás alcanzamos satisfactores para ellas por muchos recursos económicos que obtengamos; e incluso recurriendo a fuentes ilegítimas. Perdemos la libertad de ser por esclavitud al tener.

Finalmente recordemos que al final del partido el rey, la dama y los peones terminan en la misma caja.

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