Raúl Adalid Sainz
¿Quién era esa voz que subyugaba? ¿Por qué esas canciones llegaron tanto a los dentros del escucha?
Tendría nueve años cuando mi madre me regaló mi primer disco LP: era José José con aquel acetato de oro donde venía la intensa interpretación de «El Triste», de Roberto Cantoral. Aún recuerdo la tienda donde lo compró: «Mercantil Cepeda», allá en mi Torreón, Coahuila.
Yo cantaba el disco entero al compás de José José. Cómo olvidar: «Mi Niña», «Esa Canción de Ayer», «Dos», y todas esas baladas de ese disco que hicieron época allá por 1970.
José José fue mi ídolo infantil, adolescente y adulto. Lo confieso así, sin pudores falsos. Las canciones de este intérprete me llegan, su modo de cantar es para mí: un viaje a un mundo de los sentidos arrobados. Los compositores, arreglistas, músicos de esos años, hacían que cada disco de José José tuviera éxitos que tocaban muy adentro.
Mi generación de los setentas, ochentas, noventas, vimos pasar la vida acompañados de las canciones de «El «Príncipe de la Canción». El amor lo conocí, lo maticé, con una rola de este gran cantante. Aún recuerdo una película que hizo: «Buscando una Sonrisa», al lado de la güera Nadia Milton y del gran actor Fernando Luján. En esa cinta escuché una de las canciones que más me gustan de José: «Cosas Imposibles», de Armando Manzanero. Siempre que viajo al mundo bohemio, y quiero cantar al compás de una guitarra, puede surgir la tentación de la aventura y cantarla.
José José nos acompañaba en el radio. Cómo olvidar aquellos paseos dominicales en Torreón por la Morelos. Oír, «Radio Éxitos», y que apareciera: «Volcán», «O tú y Yo», «Mientras Llueve» o cualquier rolón que interpretara, «El Príncipe». Uno anhelaba llegar a ver a la musa amada y que José José estuviera de fondo. Al menos eso me pasaba a mí.
Viví aquel cambio musical del intérprete. Cuando aparecieron en su vida, aquellos compositores españoles que hechizaron con su manera de hacer balada; me refiero a Juan Carlos Calderón y Fernando Pérez Botija. Compositores que dieron una luz potente en la carrera de José José. Fue el esplendor de la balada romántica en el panorama musical. En ese periodo aparecieron los discos de: «Gavilán y Paloma», «Volcán», «Lo Pasado, Pasado», «Si me dejas ahora», «Amor, Amor», «Secretos», «Mi Vida», y todos aquellos que son ahora clásicos.
José José incendió los corazones de Latinoamérica. Quién no besó, no se enamoró, no bailó, no charló, no cantó, no parrandeó, teniendo como duende travieso audible una canción del cantante.
Hoy, recordé al «Principe», porque un amigo subió a la red una imagen de aquel momento grandioso cuando el intérprete maravilló con su interpretación de «El Triste», para el «Festival de la Canción Latina». Ahí José José le dio un nuevo rumbo a la interpretación de la balada. Cualquier cantante joven tenía que romper con el estilo que José había impuesto. Se convirtió en el modelo a seguir.
A veces me pregunto, qué me gustaba más en sí: ¿Las letras de las canciones? o ¿ese estilo interpretativo por el que te llevaba José José? No lo sé. Las dos cosas. Hoy, a estas alturas de mi existencia, en que estoy por cumplir años, me gusta mucho escuchar la vida con una canción del «Príncipe». Aparecen instantes maravillosos, amigos del alma, amores con quienes llegué a cantar una que otra canción de José, mucha juventud, mucha bohemia transformada en vivencia necesaria, mucha ilusión por vagar la vida de Pueblo en Pueblo.
Mucho desear hoy que sea mañana, para estar en tus brazos otra vez. Porque amor, amor, si me escuchas y me puedes ver: dame un poco de tu vida, dame un poco de tu ser. Bueno señores y señoras, los dejo. Yo ya recordé esa época hermosa al lado de José José, es tiempo que ustedes revivan a su propio «Príncipe de la Canción».
Nota: Allá por 1979, José José, fue a cantar al Restaurant «Los Sauces» de Torreón Coahuila. Mi papá no me quería llevar a verlo. Hablé con el capitán del lugar, al cual conocía, diciéndole si me permitía ver el show con dos de mis amigos, en algún lugar donde no estorbáramos. Nos dijo que sí, pero que le ayudáramos a recoger los boletos (covers) de los asistentes. Llegamos temprano al evento. El capitán (Mireles) nos mandó a los jardines del lugar a esperar la hora de hacer nuestro trabajo. Así lo hicimos. En eso llegó alguien. Vestía guayabera y pantalón blanco, zapatos del mismo color. Venía acompañado de otras dos personas. Era: «El Príncipe de la Canción». Al vernos sentados, nos saludó: «Buenas noches jóvenes», mis amigos y yo lo vimos, era nuestro ídolo, sólo balbuceamos, para decir, más que sorprendidos: «Muy buenas noches señor». Sólo teníamos diecisiete años, y «El Príncipe» de la canción, triunfaba a tambor batiente, en esa época, con el disco de «Lo Pasado, Pasado».
Dedicado a esos dos entrañables hermanos, llamados: Jorge Hernández, qepd, y Oscar Sánchez. Esta nostalgia mañanera, es también para todos los que han sentido la vida, al lado del gran José José.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan